Capitulo 1: Excavación en Wadi Rum (parte II)

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Al día siguiente, Marduk salió a correr como de costumbre. Hacía un día especial y el sol salía sobre el horizonte. En el cielo a lo lejos se podían atisbar unas nubes grisáceas. Parecía que hoy también iba a llover. Marduk se quitó el chándal gris con el que había salido a correr y se vistió con unos pantalones vaqueros y una camisa, como de costumbre. Pese a que apenas tenía veinticinco años, era un hombre de gustos sencillos. No solía ir a la moda como los de su edad, no porque tratase de ser diferente sino simplemente porque le gustaba la comodidad y no pensar mucho en qué ponerse. En su armario solo habian pantalones vaqueros azules y negros, una pila de camisas basicas de colores discretos y algunas chaquetas y zapatillas. Alguna vez se encontraba una camiseta diferente o algún pantalón rasgado que su primo Karim dejaba en el armario para que se probase, en un vago intento de “modernizarle”. 

Al salir por la puerta de su habitación, se encontró a su primo en el pasillo, con dos tazas de café y una tostada en la boca. Le miró y esbozó una gran sonrisa en su rostro. Marduk le devolvió la sonrisa con otra y salió de su casa para irse a trabajar.

Pasadas las doce del mediodía, Jerry pasó por el despacho de Marduk y entró sin picar a la puerta.

— Marduk, ¿cómo estás? ¿Ya tomaste una decisión?

— Sí, señor. Tras pensarlo he decidido que acepto el puesto de voluntario.

— Bien, el viaje será en unos días. Prepara todo lo que necesites. Diane te dará la información sobre la expedición. 

Marduk asintió y volvió al trabajo. Le hubiera gustado ir como arqueólogo jefe, pero no tenía otra opción. 

Esa misma noche hubo una fiesta de despedida para Marduk, organizada por su primo Karim. Al entrar a su apartamento, encontró a su primo más contento de lo normal, pues se había bebido su famoso cóctel pre-fiesta: una mezcla de dos copas de whiskey y un shot de tequila. Al ver a Marduk, cogió dos vasos pequeños con tequila y le entregó uno antes de entrar a la sala principal. En ésta  se encontraban principalmente los amigos de Karim, pues Marduk a penas tenía alguno.

— Por mi primo Marduk Hal, el Indiana Jones de la vida real — dijo entusiasmado rodeando los hombros de Marduk, quien sonreía tímidamente. 

Se bebió el vaso de golpe y todos en la fiesta dieron un trago a la bebida que tenían. Tras beberlo miró a Marduk y señaló su pequeño vaso, a lo que Marduk se lo tomó de golpe para no hacerle el feo. Tras beberlo de un trago, Karim se acercó a un pequeño mueble en una esquina del salón, abrió la puerta y sacó una pequeña caja envuelta con un lazo azul.  

— Te he comprado un pequeño regalo, primo — dijo acercandole la caja  —. Ábrelo.

— ¿Había que traer regalos? — intervinó una voz con gran preocupación desde el sofá —. Porque yo no he traído nada. No sabía…

— Sientate Bernie, no estropees el momento — interrumpió Karim. Bernie era uno de sus amigos más íntimos, un hombre gordo y muy despistado.

Marduk quitó con sutileza el lazo y abrió la caja. Dentro había un látigo de piel de color marrón oscuro.

— Lo necesitarás en tu expedición.

— Karim — carcajeo Marduk—. No voy a combatir con seres mágicos o trampas de un antiguo templo, sólo voy a investigar.

— Pero Marduk, no sabes que te encontrarás allí. Te puede salvar la vida—. Karim se acercó a la oreja de Marduk y susurró: — Además le puedes dar otros usos…

Marduk soltó una carcajada enorme, su primo sabía cómo hacerle reír. El joven le dio las gracias con un fuerte abrazo y ambos se sentaron en el salón con el resto de invitados.

Marduk Hal y el ladrón de almasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora