dieciséis

178 43 1
                                    

Jimin

Apenas entré en la habitación de Seho, se dio la vuelta y su rostro dejó de estar tan furioso. Estaba un poco más delgado que la última vez que lo vi, hace un par de meses, y su cara estaba magullada y con rasguños, probablemente a causa del altercado de la noche anterior.

—¡Jimin! —Se abalanzó hacia mí y me tensé mientras me abrazaba, la incomodidad me dificultaba la respiración.

Me agité en sus brazos y me soltó de inmediato.

—Lo siento, se me olvidó. —Se apartó, mirándome con ojos entornados como si lo hubiera agraviado con mi incomodidad.

Me rodeé con los brazos, sintiéndome de pronto incómodo bajo su escrutinio.

—¿No te molesta que te toque mi hermano?

Fruncí el ceño ante la acusación apenas velada en su voz.

—Ya no.

—Increíble —murmuró—. Te lo advertí, Jimin. Es un mal tipo. ¿Cómo has podido...? —Se detuvo y sacudió la cabeza—. No importa. Una vez que pueda quitarme ese monitor del tobillo, nos iremos de aquí. —Asintió— Podremos empezar de nuevo, y comprobarás que estabas equivocado. No pasa nada. Te mantendré alejado de él.

Me cogió del brazo, pero di un paso atrás.

—No me voy a ir.

—No estarás …—Resopló—. ¡Por favor, dime que estás de broma! ¡Es un asesino, Jimin! Mató a mi... ¡Mató a Seonho ayer solo porque quería ayudarme! —Abrió los brazos en un gran gesto, y me estremecí. —¿Te doy miedo? —Se señaló el pecho—. ¿Yo?

—Estás enfadado.

—¡Por supuesto que estoy enfadado! Soy tu amigo desde hace dos años y has elegido a mi hermano, quien tiene las manos manchadas de sangre. Hizo que metieran a tu madre en la cárcel y la mataron. ¿Lo sabías?

Me tensé. Por mucho que hubiera ocurrido entre nosotros, por mucha crueldad que me hubiera demostrado durante años, seguía siendo mi madre.

—Ah, ahora ves a tu  Yoongi bajo otra luz, ¿no? —Se inclinó hacia abajo, cerniéndose sobre mí—. Mató a su mano derecha a sangre fría. Alguien a quien conocía desde que nació. Dime, ¿qué crees que te hará una vez que termine de usarte para llegar a mí? Porque eso es todo lo que es, ya sabes. Quiere hacerme daño a través de ti.

Mi mano se crispó con el deseo de abofetearlo. Eso también era nuevo, ese coraje, este conocimiento de merecer algo mejor que cualquier tipo de atención que me estuvieran prestando.

—No me está utilizando —respondí con seguridad. Lo sentía hasta los huesos—. Me ve. Él me ama.

Seho estalló en carcajadas, y tuve que admitir que la amargura de las mismas me dolió.

—¡Oh Jimin, no puedes ser tan crédulo! A mi hermano no le importa. No  te quiere a ti ni a nadie, está proyectando lo que tú quieres.

—¡A ti no te importa! —lo señalé con el dedo—. Estás siendo cruel porque no quiero hacer lo que tú crees que debo hacer. Decides lo que escorrecto sin importarte lo que yo quiero, lo que necesito. Piensas que soy demasiado estúpido, que necesito protección. Pero no estoy indefenso, y no dejas de decir lo cruel que es tu hermano, pero nunca me ha hecho el daño que tú intentaste hacerme.

—¡Me robó mi libertad, te robó la tuya! ¿No significa nada? ¿Es un crimen que yo quiera ser libre?

—No me robó mi libertad. Me dio a elegir, y decidí salvarte. Y si es tan inteligente, no trataría de usarme contra ti porque no te importo. Nadie a quien le importe intentaría menospreciarme o hacerme sentir mal por mis decisiones.

Merciless Protector Donde viven las historias. Descúbrelo ahora