00 | 𝐓𝐡𝐞 𝐒𝐭𝐫𝐚𝐧𝐠𝐞𝐫

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Ver el camión de la mudanza alejarse fue como una puñalada en el pecho para ella, pues ya no tenía más opción que enfrentar todo aquello. Lo único que quedaba de su vida eran esos viejos guantes negros que cubrían sus manos.

Aunque, ¿era aquello digno de llamar vida? No lo sabía... quizás ni siquiera quería averiguarlo.

Genieve ni siquiera se molestó en voltear a ver a su tío cuando lo escuchó suspirar. Lo notaba: el cansancio y la frustración en su voz; él tampoco quería esto. Era por eso que le habían comprado esa cabaña en medio del bosque, para mantenerla lejos de su familia y de su imagen pública, y evitar cualquier incidente inesperado.

───Un auto vendrá semanalmente con todas las provisiones que puedas necesitar ───dijo el hombre con un aire de altanería, con sus manos tras la espalda, observando la cabaña frente a ellos───. Yo me encargaré de las cuentas, y... ten, para lo que se te pueda antojar.

La chica vio con resignación el rectángulo de plástico que él tendía hacia ella, y junto a la tarjeta, las llaves de la casa. Sin muchas ganas, las tomó, contemplando por más de un segundo el metal brillante de las últimas, pero no pasó desapercibido para ella cómo él evadía su toque, como si le diera asco.

Ella suspiró.

───Puedes hacer lo que quieras en el pueblo, no te estaremos vigilando───soltó él con tono despreocupado───. Para eso es la tarjeta, mantente distraída por ahí, y no olvides usar el apellido de tu padre.

───Tío Preston...

───No ───cortó el hombre con una mirada filosa hacia ella───. En lo que al pueblo concierne, no tienes relación con ningún miembro de los Noroeste, ¿entendido?

───Sí... sí, entendido ───ella desvió la mirada─── ¿Al menos podré conocer a mi prima en algún momento?

Preston Noroeste la miró desde lo alto, como si fuese superior a ella, con ese tinte de desprecio que estaba acostumbrada a ver en cada par de ojos que se posaba en ella. Aún así, eso no hacía que doliese menos; era como echar un poco más de sal en una herida siempre abierta.

───Estoy haciendo esto por tu madre, niña ───murmuró por lo bajo, su voz siseante como la de una serpiente al atacar───. No quiero verte cerca de mí o de mi familia

───Ya, lo entiendo ───bufó ella frustrada───. Supongo que pasaré aquí el verano... y el resto de mis días, al parecer.

───Así es ───asintió él, cruzando las manos tras la espalda en un aire formal───. Disfruta tu cabaña, Genieve, te veré... espero que nunca.

Ella vio cómo su tío se montaba en su caro auto y su chófer lo conducía a lo largo del sendero, alejándose cada vez más y dejándola en aquella locación perdida en medio de la nada, completamente sola. La niña sintió su corazón arder y se abrazó a sí misma en busca del consuelo que durante quince años de su vida jamás había tenido.

───Sí... adiós a ti también.

Con un sabor agridulce en la garganta, Genieve se giró en dirección a la puerta principal, y al abrirla se sintió aún más sola. La habitación estaba amueblada; ese aire de clase alta que despedían los muebles era difícil de ignorar, pero ella sentía que cada uno de ellos era alguna especie de burla, que no hacían más que recordarle cómo la habían abandonado como a un perro.

Dejó la tarjeta de crédito sobre la pulcra mesa gris del comedor y, con ojos cansados, se dispuso a explorar un poco. Un salón, una cocina no muy grande, un comedor. También tenía un patio trasero cercado; en el segundo piso había dos habitaciones, y a Genieve se le hizo graciosa la idea de poder escoger dónde dormir.

𝐑𝐈𝐅𝐓𝐄𝐃 𝐀𝐖𝐀𝐘 ── 𝐆𝐫𝐚𝐯𝐢𝐭𝐲 𝐅𝐚𝐥𝐥𝐬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora