Capítulo 15

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Jimin

Le di un poco de espacio a Yoongi en los días siguientes, y me concentré en mi agenda. Los primeros cursos introductorios estaban por comenzar y quería asegurarme de tener todo lo que necesitaba. También me inscribí en un curso adicional de costura. Ya había tomado lecciones de costura con nuestra criada en los meses previos a mi mudanza a París, pero aún estaba lejos de ser buena. Sabía que necesitaba mejorar si quería entender bien cómo se hacía la ropa. ¿Cómo podías ser un buen diseñador sin saber coser una prenda tú mismo?

Yoongi hacía ejercicio en su habitación mientras yo me quedaba en la mía. Eventualmente, salimos a pie para ir a una tienda de segunda mano que también vendía máquinas de coser a personas que querían reciclar artículos.

—Mi madre solía coser —dijo Yoongi cuando recogimos un modelo más antiguo que aún requería mucho trabajo manual.

La sorpresa se apoderó de mí. Rara vez hablaba de su familia, y si lo hacía era de su padre. No estaba seguro de qué decir, completamente tomado por sorpresa. Pensé que mantendría su silencio por unos días más para castigarme por mi provocación.

—Es una habilidad útil.

Simplemente asintió y el silencio descendió sobre nosotros una vez más en tanto cargaba la máquina pesada a medida que caminábamos de regreso a casa. Mientras esperábamos en la acera a que el semáforo para peatones se pusiera en verde, un grupo de monjas se acercó a nosotros. Retrocedí con una sonrisa pequeña. Sin embargo, Yoongi dejó pasar a las monjas con expresión hostil, como si lo hubieran ofendido personalmente.

—¿Cuál es tu problema con las monjas? —pregunté cuando finalmente cruzamos la calle.

La acera aquí era estrecha, así que los dos teníamos que caminar brazo contra brazo, lo cual se sentía bien. Yoongi había dejado de caminar unos pasos detrás de mí ya que de todos modos estábamos solos en París. Se sentía cada vez menos como una relación de trabajo.

—No tengo ningún problema con las monjas —dijo con indiferencia. ¿A quién estaba intentando engañar? Lo conocía desde hacía años y lo había visto en su mejor y peor momento, aunque en su mayoría el peor. Sabía cuándo mentía.

Hice una mueca que dejó descaradamente claro que no le creía.

—Claro. ¿Coqueteaste con una monja y ella rechazó tus insinuaciones?

Eso era algo que podía imaginar vívidamente. Era del tipo que lo haría, solo por diversión.

La repugnancia apretó sus labios.

—¿Por qué ligaría con una monja?

—¿La emoción de la caza y lo prohibido? ¿Solo por despecho? ¿O tal vez incluso aburrimiento?

—Desde que entraste en mi vida, el aburrimiento es el menor de mis problemas.

Le dediqué una sonrisa arrogante.

—Gracias.

—Eso no fue un cumplido.

—Seguro que sonó como uno. Lo acepto.

Negó con la cabeza, pero podía decir que estaba luchando contra una sonrisa. En realidad, deseaba que la dejara ganar más a menudo. El sol había estado brillando todo el día y casi parecía primavera. Teniendo en cuenta el frío que había hecho unos días antes, esto me tomó completamente por sorpresa.

—Vayamos al parque y tomemos un poco el sol.

Yoongi asintió, y nos dirigimos juntos hacia el césped en la base de la Torre Eiffel. Para mi sorpresa, no éramos las únicas personas. Varias personas habían tendido mantas y se habían sentado en la hierba, bebiendo vino y charlando.

The price of redemption Donde viven las historias. Descúbrelo ahora