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La mañana siguiente de nuestra visita a la sala de emergencias, llamé al número que me dio el Oficial Sumettikul. Us, el dueño de la guardería, me programó una cita para hacer un recorrido esta mañana. Él debió avisarle que llamaría, porque no parecía sorprendido al escucharme. Casi sonó como si hubiese esperado mi llamada. No tenía un traje para usar en la entrevista, así que combiné una blusa gris con pantalones negros y una chaqueta negra. No es perfecto pero tendría que servir y por lo menos luzco presentable. La guardería se encuentra ubicada en un centro comercial cercano, lo suficiente para ir caminando, y cuando llegué ahí me encontré con Us en la recepción. Es joven, no puedo imaginarlo mayor de veinticinco años. Es de mi estatura, pero más delgado, con cabello rubio y profundos ojos negros. Es efusivo con Venecia y la carga inmediatamente, paseándola por los alrededores como si la conociera desde siempre.
—Estoy tan contento de que llamaras. Bible dijo que buscabas trabajo pero que te preocupaba el cuidado de tu bebé. Supo que contrataba gente y pensó que esto sería bueno para ti. —Tiene calidez, le irradia por los poros. No sé por qué, pero me hace sentir seguro, siento que puedo confiar en el, pero también hay una parte de mí que quiere respuestas. Es la parte de mí que no ha pensado en nada más que el Oficial Sumettikul desde que lo conocí. Hay algo en él que me atrae y no he sido capaz de parar de pensarlo desde entonces. Pero ahora tengo que preguntarme si él y Us son más que amigos, y encuentro difícil justificar el sentimiento que me invade cuando pienso en ellos juntos. No es nada más que puros celos.
—¿Cómo conoces al Oficial Sumettikul?
—Su hermano es mi mejor amigo. Los he conocido a él y a su familia la mayor parte de mi vida. Es un buen chico —dice, mientras me da un recorrido por la guardería, mostrándome aula tras aula. La guardería tiene bastantes niveles, los bebés y niños más pequeños en el nivel más bajo y los niños de preescolar en la segunda planta. También hay un sótano que tiene una pequeña biblioteca y aula.
Me lleva a su pequeña oficina y toma asiento tras el escritorio, todavía sosteniendo a Venecia en sus brazos.
—Esta pequeñita es una muñeca. Pareces estar haciendo un muy buen trabajo con ella.
—Gracias.
—Entonces, Jake, ¿qué piensas? ¿Este es el tipo de trabajo en que estarías interesado?
—Eso creo. ¿Qué haría exactamente?
—Bueno, estamos contratando a varios auxiliares educativos, es decir, ayudarías a las profesoras a cuidar a los niños, a preparar dibujos y manualidades, preparar bocadillos y almuerzo y tareas básicas de limpieza.
—¿Qué hay de Venecia?
—Generalmente se requeriría que pagaras la matrícula de Venecia, pero Bible es un buen amigo y me pidió un favor. Nunca pide favores, así que sé que esto es importante para él. Venecia puede quedarse en maternal mientras tú trabajas con los niños pequeños.
—No sé qué decir, eso sería maravilloso.
—Bien entonces. ¿Cuándo puedes comenzar?
—Ahora mismo, hoy.
—¿Qué te parece el lunes a las siete de la mañana?
—Suena perfecto.
—Bien. Solo necesito que llenes la hoja de empleo y necesitaré una copia de tu licencia y tarjeta de seguro social para el papeleo.
—Lo siento, Us, pero eso será un problema.
—¿Sí?
—Estoy seguro de que el Oficial Sumettikul mencionó que Venecia y yo estamos solos.
No tendré acceso a la mayoría de mis documentos por otro par de semanas.
—Bueno, ¿qué pasa en un par de semanas?
—Cumplo dieciocho.
—Ya veo. ¿Tu familia te echó, Jake?
—Bueno, no de manera directa.
—Puedes confiar en mí. No quiero herirte, puedes decirme qué está pasando.
Soy un conflicto por dentro, decirle mi historia es complicado. Le estaría dando el poder de decidir mi destino. Si quisiera, podría llamar al Oficial Sumettikul inmediatamente y en este punto no tendría oportunidad de huir. ¿Puedo confiar en que el mantendrá mi secreto y ayudará a alguien que no conoce a vivir una mentira? ¿Incluso si es por una buena causa, si es para mantener juntos a padre e hija? Al mirarlo a los ojos, noto que se preocupa realmente, que en verdad quiere ayudarnos, ¿pero cuán lejos se encuentra dispuesto a ir? Aún no confío en que no me reportará, pero dejo que la historia tome forma antes de arrepentirme. Pensaré en las consecuencias más tarde. —Mis padres me obligaron a dar en adopción a Venecia, era eso o ser repudiado por mi familia. No creí que tuviera opción, así que acepté, pero nunca lo quise y una vez que di a luz y la vi por primera vez, no pude hacer eso.
—¿Te escapaste? —pregunta. Puedo escuchar la sorpresa en su voz.
—Sí.
—Y te asusta usar tu licencia o tu tarjeta de seguro social porque crees que serán capaces de rastrearte.
—Sí —digo, confirmando su teoría—. Tendré dieciocho en solo un par de semanas y ya no importará. Legalmente no pueden hacerme volver a casa ni tratar de separarme de Venecia.
—¿Tu nombre real es Jake?
Dudo un momento antes de negar.
—No voy a entregarte. Puedes decirme.
—Es Es Build. Mi nombre es Build.
— Build... De acuerdo —dice, con una pizca de vacilación en su voz, como si estuviese probando la magnitud de mi nombre, analizando si queda bien o no. Mira a Venecia, que se ha quedado dormida en sus brazos—. Puedes trabajar de modo clandestino hasta que cumplas dieciocho y luego tendré que ponerte en los registros. Me arriesgo mucho al hacer esto por ti.
Dejo salir un suspiro de alivio. —Lo sé. Muchas gracias.
—Ya has pasado por mucho. Odiaría verte perder a Venecia cuando es claro que la amas tanto, que haces todo lo que puedes para ser un buen padre. Creo que mereces una oportunidad.
—Sé que arriesgas tu cuello por mí, lo sé... Pero, ¿puedo pedirte un último favor? Por favor no le digas al Oficial Sumettikul lo que sabes de mí, al menos hasta que cumpla dieciocho.
— Build...
—Por favor.
—Bible es mi amigo. No puedo mentirle.
—Lo sé, y estoy muy agradecido con él, con los dos. Solo te pido que esperes un poco para decirle la verdad, hasta que Venecia y yo no tengamos que escondernos. No puedo arriesgarme a que mi familia me encuentre. No puedo perder a mi bebé, no ahora, después de todo esto.
—Mantendré tu secreto, por ahora.
—Gracias —respondo sonriéndole.
***
Las últimas semanas han pasado volando, y rápidamente entramos en una rutina. He trabajado en la guardería cuatro días a la semana y aunque llego a casa exhausto cada día, me encanta. Me encantan los niños y Us, y el equipo ha sido extremadamente acogedor. Al comienzo no quería, pero Us me hizo usar mi nombre real en el centro, asegurándome que nadie escucharía mi situación por su parte. Una parte de mí se halla triste por tener que posponer mi sueño de ir a la universidad, pero en gran parte me siento orgulloso y fuerte porque soy capaz de vivir por mi cuenta y cuidar de Venecia sin ayuda de mi familia. Independientemente de cómo llegó a este mundo, de los eventos que condujeron a su nacimiento y de que huí con ella, despierto cada mañana feliz con mi decisión, agradecido de que sea parte de mi vida. Aunque tuve que pasar por un montón de angustias, no cambiaría nada.
Llego a casa en un parpadeo. La caminata a casa es rápida, normalmente más o menos diez minutos; es viernes, y no solo tengo mi primer cheque, sino que mañana es mi cumpleaños. Todas estas semanas de anonimato, miedo, y mirar constantemente sobre el hombro están a punto de terminar. Puedo usar mi nombre real otra vez en otros lugares además del trabajo, quizás obtener una licencia de Chiang Mai y por fin ordenar una copia del certificado de nacimiento de Venecia.
Abro la puerta delantera de mi edificio, metiendo cuidadosamente el coche de Venecia sin golpearlo. Se halla acurrucada y es difícil verla pero estoy bastante segura de que duerme. Tengo una oleada de náuseas cuando llego a mi apartamento. De repente me siento asustado, ya que la puerta principal se encuentra abierta y recuerdo claramente haberla cerrado con llave cuando me fui en la mañana. Primero, pienso que quizás mi familia me encontró y envió a alguien para llevarnos a Venecia y a mí de vuelta a casa, pero cuando empujo con cuidado la puerta, lo que veo me hace pensar que mi familia no tiene nada que ver con esto. Cuanto más miro, se vuelve más claro que he sido robado.
Me encuentro aterrado de entrar al apartamento por cómo luce; se halla completamente devastado, destruido, el mobiliario desordenado, mi televisión y DVD han desparecido. No sé que más se llevaron, pero en un momento de comprensión, corro a mi habitación con Venecia. La pongo en la cama, abro el armario y levanto el panel roto del suelo en donde guardé lo que me quedaba de dinero. Saco la bolsa de lona y abro el cierre, soltando un suspiro de alivio cuando lo veo todo ahí. Rápidamente lo guardo y desvalijo la bolsa de pañales de Venecia hasta encontrar mi celular prepago. Llamo al 911 y reporto el asalto de mi casa a la operadora que me informa que la policía viene a mi apartamento. Se ofrece a quedarse en el teléfono hasta que lleguen pero me encuentro bastante segura que el ladrón se ha ido.
Se demora cerca de diez minutos, pero el sonido de las sirenas acercándose comienza a calmar un poco mis nervios, y cuando los oficiales de policías golpean mi puerta, al fin me siento mejor. Dejo a Venecia en su moisés y abro la puerta solo para quedar cara a cara con él, el hombre que ha estado en mi mente por dos semanas. —¿Oficial Sumettikul?
—¿Jake? ¿Fue tu casa la asaltada?
Verlo me pone nervioso de nuevo, esta vez por una razón completamente diferente. Mi boca se seca y no estoy seguro de si puedo hacer un sonido. Asiento como respuesta a su pregunta. La mirada de genuina preocupación en sus ojos derrite un poco mi corazón y por primera vez, desde que llegué a casa, comienzo a sentirme seguro.
—Este es mi compañero, el Oficial Romsaithong . —Miro al hombre mayor y más alto; hay curiosidad en su rostro, se pregunta cómo nos conocemos su compañero y yo.
—Hola —digo tímidamente, esperando que no pregunte muchas cosas.
—Jake. —Vuelvo mi atención al Oficial Sumettikul—. ¿Dónde se encuentra Venecia?
—Durmiendo en su moisés. —Apunto a dónde está.
Asiente, viéndose aliviado de que se encuentre bien. —¿Puedes decirnos qué pasó?
—Salí del trabajo hace un rato y cuando llegué a casa, vi mi puerta un poco abierta. Entré y encontré mi departamento destrozado.
—¿Falta algo?
—Hasta ahora puedo asegurar que solo mi televisor y reproductor de DVD. Llamé de inmediato a la policía. No quería tocar nada más —digo, envolviendo mis brazos por mi torso protectoramente.
—Hiciste lo correcto —dice el Oficial Romsaithong , con un tono paternal. Pienso en mi papá por un segundo y me pregunto cómo se sentiría si supiera que el apartamento de su hijo fue asaltado. El subidón de adrenalina que me hizo actuar por puro instinto se comienza a desvanecer y la realidad de lo que acaba de pasar se asienta, tomando control de mis emociones. Lucho contra las lágrimas tratando de salirse, y aparto la mirada de ambos hombres.
Bible se mueve hasta que nos hallamos cara a cara y gentilmente aprieta mis hombros. —Mierda, Jake, estás temblando.
—¿En serio? —pregunto a través de mis dientes castañeando.
—Está bien, vas a estar bien. Lo estás haciendo genial. —Me guía a lo que normalmente es mi sala de estar, se inclina a recoger una silla volcada, y me ayuda a sentarme. Se agacha frente a mí y me mira con ojos preocupados—. ¿Hay alguien a quien pueda llamar por ti?
Niego, aún luchando contra las lágrimas. —¿Estarás bien aquí mientras echamos un vistazo?
Asiento y me da una sonrisa que no llega a sus ojos. Puedo decir que me vigila de cerca, asegurándose que no estoy conmocionado o a punto de enloquecer. Pero al mismo tiempo, tiene trabajo que hacer y me encuentro seguro de que no quiere levantar ninguna sospecha con su compañero, o hacerle pensar que hay algo entre nosotros más que una relación informal, aunque no haya nada.
Venecia comienza a inquietarse en el moisés junto a mí y tengo la imperiosa necesidad de abrazarla, asegurarme de que encuentra bien. La tomo y la abrazo tan fuerte como puedo, acurrucándola contra mí y dejo que su cuerpecito me dé fuerza. La muevo suavemente adelante y atrás en mis brazos, dejando que el movimiento repetitivo nos calme.
Luego de revisar y tomar mi declaración (y la de un par de vecinos), el Oficial Sumettikul y su compañero se marchan, dejándome solo y un poco aterrado. El pensamiento de dormir aquí solo me pone nervioso e inquieto, y trato de no entrar en pánico. Todos los libros de bebé que he leído dicen que los niños pueden sentir cuando sus padres se encuentran estresados. Me aseguro de que Venecia esté limpia y alimentada antes de ponerla en su cuna, y luego me cambio en un par de pantalones de chándal, sin querer ser atrapado en nada revelador si vuelve el intruso. Quiero ser capaz de correr si tengo que hacerlo. Agarro el cuchillo más afilado que encuentro en la cocina y lo dejo en mi velador, junto con mi teléfono celular, y me meto a la cama con las luces prendidas. Una mirada al reloj me dice que es pasada la medianoche.
—Feliz cumpleaños número dieciocho, Build —me digo, sintiéndome un poco victorioso porque ahora Venecia y yo somos libres.
No estoy seguro de cuánto tiempo he estado sentado en la cama, pero mi cabeza comienza a balancearse mientras trato de no quedarme dormido. Un golpe en la puerta casi me hace saltar de la cama. Miro al reloj y son pasadas la una. Tomo mi teléfono y mi cuchillo, observo a Venecia, quien duerme profundamente, y voy lentamente de puntillas a la sala de estar. Comienzo a marcar el 911 cuando escucho una voz familiar al otro lado de la puerta.
—¿Jake? Solo quiero asegurarme que Venecia y tú se encuentran bien. Abre.
Dejo salir un suspiro de alivio y abro la puerta. Me encuentro bastante seguro de que nunca he estado tan feliz de ver a alguien en mi toda mi vida. — Jesucristo, me dio un susto de muerte.
—Lo sé, lo siento. Salí recién del trabajo y pensé que podrías estar asustado aquí solo. Quería pasar y verte —dice, con las manos enterradas en los bolsillos de sus pantalones que le quedan tan bien.
—No me sentía asustado hasta que un lunático decidió golpear mi puerta en medio de la noche.
—Es de mañana en realidad —me corrige con una sonrisa—. Y si no tenías miedo, ¿por qué hay un cuchillo de carne en la sala de estar?
Miro al cuchillo, maldiciendo silenciosamente su presencia y luego miro otra vez al Oficial Sumettikul. —Solo porque tengo protección, no significa que me encontraba sentado como una damisela en apuros. No hay nada malo en tener algo con qué protegerme.
Levanta las manos en señal de rendición. —De acuerdo, princesa guerrera, relájate. Simplemente no quiero que hieras a nadie con esa cosa —dice con una sonrisa.
—Sabe, Oficial Sumettikul, estoy encantado de que pueda encontrar humor en esta situación. No es como si todos los días un joven y su bebé llegaran a casa para toparse con su apartamento asaltado. Podrá ser capaz reír y contar historias sobre esto por años.
—No me río de ti, lo prometo. Trato de relajarte un poco. La tensión irradia de ti —dice. Hay una mirada penetrante y preocupada en sus ojos a la que me estoy acostumbrando.
—¿Por qué se preocupa tanto, Oficial Sumettikul?
—Mi nombre es Bible. Creo que nos encontramos más allá de “Oficial Sumettikul”, ¿no?
—Eres policía.
—Y tú no eres un sospechoso ni criminal. Puedes usar mi nombre. —Mira a la destrucción en el departamento y lo capta todo, vestido de civil: usa unos pantalones oscuros y una sudadera con capucha negra. Luce diferente sin su uniforme, más joven, más atractivo, si eso es posible. Su mirada regresa a mí y me mira por un momento. Puedo decir que quiere comentar algo pero las palabras no salen. No puedo soportar más el silencio, así que me alejo y me siento en una silla. Sintiendo que su mirada sigue en mí, dejo salir un resoplido.
—¿Qué? ¿Por qué me miras sin decir de una vez lo que quieres decir? —No me encuentro seguro de por qué soy tan cortante con él. Creo que quizás es una combinación de cansancio y estrés. No sé por qué lo presiono a hablar, o más importante, por qué lo alejo, cuando lo último que quiero ahora es estar solo. La verdad es que odio sentirme asustado y débil, y quizás si puedo convencerlo de que no soy así, comenzaré a creerlo yo.
—No miro nada. ¿Estás seguro de que te encuentras bien?
—Estoy bien, Oficial S... Bible, estaremos bien.
—De acuerdo, entonces. Supongo que me iré.
Trato de ocultar la decepción por su inminente partida. Asiento, señalándole que estoy de acuerdo con que se vaya. Tomo una respiración profunda, me paro y camino a la puerta, abriéndosela. Sale y se gira para mirarme. Casi puedo ver el conflicto interno en sus ojos y sé que lo único que puedo hacer para ayudarlo es cerrar la puerta a lo que sea que es esto.
—Gracias por pasar, Bible. Fue muy agradable de tu parte pasarte, pero...
Pone una mano en la puerta abierta antes de que tenga la oportunidad de cerrarla en su cara. —No creo que pueda dejarte así —dice y sus ojos se agrandan, casi sin creer que dejo salir esas palabras de su boca.
Estoy sin habla, inseguro de qué decir o hacer a continuación, pero nunca flaquea. —Jake, empaca tus cosas, busca a Venecia y vamos. Te vienes conmigo.

Te Protegere (biblebuild) (ADAPTADO) (Por Becha)(FINALIZADO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora