PROLOGO

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El salón celestial estaba iluminado por una luz cegadora. Charlie, con una expresión decidida, se encontraba frente a los ángeles más poderosos del Cielo. Su presencia imponente no la intimidaba; había esperado este momento durante mucho tiempo, y no iba a echarse atrás.

-Sabemos por qué estás aquí, Charlie Morningstar -dijo uno de los ángeles con una voz grave y solemne-. Tu plan de redimir a los pecadores ha sido observado, pero seguimos dudando de su viabilidad. No estamos aquí para perdonar a la ligera.

Charlie respiró hondo, sintiendo el peso de cada palabra. Mantuvo la calma y dio un paso al frente.

-Entiendo sus preocupaciones -comenzó-, pero les pido que consideren lo que hemos logrado. El Hotel ha mostrado resultados, hay almas que pueden cambiar si se les da la oportunidad. Solo necesitamos su apoyo para continuar.

Los ángeles intercambiaron miradas entre ellos, discutiendo en voz baja. Tras unos momentos de deliberación, el ángel principal levantó la mano, haciendo que el silencio se extendiera por toda la sala.

-Hemos discutido tu petición. Se te dará una oportunidad, Charlie Morningstar. Sin embargo, habrá condiciones. Deberás cumplir con una tasa de redención anual. Si logras redimir a un número suficiente de almas, el exterminio no será necesario. Si no cumples con este acuerdo, el exterminio continuará como siempre.

Charlie sintió cómo la tensión en su cuerpo se liberaba ligeramente. No era el resultado perfecto, pero era un avance.

-Acepto las condiciones -respondió con firmeza.

Los ángeles asintieron y, con un gesto, la junta se dio por finalizada. El destino de muchos estaba ahora en sus manos.

Al regresar al hotel, Charlie encontró a todos sus amigos esperándola ansiosamente en el vestíbulo. Vaggie había ido delante para avisarles de su llegada, y los nervios se sentían en el aire.

-¿Y bien? -preguntó Vaggie, impaciente.

Charlie se detuvo en medio de la sala, observando a cada uno de ellos antes de responder con una sonrisa cansada, pero llena de satisfacción.

-¡Lo logré! El Cielo accedió -dijo, aliviada-. Vamos a poder seguir con el hotel y la redención. Pero... hay una condición. Tendremos que cumplir una tasa anual de pecadores redimidos. Si lo logramos, no habrá más exterminios. Si no, todo volverá a ser como antes.

Husk, quien estaba apoyado en la barra con un vaso en la mano, soltó un suspiro y bebió un largo trago antes de hablar.

-Tasa de redención, ¿eh? -murmuró-. No será fácil, pero es mejor que nada.

Ángel saltó de su silla con una enorme sonrisa en el rostro.

-¡Es increíble, Charlie! ¡Nos dieron una oportunidad real! -gritó emocionado.

Niffty, siempre inquieta, comenzó a dar vueltas por la sala, sin poder contener su entusiasmo.

-¡Nos queda mucho por hacer, pero vamos a lograrlo! -dijo, con los ojos brillando de emoción.

Alastor, que hasta entonces había permanecido en silencio, se acercó a Charlie con una sonrisa enigmática y la tomó de la mano.

-Sabía que lo conseguirías, querida. Es un gran logro. Ahora debemos asegurarnos de que cumplamos con esa tasa -dijo con suavidad.

Charlie asintió, sintiendo el calor de la esperanza llenando su corazón. No sería fácil, pero había conseguido lo que siempre había deseado: una verdadera oportunidad de cambiar el infierno, alma por alma. Y con sus amigos a su lado, estaba lista para enfrentar cualquier desafío que se avecinara.

Un Amor Marcado Por El exterminioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora