Capítulo 4: Los hilos del destino

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"En un mundo donde la lógica se desvanece, las uniones más inesperadas florecen con una belleza absurda

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"En un mundo donde la lógica se desvanece, las uniones más inesperadas florecen con una belleza absurda."

Conejo no sabía con exactitud qué palabras usar frente a su Reina. Después de todo, él fue el responsable de traer al chico; si bien la entrada le había cambiado esencialmente para que se adaptara debido a su condición, esta accionaba por sí sola en ocasiones, enviándote al camino que debías seguir.

Pero, ¿hacia dónde enviaría al hijo de Alicia?

Mirana estaba preocupada. No dejaba de caminar de un lado a otro, poniendo nerviosos a todos los presentes. Estaban sentados alrededor de una bonita mesa de mármol, tomando el té acostumbrado. Sin embargo, cuando Sr. Conejo y lirón llegaron, el ambiente cambió tan de repente que incluso el Sombrerero después de tanto tiempo, comenzó a sentirse ligeramente ansioso.

Su hijo tampoco aparecía, y ya debía haber llegado.

Como si lo invocara, Haneulri llegó corriendo, acomodando su espada mientras intentaba que su alocado cabello rizado permaneciera en su lugar. Frente a sus padres, trató de regular su respiración, ya que al llegar aún jadeaba y respiraba con la boca abierta. Se mantuvo en silencio, sin desear agregar más preocupaciones a su madre. Si ella se entera de la presencia de algunos peones cerca de su reino; buscando a su primo, moriría del estrés.

Alzó la mirada cuando por fin habló su madre: —Debemos enviar a los guardias blancos a toda la zona —dijo acercándose—, y para evitar conflictos, procuren no entrar en las tierras de... —hizo un ademán con sus manos, enfatizando lo voluminoso que solía vestir.

—Acompañaré a los guardias —no le gustaba nada relacionado con responsabilidades, el reino o incluso enfrentarse a la Reina Roja, pero le encantaba divertirse un poco. Y si los peones estaban lo bastante cerca de su territorio podría atacar.

—Pero acabas de llegar, y no quiero que, por mis nervios, aceptes ir a buscarlo —dijo su madre con preocupación en la voz.

Haneulri no la escuchó cuando se subió a su caballo. No iba a decir nada respecto a aquello, pero algo en la mirada de su padre, tan apagada como jamás la había visto, le provocó una extraña repulsión.

 No iba a decir nada respecto a aquello, pero algo en la mirada de su padre, tan apagada como jamás la había visto, le provocó una extraña repulsión

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Las rosas rojas. 𐤀KookV.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora