|𝟎𝟎𝟕

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"Me habría ido contigo incluso al mismo infierno."

    —¿Te gusta?

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    —¿Te gusta?

Techos altos y blancos, adornados con molduras intrincadas, hermosos ventanales entre cada pared como si de cuadros se tratase. Era un departamento espacioso, si alguien quería hacerse ver de dinero, esta era forma. La decoración era minimalista sin nada llamativo; los largos sofás de color gris que rodeaban la pequeña mesa de cristal, muebles de madera oscura y pinturas abstractas.

   Ella recorrió el espacio con la mirada. Antes de responder a la pregunta, se tomó el tiempo de dejarse caer sobre una de los sofás.
—Es lindo, pero, ¿no es demasiado grande para una sola persona?

   Él se echó a reír ligeramente. —Te dije que te llevaría conmigo —aseguró mientras la miraba. Sus dedos jugueteaban con el cigarro mientras lo llevaba a sus labios, aún sin encenderse.

   No sabía si hablaba en serio, sus ojos verdes la hacían dudar. La mirada de él la hacía sentir incómoda, no podría sostener el contacto visual; y finalmente desvió el rostro.

    —Ni lo sueñes

   Una risa ronca, la única respuesta a su agresión y simplemente continuó. —Alquilaré este lugar, me gusta —dijo, recorriendo sus dedos por encima del respaldo del sofá

    —Es tu estilo —aseguró ella con una leve sonrisa. —Además, estarás cerca del centro, será perfecto para ti...

    —Y estaré solo a cinco minutos de ti... un bonus adicional —Sus comisuras se alzaron, formando una pequeña sonrisa burlona.

   Ella rodó los ojos, sin embargo no pudo evitar reír y para él, había cedido. Se acercó, inclinándose hasta rozar sus narices, un pequeño beso esquimal mientras sus respiraciones se mezclaban, un gesto angelical, el cual no podrían mantener mucho tiempo. Sus manos se posaron en su cintura, estrujando ligeramente la piel, dándose el lujo de entrar a la blusa ajena.

   Un escalofrío la recorrió de arriba abajo. Él no la miraba, su vista estaba en sus labios, ella lo sabía, y eso la carcomía más. Enredó sus dedos en su cuello, su aliento rozó ligeramente la mejilla contraria, una insinuación, la cual jamás pasaría desapercibida, no por él. Tomó sus labios, en beso tortuoso para ambos, no había contacto más íntimo que ese. Sus falanges se abrieron paso dentro de su ropa, jugueteando con la orilla del sostén. No necesitaban apresurarse, porque él creía tenerla toda la tarde.

Maldijo el infernal timbre del celular.

   Se alejó con un gruñido mientras la veía atender. Sus manos aún rodeaban sus caderas, ladeó el rostro, no es que intentase escuchar más allá de lo que debía, solo la miraba. Ella sonrió, sabía exactamente qué era lo que pasaba por la cabeza de ese castaño, no era nada bueno. La mueca en el rostro del hombre era un poema, había escuchado las palabras que menos le gustaban, chasqueó la lengua y finalmente la soltó, pasando perezosamente la mano por su cabello, desordenándolo en el proceso.

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⏰ Última actualización: Oct 14 ⏰

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𝐆𝐔𝐈𝐓𝐀𝐑 | 𝖲𝗎𝗇𝖺 𝖱𝗂𝗇𝗍𝖺𝗋𝗈𝗎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora