Capitulo 10.

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  EL HEREDERO DE DRIFMARK.

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La celebración de Luke por ser oficialmente el heredero de Drifmark apenas iba a comenzar, los sirvientes preparaban las mesas, algunos decoraban el jardín y otros la comida.

La joven platinada estaba esperando a que prepararan su baño, mientras una de las doncellas tomaba un trapo mojado dirigiéndolo hacia la cara llena de sangre de Visenya limpiando cada rastro de este.

Para después unas doncellas traer un bote de agua hirviendo y vaciarlo a la tina.
—Está lista el agua, princesa— murmuró— espero no esté tan caliente.

Visenya se paró y se dirigió hacia la tinaja para tocar el agua con las yemas de sus dedos, a pesar de salir vapor de esta, la rubia no sintió ni una pizca de calor.

—No está demasiado caliente— dijo a la doncella que servía fielmente.
Esta solo asintió y salió de la sala.

—Le cepillare el pelo—comentó una, para después tomarle la trenza y despeinarla lentamente para no lastimarla.


La bañera por fin estaba lista, una de las mujeres comenzó a desabrochar el vestido rojizo que tenía la ojo morado, pero esta negó con la cabeza.

—Déjenme sola— ordeno y estas obedecieron inmediatamente.

Después de unos segundos suspiro y comenzó a quitarse el largo vestido que poseía, para quedar en ropa interior.

Unos gritos alado de su habitación la alarmaron, esos mismos gritos que había escuchado de niña en Drifmark.

—De nuevo esa zorra— susurró.
Esta vez nadie podía escucharla, pero no iba a quedarse sin saber quien era el amante, así que se puso un vestido de seda, y rápidamente salió de la habitación sin hacer ningún tipo de ruido.

Los pasillos estaban completamente solos, los guardias se habían ido al jardín por órdenes del Rey.

La platinada caminaba sin hacer ningún tipo de ruido, sus pies descalzos pisaban el pavimento el cual no estaba frío.

Llegó con pasos lentos a la habitación de la Reina y abrió un poco la puerta sin hacer sonidos.

Esta vez, se podía ver el rostro de aquel guardia y al verlo abrió los ojos.

No podía creer lo que veía, sentía que sus ojos estaban jugando una broma, pero después lo creyó, observó la escena por un momento.
Alicent estaba sentada dando brincos arriba de Sr Criston, el de igual manera estaba sentado,  con los ojos cerrados, y dando gemidos agitados.

La ojo morado cerró la puerta no hizo estampido, caminó rápido hacia su habitación, su cabeza daba vueltas, no sabía con quien compartir ese secreto, no quería quedarse callada, llevaba años guardándolo y ahora podía confirmar quien era tal guardia, pero no tenía a quien contarle tal cosa, sabía que si se lo decía a su madre está lo gritaría a los siete reinos, odiaba a Alicent pero no lo suficiente como para soltar un secreto así.

La danza sangrante (Aemond targaryen x Visenya) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora