Sana despertó con un sobresalto, sus ojos abriéndose de golpe al desconocido entorno que la rodeaba. Las paredes blancas y estériles, el olor a desinfectante, y la tenue luz de la mañana filtrándose a través de una ventana con barrotes le hicieron darse cuenta de inmediato: no estaba en su habitación.
Se sentó rápidamente en la cama, su corazón latiendo con fuerza mientras su mente intentaba procesar lo que había sucedido. Las imágenes de la noche anterior se mezclaban con la confusión y el miedo.
¿Cómo había llegado allí?
¿Qué le habían hecho?
Miró a su alrededor, buscando alguna señal familiar, algo que le diera un indicio de dónde estaba. Pero todo lo que encontró fueron camas ordenadas, una mesa con sillas de plástico y algunas personas caminando por el pasillo. Personas que, a su juicio, parecían... diferentes.
—¡No, no, no puede ser! —murmuró, sintiendo cómo la angustia comenzaba a apoderarse de ella. Recordó las palabras de su madre, el odio en los ojos de su tía, y la sensación de la jeringa perforando su piel. Se llevó una mano al brazo, frotando el área donde la habían inyectado.
Una enfermera entró en la habitación, su sonrisa era amable, pero para Sana solo significaba una cosa: estaba atrapada entre locos.
La castaña se levantó de la cama, su respiración se aceleraba con cada segundo que pasaba. —¿Dónde estoy? ¡Déjenme salir de aquí! —gritó, retrocediendo hasta chocar con la pared. La enfermera intentó calmarla, pero sus palabras eran un eco lejano en la mente de Sana.
Las otras pacientes en la sala comenzaron a mirar, algunas con curiosidad, otras con indiferencia. Sana se sintió aún más atrapada, como un animal acorralado.
No podía quedarse allí.
No con esas personas.
—Todo está bien, Sana. Estás a salvo. —dijo la enfermera con una voz tranquilizadora, avanzando lentamente hacia ella.
—¡No estoy loca! ¡No pertenezco aquí! —protestó Sana, sus ojos llenos de lágrimas de desesperación. Su mente buscaba una salida, cualquier cosa que la sacara de ese infierno.
Pero en el fondo, una pequeña voz le susurraba la verdad que no quería aceptar: estaba allí porque necesitaba ayuda. Y no había forma de escapar de eso.
— Nadie te hará daño aquí, estás en un lugar seguro. Soy Kim DaHyun y seré la enferma encargada de cuidarte. — Musito la pelinegra extendiendo sus brazos para tomar con delicadeza las manos de la nipona. —Tranquila.
Minatozaki no pudo evitar observar a la enfermera con desconfianza. Se preguntaba cómo alguien tan sonriente podría trabajar en un lugar como ese. — Seguro es una de esas que disfrutan torturando a los pacientes. — pensó mientras era guiada hacia una silla donde limpio sus lágrimas y suspiro para calmarse.
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❝ Eyes Wide Open ━ SAHYO | adaptación. ❞
Fiksi Penggemar❝ ¿Qué haces cuando todo tú mundo se viene abajo? ❞ ✦ › Drama, & angst. ✦ › La historia puede contener temas sensibles. ✦ › Portada de: beazyo (io) ׅ ۟ 兼 ָ֢ ֹ ❝ Está historia no me pertenece, todos los créditos son para @dahygfp...