Capítulo 3

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Conociendo al príncipe Tristán

Todos en el gran salón real sonrieron al verme entrar, mi madre parecía fascinada por mi apariencia, al parecer todo le había salido increíble, mi padre estaba completamente aliviado de mi increíble comportamiento aunque se le veía algo incomodo, mis hermanas por otro lado estaban encantadas con el príncipe Tristán, este no me quitaba la mirada de encima, me hacía sentir como si fuese una presa y él un cazador apunto de atacar, realmente era incomodo, sus ojos azules con ligeros tonos celestes me recorrían con deseo, con fascinación, con anhelo. Su rostro era fino y serio, su barbilla cuadrada y marcada le daba aire de superioridad, podía notar las pecas en sus mejillas y nariz, era más alto que yo, aproximadamente media metro noventa, su cabello entre castaño claro y un toque rojizo, sus risos se notaban bastante aún bajo el agua, sus cejas pobladas del mismo tono que su cabello le daban un toque interesante, sus músculos se marcaba perfectamente, a pesar de traer una camisa encima podían marcársele cada uno de sus bíceps y pectorales, su gran aleta era negra como la oscuridad absoluta, su rostro no mostraba emoción alguna, era completamente neutro.

—Cornelio, ella es nuestra hija, Viatrix, la futura reina de Otterset. — soltó mi madre con entusiasmo.

—¡Oh! ¡Viatrix! Si que eres realmente hermosa — el rey de Icronidel se acercó hasta mí, en un gesto de saludo tomo mi mano con una sonrisa y dejo un beso en ella. —, él es mi hijo, el príncipe Tristán. — este acercó al chico dándole un pequeño empujón por la espalda.

—Un gusto conocerlos a ambos. — hice una reverencia justo como mi madre me había obligado a hacer en los ensayos, aquel chico soltó una risita de burla lo cual causo que mi entrecejo se frunciera y mis ojos lo miraran con recelo.

—Un gusto. Princesa Viatrix. — el príncipe dejo un beso en mi mano.

Lo fulmine con la mirada.

—Bueno, comencemos con la cena, tenemos demasiado de lo cual hablar. — mi madre toco una campaña para que los sirvientes comenzaran a servir los aperitivos.

Tristán se quedó frente a mi sin decir una sola palabra más y sin moverse de su lugar, solo me miraba fijamente, aquellos ojos azules me miraban con intensidad y un brillo frívolo, solté un carraspeo lleno de incomodidad y comencé a nadar rumbo a mi lugar en la mesa, al pasar por su lado un escalofrió recorrió cada parte de mí.

—¿Qué tal la superficie? — susurro.

Me quede helada ante sus palabras, este soltó una risita ante mi reacción y paso por mi lado con lentitud.

—Tranquila princesa, tu secreto está a salvo conmigo. — al encontrarme con su mirada esta tenía un brillo peculiar en ella, segundos después giño un ojo y se dirigió a la mesa.

—¡Viatrix! Toma asiento por favor. — soltó mi madre.

Durante el resto de la cena mis padres discutían con el rey Cornelio los preparativos de la boda real, ambas partes pensaban hacer un tratado oficial cuando se fijará la fecha oficial de la boda, por otro lado, podía sentir la mirada penetrante de Tristán sobre mí, podía afirmar que en ningún momento dejo de mirarme como si fuera un bocadillo o algo parecido, la mayor parte del tiempo trataba de ignorarlo, pero me llegaba a ser imposible por lo incomoda que me hacía sentir, mire sin apetito mi plato con comida y comencé a moverlo con un tenedor sin mucho interés.

—¿Viatrix? — la voz de mamá me hizo volver a mi realidad.

—¿Perdón?

—Te pregunte que, ¿Qué opinas de que se realice dos días después de tu cumpleaños?

Viatrix: La musaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora