CAPITULO CINCO

1.4K 121 6
                                        

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Conversábamos en silencio mientras Kirill, habiendo tomado confianza, empezaba a charlar un poco con nosotras

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Conversábamos en silencio mientras Kirill, habiendo tomado confianza, empezaba a charlar un poco con nosotras.

— Aquí estás — dijo una voz firme detrás de nosotros.

Me giré para encontrarme con una chica de rostro serio, que miraba a Kirill con desaprobación.

—¿Y usted es...? — preguntó Tamara, observándola con curiosidad y algo de cautela.

—Yulia —respondió la chica, levantando el mentón con una actitud claramente altanera. Fruncí el ceño, sintiendo una pequeña punzada de desagrado.

En ese momento, escuché pasos que se detuvieron justo detrás de nosotras.

—Kirill, no molestes a las señoritas. Nos vamos —dijo una voz masculina, grave pero tranquila, desde mi espalda.

Me giré y me encontré con un hombre de mirada penetrante y unos impresionantes ojos azules. Su presencia era imponente, aunque no particularmente agresiva.

—¿Ustedes son sus familiares? —pregunté en voz baja, intentando entender la situación.

El hombre mantuvo su mirada fija en la mía durante unos segundos que parecieron prolongarse más de lo necesario. Finalmente, asintió lentamente.

—Soy su tío —dijo sin más, como si eso explicara todo.

Asentí, procesando la información, mientras desviaba la vista hacia Kirill, que seguía sentado tranquilamente en la mesa.

—Kirill, Killian ha dicho que nos vamos, muévete —ordenó Yulia, tirando del brazo del niño con brusquedad.

El pequeño me miró frunciendo el ceño, claramente incómodo. Instintivamente, me levanté y lo aparté de su agarre con suavidad.

—Déjalo —dije, agachándome frente a él—. ¿Por qué no quieres irte?

—Me caes bien —dijo con una sonrisa tímida.

Le devolví la sonrisa, notando la sinceridad en sus palabras.

—A mí también me caes bien, Kirill. Pero debes ir con ellos, ya sabes, ya es tarde y tienes que descansar.

[COMPATIBLES]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora