Capítulo 04

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Jimin

Aún tenía un poco de resaca por la fiesta de mi decimonoveno cumpleaños el día anterior. El regalo de Jungkook había sido una botella con vodka que me había provocado un buen zumbido durante mi fiesta muy controlada por adultos.

Desafortunadamente, hoy mi familia y yo fuimos invitados a cenar con los Kim. Los padres de Namjoon finalmente le habían dicho a su hijo sobre nuestro futuro matrimonio, y ahora se suponía que nos conoceríamos oficialmente. No habíamos hablado desde que Yoongi me avergonzó frente a él hace años, y nunca sentí la necesidad de acercarme a él. Con el tiempo, no tendríamos otra opción, pero hasta entonces quería fingir que mi futuro seguía siendo un misterio. Una cosa era segura: no estaba de humor para este tipo de cena seguramente helada, pero como de costumbre, las obligaciones sociales eran más importantes que las preferencias personales. Nunca me quejaba. Mamá y papá tampoco, y sabía que tenían tanto interés en pasar la noche con los Kim como yo.

La casa de los Kim era una mansión espléndida a la que se habían mudado recientemente. El señor Kim probablemente dijo que fue el dinero de la familia de su esposa o su salario de senador lo que le permitió ser dueño de un lugar como este en la Costa Dorada de Busan. Tenía mis propias sospechas con respecto a su aumento reciente de fondos líquidos. Si había algo de lo que la Organización tenía más que suficiente, era dinero. En realidad, esperaba que papá no tuviera que sobornar a los Kim para que casaran a Namjoon conmigo. Eso habría sido asqueroso.

Una criada con un uniforme gris claro abrió la puerta cuando llamamos y nos condujo a una gran sala de estar con alfombras lujosas y elegantes sofás blancos. Nos esperaba toda la familia Kim, perfectamente acomodados junto a la chimenea de mármol y todos vestidos como si fueran a ir a la ópera. La señora Kim usaba un elegante vestido púrpura hasta el suelo y el señor Kim un traje oscuro de tres piezas. Namjoon estaba de pie junto a su padre. Era un par de centímetros más alto que su padre, pero vestía un traje muy similar al suyo.

Solo sus rebeldes mechones rubios oscuros se desviaban de su apariencia de político y le daban una apariencia de chico surfista. La guinda del pastel fueron las hermanas gemelas de Namjoon. Alguien las había obligado a usar vestidos de cóctel blancos a juego y ataron lazos blancos en sus dos coletas laterales como si tuvieran cinco años y no doce. Ambas sonrían como espeluznantes muñecas asesinas. No es que un solo Kim dominara una sonrisa un tanto convincente.

Jungkook intercambió una mirada conmigo, murmurando en voz baja:

-¿De qué institución escaparon las muñecas asesinas?

Casi me reí, pero me las arreglé para mantener una expresión seria. A veces era inquietante lo similar que funcionaban nuestras mentes.

-Menos mal que Jihyun se quedó en casa. Habría comenzado a llorar al momento en que viera esas sonrisas espeluznantes -continuó Jungkook, ajeno a la expresión de advertencia de mamá.

Le di un codazo.

-Shhh.

Namjoon no me quitó los ojos de encima a medida que estrechaba la mano de sus padres e intercambiaba bromas deshonestas con ellos. Parecía casi... confundido, como si simplemente no pudiera creer que fuera su futuro esposo. Me pregunté si había discutido con sus padres. Él no estaba sujeto a las mismas reglas que la gente en nuestro mundo, entonces, ¿qué le impedía negarse a casarse conmigo?

El señor Kim señaló a su hijo con una sonrisa benévola.

-Este es mi hijo Namjoon.

-Nos conocemos de la práctica de tenis -dijo Namjoon con una voz que sugería que no era la primera vez que se lo decía a su padre.

The price of redemption Donde viven las historias. Descúbrelo ahora