12: Mirages.

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El hospital estaba en silencio, sumido en la tranquilidad de la noche

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El hospital estaba en silencio, sumido en la tranquilidad de la noche. Los pasillos, que durante el día estaban llenos de actividad, ahora parecían desiertos, bañados por la fría luz de la luna que se filtraba por las ventanas.

Sana, tumbada en su cama, intentaba dormir, pero la oscuridad de la habitación parecía amplificar el caos en su mente. Cerraba los ojos, esperando que el sueño la envolviera, pero en lugar de eso, imágenes no paraban de arremolinarse en su mente.

Mientras caía en los brazos de Morfeo, maldijo con todo su ser haber visto a aquella mujer familiar en una de las revistas de la sala de lectura.

En su sueño, se encontraba de pie frente a un espejo, pero no era ella la que veía. Era una versión distorsionada de sí misma, con un rostro marcado por el dolor y la desesperación, una figura esquelética, los ojos hundidos y oscuros. Su tía Hanako estaba detrás de ella, mientras con sus manos frías y huesudas apretando sus hombros, susurrando palabras llenas de veneno.

—Debes ser perfecta, princesa. Ser delgada es ser hermosa. Nadie te amará si eres débil.

La voz de la mujer era aguda, implacable, como un cuchillo que cortaba profundamente en su conciencia.
Minatozaki intentaba gritar, pero no salía ningún sonido de su boca. Intentaba escapar, pero sus pies parecían estar clavados al suelo. Se veía a sí misma, más y más delgada, hasta que se convertía en una sombra, desapareciendo en la oscuridad.

La voz de Hanako seguía resonando en su cabeza, un eco interminable de demandas imposibles.

Sana se despertó de repente, con la respiración entrecortada y el corazón latiendo descontrolado en su pecho. Su habitación estaba oscura, pero el pánico no la abandonaba. Sentía como si estuviera siendo aplastada, ahogada por una presión invisible que no podía sacudirse. Las palabras de su tía seguían repitiéndose en su mente, como un mantra que no podía dejar de escuchar.

Se levantó de la cama con su cuerpo temblando mientras caminaba hacia el baño. Encendió la luz, y la figura en el espejo la miró con ojos llenos de terror. Se veía a sí misma, su rostro pálido y, el sudor cubriendo su frente.
Sin pensarlo, abrió el grifo y dejó que el agua fría fluyera sobre sus manos, tratando de calmarse.

Pero la sensación de asfixia no desaparecía.

—Ser delgada es ser hermosa. Una voz insidiosa susurraba Sabes lo que debes hacer para sentirte mejor, para recuperar el control.

Caminó hacia el retrete con su respiración agitada, y sin pensarlo dos veces, se inclinó sobre el. Sus manos temblaban mientras se preparaba para ceder al impulso que la había atormentado tantas veces antes. Y cuando lo hizo, sintió una extraña calma descender sobre ella. Era una sensación casi familiar, reconfortante de una manera retorcida, como si por fin estuviera haciendo algo correcto, algo que su tía habría aprobado.

Cuando terminó, la castaña se quedó arrodillada junto al retrete, respirando con dificultad y, con el sabor amargo del vómito aún en su boca. Pero no era solo amargura lo que sentía; había una parte de ella que se satisfacía en el vacío que ahora sentía en su estómago, como si ese hueco la acercara un poco más a la perfección que tanto había anhelado.

Se levantó lentamente, sus piernas temblorosas, y se dirigió al lavabo para enjuagarse la boca. El agua fría corría por su rostro, pero no podía borrar la sensación de vacío que ahora la llenaba.
Se miró en el espejo, esperando encontrar algún rastro de alivio en sus ojos, pero lo único que vio fue a una chica rota, con el rastro del llanto aún fresco en su rostro.

Y entonces, las lágrimas volvieron, brotando con fuerza, como si una represa hubiera sido rota. Se agarró al lavabo, sus dedos se volvieron pálidos de tanto apretar, mientras las preguntas comenzaban a arremolinarse en su mente.

¿Qué debería hacer? murmuró entre sollozos, su voz apenas un susurro ahogado.

La frustración la invadía, una ira dirigida hacia ella misma por haber caído, por haber fallado una vez más. Pero, al mismo tiempo, no podía ignorar la sensación de alivio que le traía el vacío en su estómago, esa extraña paz que la acercaba a ser perfecta.

¿Y si Somi no me hubiera descubierto en el baño de la escuela?pensó, la imagen de la extranjera apareciendo en su mente. Somi con su video reproduciéndose en su teléfono mientras se reía de ella, y cómo todo había cambiado a partir de ese momento.

Si los rumores de que era anoréxica no se hubieran esparcido, si no hubiera sido obligada a enfrentar su trastorno, ¿habría sido diferente?

¿Realmente habría sido una modelo como quería mi tía? se preguntó, su mente sumida en un torbellino de dudas. Sana siempre había creído que, si solo hubiera sido un poco más fuerte, un poco más disciplinada, podría haber alcanzado ese ideal de perfección que su tía tanto anhelaba para ella.

Pero ahora, mirando su reflejo en el espejo, todo parecía tan frágil... tan inútil.

El vacío en su estómago, que minutos antes le había brindado una extraña sensación de paz, ahora la hacía sentir más vacía que nunca. Había seguido el camino que su tía le había marcado, había intentado ser perfecta, pero todo lo que había conseguido era una vida llena de dolor y confusión.

Minatozaki dejó escapar un grito de frustración, sus manos golpeando el borde del lavabo con fuerza. Las lágrimas caían sin control, y por primera vez en mucho tiempo, se sintió completamente perdida. Quería ser perfecta, quería complacer a su tía, pero cada vez era más evidente que ese camino solo la llevaba a más sufrimiento.

Se dejó caer al suelo, abrazando sus rodillas mientras su cuerpo era sacudido por sollozos desgarradores. Se sentía atrapada entre lo que siempre había creído que era correcto y lo que ahora sabía que estaba destruyéndola.

Mientras la noche continuaba su curso, Sana permaneció en el frío suelo del baño, sumida en un abismo de desesperación y duda. Por mucho que deseara ser perfecta, estaba empezando a comprender que esa perfección era solo una ilusión, un espejismo que la alejaba de la verdadera paz que tanto anhelaba.

Con el cuerpo aun temblando y el corazón hecho pedazos, finalmente se levantó del suelo. Apagó la luz del baño y regresó a su cama, sintiéndose vacía y rota, con esperanza de que, algún día, podría encontrar una manera de salir de ese oscuro abismo en el que se encontraba.

 Apagó la luz del baño y regresó a su cama, sintiéndose vacía y rota, con esperanza de que, algún día, podría encontrar una manera de salir de ese oscuro abismo en el que se encontraba

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❝ Eyes Wide Open ━ SAHYO | adaptación. ❞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora