En casa, Sarah sentó a Michelle en la sala de estar, con expresión seria pero amable. "Michelle, tenemos que hablar", comenzó, mientras observaba cómo Michelle se movía nerviosamente.
—¿Qué pasa, mamá? —preguntó Michelle con voz teñida de aprensión.
"Extraño tener un hombre en casa", admitió Sarah. "He estado pensando en volver a empezar".
Michelle abrió mucho los ojos, sorprendida, y el corazón le latía con fuerza. —Pero en el fondo sigo siendo tu marido, Mike —protestó, en voz baja—. Todo volverá a la normalidad cuando termine la escuela.
Sarah no pudo evitar reírse al ver a la adolescente femenina que tenía frente a ella. Escuchar a su hija insistir en que ella era su marido era demasiado divertido. "Oh, cariño", dijo, tratando de recomponerse. "No empezaré a salir con nadie a menos que tú también empieces a salir con alguien". El enfado de Michelle era palpable. "No me interesan los chicos", repitió, cruzando los brazos desafiante.
Sarah se rió entre dientes, sabiendo la verdad pero decidiendo seguirle el juego. "Está bien, Michelle, esperaré por ahora".
Pasaron las semanas y Michelle se encontró pasando más tiempo con Jason. Se hicieron buenos amigos, charlaban y reían juntos constantemente en la escuela. A pesar de su reticencia inicial, no podía negar el creciente vínculo entre ellos. Se encontró esperando con ansias sus conversaciones, la forma en que él la hacía reír y la forma en que la incluía en su mundo sin esfuerzo.
La amabilidad y la atención de Jason contrastaban marcadamente con la incomodidad que Michelle temía. La escuchaba, la alentaba y la hacía sentir especial de una manera que era nueva y emocionante a la vez. Era difícil ignorar el revoloteo en su estómago cada vez que él estaba cerca, una sensación que no había previsto sentir.
Finalmente llegó el día del partido por el campeonato, y la tensión era máxima entre los equipos. El partido se prolongó hasta el final y, cuando el equipo de Michelle anotó el punto ganador, la multitud estalló en festejos. En su emoción, Michelle vio a Jason al otro lado del campo. Sin pensarlo, corrió hacia él y se arrojó a sus brazos.
Jason la atrapó sin esfuerzo, sus fuertes brazos la envolvieron mientras ella lo abrazaba con fuerza.
Se apartó un poco, sus rostros estaban a centímetros de distancia. —Michelle —comenzó, pero antes de poder terminar, se inclinó y la besó.
Atrapada en el momento, Michelle le devolvió el beso, con el corazón acelerado. Se sintió tan natural, tan correcto, que ni siquiera se dio cuenta de lo que estaba haciendo hasta que terminó. Se separaron, sin aliento, mirándose a los ojos, un entendimiento silencioso entre ellos. El mundo parecía desdibujarse a su alrededor, los vítores
de la multitud desapareciendo en el fondo mientras ella se concentraba únicamente en Jason.
La celebración continuó, pero la mente de Michelle era un torbellino de emociones. Reprodujo el beso en su
La mujer se quedó mirando a su alrededor, analizando cada detalle, cada sensación. Era confuso, estimulante y aterrador a la vez. Más tarde, Emily la encontró, con una sonrisa burlona en su rostro. "Pensé que no te gustaban los chicos, Michelle".
Michelle se sonrojó profundamente y luchó por mantener la compostura. "Fue solo un beso de celebración", insistió, tratando de sonar despreocupada. Sin embargo, su corazón contaba una historia diferente, una llena de sentimientos que florecían y que no estaba lista para enfrentar.
Emily se rió, claramente no convencida. "Sí, claro que sí".
Michelle miró hacia otro lado, con las mejillas ardiendo mientras luchaba por aceptar la realidad. Tal vez, sólo tal vez, lo hizo.
Como los chicos. El pensamiento hizo que su corazón se acelerara de una manera que no esperaba, agregando una nueva capa de complejidad a
Su viaje, por primera vez, se preguntó qué significaría abrazar estos sentimientos, explorar esta
nuevo aspecto de su identidad. El camino que tenía por delante era incierto, pero también estaba lleno de posibilidades.
Nunca lo imaginé.