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Cuando Néstor Lorenzo llamó, la noticia sorprendió a ambos. Yo iba conduciendo y vi la reacción de Richard en el retrovisor. Sabía lo importante que era para él jugar contra Argentina, pero la fecha inesperada lo complicaba todo. Apenas colgó, me miró y, antes de que pudiera decirle algo, suspiró profundamente.

—Amor, eso significa que tengo que viajar mucho antes... —me dijo.

No pude evitar sentir un nudo en el estómago. Había pasado tanto tiempo sin él, y justo cuando las cosas parecían calmarse, ahora esto.

—¿Cuándo te vas? —pregunté con la voz más tranquila que pude.

—La próxima semana —respondió Richard, mientras miraba por la ventana, como si estuviera procesando todo.

Seguimos conduciendo en silencio, con muchas emociones mezcladas entre nosotros.

Cuando Richard me pidió que nos devolviéramos al club Palmeiras, hice un giro en el anillo vial y tomé el camino de regreso. Mientras conducía, él estaba algo pensativo, así que lo dejé en su espacio, dándole tiempo para procesar todo lo de la convocatoria.

Al llegar al club, se bajó rápidamente. Antes de que se fuera, bajé la ventana y le dije:

—Amor, la casa ya está lista. Esta mañana me avisaron que ya podemos mudarnos.

Él sonrió, aunque todavía se notaba algo preocupado.

—Perfecto, nos vemos allá más tarde —dijo, acercándose para darme un beso rápido antes de entrar al club.

Lo vi alejarse mientras me dirigía a nuestra nueva casa, con una mezcla de emociones. Por un lado, estaba emocionada por empezar esta nueva etapa, pero por otro, sentía una presión en el pecho al saber que pronto él volvería a irse por un tiempo.

Cuando llegué a la casa, no podía creer lo que veía. Era simplemente impresionante. La fachada estaba hecha de un elegante mármol blanco que reflejaba la luz del sol, dándole un brillo único. Un amplio jardín verde se extendía frente a la entrada, con plantas bien cuidadas y un camino de piedra que guiaba hacia la puerta principal.

Al abrir la puerta, me encontré con un amplio recibidor con techos altos y grandes ventanales que dejaban entrar una cantidad increíble de luz natural. El suelo de mármol pulido contrastaba con las paredes de tonos suaves, dándole un toque moderno y acogedor al mismo tiempo.

A la izquierda, un salón enorme con sofás grises y una chimenea central, perfecta para las noches de invierno. Las ventanas del salón daban directamente a la piscina en el patio trasero, que se veía tentadora bajo el cielo despejado. Al fondo, un comedor elegante con una mesa de madera oscura y sillas blancas, que combinaban perfectamente con la estética de la casa.

La cocina era de ensueño, con electrodomésticos de última generación y una isla en el centro con encimeras de cuarzo. Justo al lado, había una pequeña terraza ideal para desayunar al aire libre, con vistas a un jardín lleno de flores exóticas.

Subí por las escaleras flotantes que llevaban al segundo piso, donde las habitaciones estaban decoradas con detalles minimalistas pero lujosos. La principal tenía un balcón privado con vistas a la piscina, y el baño en suite parecía sacado de una revista: una bañera de hidromasaje, ducha con paredes de cristal, y todo revestido en mármol blanco.

La sensación de amplitud y paz que la casa irradiaba me llenaba de calma. No podía creer que este lugar tan increíble ahora fuera nuestro hogar.

Me desperté sobresaltada al escuchar cómo se abría la puerta de la habitación. Al principio no le di mucha importancia, ya que sabía que Richard había llegado a casa. Sin embargo, cuando entreabrí los ojos, vi una silueta con el pelo blanco. ¿Blanco? Eso no podía ser él. Sentí el corazón acelerarse y, sin pensarlo, grité: "¡AHHHHHHHHHHHH!"

SOLO ELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora