El grupo de Konoha avanzaba con calma, aunque una tensión invisible empezaba a formarse. Naruto frunció el ceño y volteó rápidamente hacia su hermano.
—Aniki...
—Lo sé. Prepárense, nos emboscarán —respondió Menma con firmeza.
Naruto, Sasuke e Ino se agruparon rápidamente junto a Kakashi y Guy, mientras Búho y Comadreja tomaban la delantera.
—Ino, ven conmigo. Naruto y Sasuke, con Guy. Comadreja y Búho, irán al frente —ordenó Kakashi.
Naruto, alerta, gritó antes de que la emboscada estallara a su alrededor:
—¡Ya vienen!
De repente, cientos de shinobi de Iwagakure saltaron desde todas las direcciones, rodeándolos completamente.
***
A lo lejos, en un punto elevado, El Rayo y El Halcón observaban las ruinas de Konoha. El paisaje desolado apenas daba señales de lo que alguna vez fue la Aldea Oculta de la Hoja: ni siquiera la Torre Hokage seguía en pie. Era como si no quedara nada de lo que una vez amaron.
—Mi aldea... —murmuró El Rayo, con una mezcla de nostalgia y furia contenida—. Los destruiré... destruiré a esos malditos.
El Halcón posó una mano en el hombro del Namikaze, intentando calmarlo.
—Lo haremos. Konoha volverá a ser lo que fue.
***
—¡Katon: Gokakyu no Jutsu!
Una inmensa bola de fuego se dirigió al frente de los soldados de Iwa, desatando el caos. Entre las llamas, Naruto aprovechó para multiplicarse y cargar contra los primeros enemigos, lanzando un Rasengan a uno de ellos y dispersando varios con una serie de golpes rápidos.
—¡Eso es todo lo que tienen! —gritó Naruto, esquivando y lanzando un kunai explosivo hacia otro grupo.
Sasuke activó el Chidori y corrió a su lado, cortando a los enemigos con una velocidad feroz.
—No bajes la guardia, dobe —le dijo mientras destrozaba a dos oponentes—. ¡Todavía hay muchos más!
—¡Kagemane no Jutsu! —gritó Ino, controlando a un grupo de shinobis y manteniéndolos a raya mientras Kakashi los abatía con una serie de tajos precisos.
Los shinobis de Iwa respondieron con una ráfaga de jutsus de Doton, levantando rocas y lanzándolas hacia el equipo de Konoha. Guy intervino, destruyendo las rocas a puñetazos y, en el proceso, lanzando varios enemigos hacia atrás.
—¡Mi juventud arde intensamente! —exclamó Guy, enérgico, mientras lanzaba una patada voladora que derribaba a cinco oponentes.
Menma, en medio de la refriega, se enfrentaba a una veintena de shinobis que lo rodeaban. Con un grito, activó su chakra de forma intensa y su figura comenzó a moverse con una rapidez letal. Uno a uno, los shinobis caían, sin poder resistir la destreza y el poder del pelirrojo.
Sin embargo, en medio de la batalla, dos figuras imponentes aparecieron: Han y Roshi, los Jinchuuriki de Iwagakure. Menma se giró al verlos, su mirada se encendio de desafío.
—Así que decidieron unirse a la fiesta —dijo Menma, sacando un kunai.
—Son ordenes dr Iwa, Namikaze —gruñó Roshi, activando su chakra de lava.
Han no dijo nada, pero su chakra de vapor comenzó a emanar, haciendo que la temperatura alrededor de él aumentara peligrosamente. Sin esperar un segundo, Roshi lanzó una enorme ráfaga de lava en dirección a Menma, que apenas pudo esquivarla. el Namikaze intentó atacar por el costado, pero Han lo recibió con un golpe devastador que lo lanzó varios metros atrás.