|𝟎𝟎𝟔

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"Él tono de la cafeína siempre me recordaba a los mechones rebeldes que caían sobre tu frente. ¿Podría tomar todo de ti?"

 ¿Podría tomar todo de ti?"

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La tenía frente a él. Las hebras de color avellana artificial que caían como cascada sobre la curva de sus hombros y espalda; los leves suspiros que salían de sus labios entreabiertos, y esas largas pestañas que descansaban sobre sus mejillas. Ella se inclinaba hacia su tacto cada que el pasaba sus dedos de forma juguetona sobre sus pómulos, a sabiendas de las cosquillas que le haría sentir. Se inclinó, un ligero roce de sus labios contra su frente antes de deslizarse hasta sus mejillas, atrayéndola hacia él mientras la sujetaba de la cintura, tan delicadamente, pensando romperla si se atreviese a ejercer fuerza sobre su piel.

La mujer se removió entre sus brazos y él se apartó para poder mirarla. Su pecho dolió cuando vio sus ojitos somnolientos, los finos dedos fueron a parar a sus ojos mientras se los frotaba ligeramente, ella buscaba enfocarlo. Y su dulce voz lo derritió sobre el enorme lienzo blanco.

—¿Llevas despierto mucho tiempo...?

El castaño sonrió ligeramente, pellizco sus mejillas antes de inclinarse y dejar un beso fugaz sobre sus labios.

—No he dormido en toda la noche —Mentía. Pero amaba tanto jugar con ella—Tus ruiditos no me dejaron descansar

Sus mejillas se sonrojaron, estaba claramente avergonzada, frunció el ceño ligeramente mientras su rostro se mezclaba con una mueca
—¿Ruidos? Pero yo no ronco al dormir

Tenía un mohín en sus labios pero él no se atrevería a decírselo, no si quería sobrevivir y llevar una mañana tranquila.

—¿Ronquidos? Yo no hablaba de eso —Ladeó ligeramente la cabeza, ella lo miró confusa— Hablaba de lo de ayer; tus gemidos aún resuenan en mi...

Se abalanzó sobre él, cubriéndole inmediatamente la boca, interrumpiendo el poema que seguramente él había preparado.

—Okey, okey, ya entendí —Sus labios temblaron ligeramente mientras intentaba mantener el contacto visual, pero fallando triunfantemente.

El silencio se prolongó por algunos minutos; el chico tomó su muñeca y pasó su lengua por la palma contraria, ella soltó un pequeño jadeo, y él sonrió burlón. Tiró de ella hasta encontrar sus labios, un pequeño beso, uno de esos que te deja por horas sobre él cielo, en donde apenas existe el tacto. El castaño odiaba no sentir más de ella, pasó ligeramente la lengua buscando más acceso, uno que se le concedió inmediatamente y fue donde él tomó el control, una de sus manos fue hasta la nuca contraria impidiéndole alejarse; y la restante apretujo ligeramente su costado. Tiró de su cabello, rompiendo el contacto tan íntimo que había empezado.

La llevó hacia su pecho y sostuvo su cabeza pegada contra su cuello—¿Quieres desayunar?

—¿Pedirás algo?

𝐆𝐔𝐈𝐓𝐀𝐑 | 𝖲𝗎𝗇𝖺 𝖱𝗂𝗇𝗍𝖺𝗋𝗈𝗎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora