05 | 𝐁𝐨𝐨𝐤𝐰𝐨𝐫𝐦

42 4 0
                                    

Ah, una caminata al aire libre arreglaba cualquier mal ¿cierto?

Excepto si ese mal se tenía cabello blanco y se apellidaba Alegría.

Genieve no es que lo odiara, usualmente le gustaban mucho los niños, y en condiciones normales Gidion podía haber resultado incluso adorable. Pero había varios factores que le hacían sentir cierto repudio hacia el chico. Que fuese un rival de la cabaña tan empeñado en alzar su imagen de manera sucia, o esa mezcla entre querer lucir infantil y maduro a la vez ¿porqué un niño no podía solo ser un niño? Ella no tenía nada en contra de él y su pequeño acto circense o toda la estética que rodeaba a la tienda de la telepatía, simplemente... había algo fuera de lugar.

───¡oh, espera, espera! ───su vocecita siempre entonada y aparentemente optimista la hizo mirar hacia abajo con cierta frustración, él sonreía─── ¡Mi vieja amiga Genieve Noroeste! No te había visto mucho este año ¿demasiado trabajo?

───Es "Maverick", Gideon ───explicó ella con un leve suspiro y una sonrisa forzada, intentaba ser amable───. ¿Necesitabas algo?

───ah, ya sabes, solo quería hablar un poco ───el niño ajustó las solapas de su traje. Ella sabía de lo que trataba, claro que lo sabía y aquellas mejillas rechonchas del infante no la engañarían con su fachada encantadora───. Una charla casual ¿eh? ¿Te apetece un jugo o algo? ¿Porqué no pasamos a la tienda?

───De hecho, me están esperando en un lugar y...

───¡Serán solo unos minutos! Vamos, vamos, mi madre hizo galletas con mi cara

Que horror, pensó la castaña.

Genieve había salido del trabajo haría una media hora, había pasado por su cabaña rápidamente y cuando Gideon la interceptó se dirigía hacia el hogar de los Corduroy. Wendy y ella pasarían la noche jugando videojuegos y viendo viejas películas de acción solo para reírse de los efectos especiales. Pero aún era el primer mes del verano, lo que significaba que la Tienda de la Telepatía había abierto y que aquel pequeño fastidio albino intentaría robarle informacion acerca de la Cabaña del Misterio.

El año anterior había sido lo mismo, más de una vez había sido recurrida por el pequeño que había hecho hasta lo imposible para comprarla. A ella y a la cabaña, o bueno, más bien las escrituras. Genieve no entendía realmente cuál quera el arraigo de ese niño con conseguir aquel terreno, pero se volvía frustrante cuando ella lo único que quería era llegar a casa de su mejor amiga y él la arrastraba hacia su tienda de la locura.

───Pasa, siéntate porfavor, ponte cómoda ───casi siendo empujada hacia el interior, Gideon señaló a una pequeña mesa que estaba sobre su tarima, parecía llena de partituras y notas que supuso eran del show

Genieve ni siquiera soltó su bolsa, solo quería terminar con esto lo más rápido posible.

───Cuéntame, amiga ¿cómo estás? ¿Qué tal te va el trabajo, todo bien por la cabaña? ───Echándose hacia atrás, el niño le dió una sonrisa demasiado plástica para su gusto, demasiado estereotipada, uniendo las yemas de sus dedos sobre la mesa como si le interesara mucho su respuesta.

───Todo ha estado bien, gracias por la preocupación Gideon ───ella le devolvió la sonrisa, pero se le veía un tanto más incomoda y afilada. Quería solo decirle que se metiera en sus asuntos y dejara su tonta obsesión por la cabaña de su jefe.

Pero vamos ¡era solo un niño! No podía ser grosera con él...

───¿oh, en serio? Porque un pajarito me contó que no te pagan muy bien ───alzó una ceja, una sonrisa de medio lado en su rostro como quien sabe más de lo que dice.  Ella frunció el ceño.

𝐑𝐈𝐅𝐓𝐄𝐃 𝐀𝐖𝐀𝐘 ── 𝐆𝐫𝐚𝐯𝐢𝐭𝐲 𝐅𝐚𝐥𝐥𝐬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora