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Naruto y Sasuke, ambos donceles, caminaban al frente mientras avanzaban hacia el bosque. Shikamaru, como siempre, estaba a su lado, acompañado por su novio.

—¿Falta mucho para llegar? —preguntó Naruto, un tanto impaciente.

Sasuke soltó un suspiro de exasperación y, sin dejar de caminar, rodó los ojos.

—Ya casi, dobe —respondió, su tono cargado de familiar irritación.

Naruto bufó, abrumado por la espera, pero su ánimo cambió en cuanto Sasuke añadió algo más.

—Tu regalo, rubio, está en el bosque.

Los ojos azules de Naruto brillaron con emoción. Continuaron caminando hasta que llegaron a un claro. El viento soplaba suave, y los sonidos de la naturaleza brindaban una atmósfera serena y calmante.

En el centro del claro, un objeto llamó la atención de Naruto. Bajo la luz del sol, descansaba una caja de madera bellamente tallada con símbolos de Konoha, el clan Nara y el clan Uchiha, envuelta en una cinta naranja.

Naruto, con una mezcla de curiosidad y emoción, abrió la caja. Dentro encontró dos objetos que le resultaron profundamente significativos: una pequeña piedra grabada con los símbolos de viento y fuego, representando la unión de los clanes Nara y Uchiha, y una carta escrita a mano por Shikamaru y Sasuke. La piedra, un amuleto, simbolizaba la amistad inquebrantable y la protección que ambos le ofrecían, incluso en la distancia.

Tomó la carta y comenzó a leer:

Shikamaru: "Sabemos que el camino nunca ha sido fácil, Naruto, pero siempre has sido la luz para todos nosotros. Este amuleto te recordará que no importa lo difícil que sea, siempre hay una sombra que te respalda. No te quedes atrapado en las nubes, tú sabes cómo moverte más allá de ellas."

Sasuke: "Este es un recordatorio de que, aunque nuestras sendas sean distintas, siempre estoy aquí, como tu hermano. El fuego que llevas dentro es más fuerte que cualquier obstáculo. Feliz cumpleaños, Naruto."

Naruto cerró la caja con una amplia sonrisa en el rostro, sintiendo el calor del cariño de sus amigos.

—Gracias, chicos. Los adoro —dijo, lanzándose a abrazar a Shikamaru con fuerza. Sasuke frunció el ceño al observar la escena.

—¡Dobe! Aléjate de mi vago —gruñó Sasuke, claramente molesto.

Naruto solo sonrió con travesura. Sin soltar a Shikamaru, extendió su brazo y arrastró a Sasuke hacia el abrazo también.

—Vamos, teme, no te enfades —dijo entre risas.

***

Los shinobi corrían frenéticamente por los bosques de Iwa, en una búsqueda desesperada por atrapar al ninja conocido ahora como el "Relámpago Escarlata". Ambos sabían que no podría haber ido muy lejos, pero la velocidad de su objetivo era legendaria.

—No puede estar lejos —dijo uno de ellos, jadeando por el esfuerzo.

El "Relámpago Escarlata" había demostrado ser un enemigo formidable. Su velocidad era inigualable, tanto que Iwa rompió el tratado de paz solo para acabar con él. Konoha, devastada, luchaba por sobrevivir tras la unión de Iwa y Oto, que ahora conspiraban para destruir la aldea.

***

Konoha yacía en ruinas tras la invasión de Iwa. El Quinto Hokage, Shisui Uchiha, estaba enfrascado en una feroz batalla contra el Jinchuriki del cinco colas, mientras que Naruto luchaba contra el Jinchuriki del Shukaku, Gaara.

Naruto, empapado en sudor y con el corazón latiéndole con fuerza, se mantenía firme mientras observaba la inmensa forma del Shukaku ante él. Gaara, completamente fusionado con la bestia, estaba decidido a destruir todo a su paso.

—¡No dejaré que hagas esto, Gaara! —gritó Naruto, desenfundando su kunai especial, el Kogane no Sora.

El kunai brillaba con un resplandor dorado, pequeñas chispas danzaban alrededor de él. Forjado en un antiguo ritual ninja que utilizaba la energía de los rayos, el Kogane no Sora tenía la capacidad de canalizar el chakra de su portador, creando un brillo eléctrico que iluminaba la escena.

Naruto, con su kunai en mano, realizó un sello rápido, invocando al arma de vuelta cada vez que lo lanzaba. Se abalanzó contra Gaara, lanzando el kunai directamente hacia el Shukaku. El filo del Kogane no Sora cortó el aire con precisión, destellando mientras avanzaba, y se clavó en la dura piel de la bestia. Una explosión de chakra dorado cubrió el lugar del impacto.

Con un movimiento fluido, Naruto realizó otro sello y el kunai desapareció de la bestia, volviendo instantáneamente a su mano.

—¡Madre quiere tu sangre! —gritó el jinchuriki de suna.

—¡Sé que no eres asi, Gaara! —gritó nuevamente mientras lanzaba su kunai por segunda vez. Esta vez, apuntaba al brazo gigantesco de arena del Shukaku. El kunai atravesó la barrera de chakra leve que protegía a Gaara, una característica del filo etéreo del Kogane no Sora.

Naruto no se detuvo, invocando el kunai de vuelta y lanzándolo una y otra vez, mientras sus cadenas de diamantina emergían de su cuerpo, brillando bajo el sol. Las cadenas se envolvieron alrededor del Shukaku, limitando su movimiento y frenando su avance.

—¡Eres fuerte, Gaara, pero yo no retrocedeqré! —gritó Naruto mientras sus cadenas se tensaban, creando una trampa alrededor del colosal monstruo de arena.

Gaara, en su forma de Shukaku, rugía de furia, lanzando oleadas de arena con cada movimiento, pero Naruto seguía presionando, lanzando el Kogane no Sora con una precisión mortal. Con cada lanzamiento, el kunai atravesaba las defensas de chakra, debilitando cada vez más a la bestia.

Finalmente, tras un último lanzamiento, el kunai impactó en el centro del Shukaku, y Naruto invocó el poder de su amuleto de viento y fuego, canalizando la energía de su amistad con Sasuke y Shikamaru.

—¡Este es el final! —gritó Naruto, con el kunai resplandeciendo más fuerte que nunca.

Con un estallido de energía dorada, el Shukaku comenzó a disiparse, y Gaara, agotado, cayó al suelo, derrotado. Naruto, también al borde de sus fuerzas, se acercó a su antiguo enemigo.

—Gaara... tú y yo... no somos tan diferentes.

Naruto se acercó lentamente a Gaara, jadeando por el esfuerzo. A pesar de la feroz batalla que acababan de librar, no había odio en sus ojos, sino comprensión. Gaara, aún debilitado, lo observaba con recelo, sus ojos cargados de confusión y dolor.

—Gaara... —Naruto susurró mientras se arrodillaba junto a él—. Yo sé lo que sientes. Sé lo que es ser rechazado, tener a todos en contra y pensar que el odio es tu única opción.

Gaara lo miró, sus ojos temblorosos. Estaba agotado tanto física como emocionalmente. A lo largo de su vida, solo había conocido el rechazo, y esa soledad había alimentado su ira.

—Pero no tienes que estar solo —continuó Naruto, extendiéndole una mano—. Yo también lo pensé en su momento, pero tengo personas que me importan, que me hacen querer ser mejor. Tú también puedes tener eso.

Gaara bajó la mirada, su cuerpo temblaba por la batalla, pero algo en las palabras de Naruto lo alcanzó. Poco a poco, levantó su mano temblorosa y la colocó sobre la de Naruto. Por primera vez, se sentía comprendido.

—Naruto... —susurró Gaara, la dureza en su voz desapareciendo—. ¿Cómo... cómo encontraste ese camino?

Naruto sonrió, una sonrisa cálida y llena de esperanza.

—Porque nunca me rendí. Y ahora, Gaara, tampoco voy a rendirme contigo. Seremos amigos, y te demostraré que no todo es oscuridad.

Gaara lo observó durante unos segundos más, y aunque las palabras le resultaban extrañas, algo en su interior se sentía diferente. Quizá, solo quizá, había esperanza en un futuro distinto al que siempre había conocido.

Cicatrices (Itanaru)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora