5. Feria

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La cabeza de Verstappen estaba hecha un desastre

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La cabeza de Verstappen estaba hecha un desastre. Había pasado toda la noche ideando salidas nuevas e innovadoras, algo que le volará la cabeza a su lindo novio. No quería volver a llevarlo al cine y guardar silencio mientras veían la película, no deseaba llevarlo a caminar al parque y comprarle un apresurada y mal hecho helado que se le derritiera en la mano. Había pensado en todo, y todos los lugares terminaban siendo los mismos de siempre. Su cabeza no tenía espacio para prestar atención a lo que el profesor Lauda decía, su clase no era tan importante como la siguiente cita con su terroncito de azúcar. 

—Ru-ruuuu—un gorjeo similar al de una paloma se escuchó demasiado cerca de su oído.

—¿Qué haces?—sacudió su oreja con su mano, como tratando de quitar la sensación que el ruido le dejó.

—No estás poniendo atención a clase, mi buen amigo—la ya típica sonrisa de su amigo se dejó notar.

—¿Y tú sí?—lo empujó para que se apartara de él. Sonrió divertido.

—¿En qué piensas?

—En la próxima semana. No tengo idea de un buen lugar para llevar a Checo—su pluma se movía sin sentido sobre la hoja de su cuaderno.

—Llevalo al cine, hay una buena película de terror. Lando casi se caga del susto y me abrazó el brazo—su voz tenía un claro tinte de orgullo.

—A Checo no le asustan esas películas. Adora esa mierda—cerró su cuaderno con brusquedad. Esa había sido su primera opción y la primera que eliminó. 

—Yo que sé, llévalo a hacer cosas mexicanas, invítale unos tacos.

—No es una opción, Daniel—rodó los ojos con frustración.

Su buen amigo no estaba siendo de ayuda en ese momento, el australiano no era el más inteligente para darle más opciones que el cine o comida que Checo conocía bien. Miró hacia adelante tratando de poner atención al profesor, pero su vista se pasó por cierta cabellera castaña. Alzó sus cejas. Una epifanía le acababa de atacar la conciencia. Era más que obvio que aquel chismoso chico tendría buena información de lugares agradables. 

Al terminar la clase Max abandonó a Daniel en el aula, quien apenas y estaba guardando su libreta, para correr detrás del chismoso Russell.

—George, necesito de tu ayuda—lo tomó del brazo y lo arrastró hasta que quedaron separados del grupo de amigos de Russell.

—¿No podías decírmelo donde estaba? Estaba por ir a la cafetería—arregló las mangas de su chaqueta negra.

—No. Ahora, ¿Tienes idea de un buen lugar para tener una cita?

—Ve al cine—le sonrió.

—Come mierda, Russell. No quiero el cine. Un lugar especial, no los lugares de siempre y si me dices restaurante mexicano te pateo—advirtió.

Flufftober [Chestappen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora