Ha pasado más de una hora cuando vuelve Bible. No bajo en seguida, solo me quedo en la espaciosa cama con Venecia, relajándome y tratando de comprender los eventos de la mañana. Parte de mí tiene miedo de enfrentarlo, ver la desilusión en su cara porque sigo sintiéndome horrible por mentirle, pero a la hora de la verdad no me retractaría y eso me hace sentir culpable.
—¿Build? —exclama Bible desde el otro lado de mi puerta—. ¿Puedo pasar?
Me siento en la cama y dejo escapar un suspiro, no estoy seguro de estar listo para enfrentarlo en este momento, pero tampoco quiero ser grosero. —Eh, sí.
Abre la puerta y se apoya en el marco. No puedo evitar mirar a sus brazos.
Las curvas y líneas que forman sus músculos sobresalen de la manera correcta.
Aparto la mirada y lo miro a los ojos, que en este instante es peor que mirar su cuerpo. Siento como si obtuviera un diminuto pedacito de él cada vez que los observo. Me siento atraído por ellos como una polilla a la luz. Aparto la mirada y la bajo a una Venecia arrullada.
—Te compré un sándwich de huevo —dice—. Se está enfriando.
—Gracias —murmuro, metiendo un mechón de pelo detrás de mi oreja— Bajo en un momento.
—¿Cómo está? —pregunta, señalando a Venecia.
—Muy bien —le digo con una sonrisa, porque sé que es la verdad. Es cada vez más grande, hermosa y fuerte y todo eso tiene que ver conmigo. Cada duda, cada palabra negativa que mis padres me decían acerca de no estar listo para hacerme cargo de un niño, era falsa y me da una oleada de orgullo saber que he demostrado que se equivocaban, aunque nunca lo sabrán.
—Bien. Eso es muy bueno.
Regresa la inseguridad que sentí cuando tuvimos nuestra conversación esta mañana. No quiero que mi estancia aquí este llena de ira o rencor. Sé que le mentí, pero mantengo la esperanza de que vea que la mentira era mi única opción en ese momento. —¿Bible?
—Sí.
—¿Estamos bien?
Deja escapar un suspiro. —Sí, Build estamos bien. Lo entiendo, ¿de acuerdo?
—afirma, cruzando los brazos sobre el pecho. Se ve cauteloso, a la defensiva y no puedo dejar de sentirme un poco triste por eso—. Entiendo por qué lo hiciste. Eres mayor de edad, así que ni siquiera importa. Nada malo te pasó, has hecho un gran trabajo con Venecia, y estás haciendo que funcione. Se acabó.
—Pero no confías en mí, ¿no? —pregunto, mordiéndome el labio inferior, y mostrando claramente mis nervios por su respuesta.
—¿Es necesario que confíe en ti? No soy tu novio ni tu padre.
—No, pero eres mi amigo.
—Amigos, ¿eh? —pregunta, levantando una ceja—. ¿Confías en mí?
Aparto la mirada, mirando al pasillo en lugar de a él. Lo sabe, me conoce lo suficiente como para saber que no confío en él. No confío en nadie, y sé que soy un hipócrita por querer que confíe en mí cuando no puedo hacer lo mismo. Que soy incapaz de hacerlo porque la vida me ha enseñado que confiar en la gente no te da nada, más que un corazón roto y herido. No me gusta estar así de hastiado a los dieciocho años, haber sentido tanto dolor a través del curso de la vida, pero si tengo que elegir confiar en alguien, elegiría a confiar en él.
—Está bien —dice, sacándome de mi pena—. Puedo vivir con la amistad. — Se aleja del marco de la puerta y me lanza una sonrisa antes de marcharse.
***
Bible cuida de Venecia mientras desayuno y tomo una ducha; es extraño que haya alguien cerca para darme un descanso y no tener que apresurar estas tareas aparentemente normales, aunque solo sea por un cuarto de hora. No quiero aprovecharme de él, pero Dios, se siente bien tener un poco de tiempo para mí. Después de la ducha, salgo de mi habitación en busca de Bible y Venecia. Paso una puerta abierta en mi camino al piso de abajo y los encuentro en el dormitorio junto al mío. Venecia está en su moisés, mientras que Bible está sentado en el suelo con una caja de herramientas, montando una cuna. Me siento confundido por la escena que tiene lugar frente a mí. Parece natural pero equivocado, una contradicción.
—Ah, ¿qué haces? —pregunto.
—Hola, estoy armando esta cuna para Venecia. Pensé que sería bueno para ella tener un lugar para dormir mientras esté aquí.
—¿Le compraste una cuna? —pregunto; la incredulidad evidente en mi voz. Por qué habría de comprar algo tan permanente como un mueble para Venecia cuando solo vamos a estar aquí unos días. No estoy seguro de qué hacer con el gesto, pero Bible parece hacer de confundirme una forma de arte. Desde el día que lo conocí, cada interacción con él me deja cada vez más confundido sobre sus intenciones.
—Umm.
—Bible, no puedo aceptar esto. Tienes que devolverlo. —Trato de sonar firme, pero me mira molesto por el hecho de que protesto por su generosidad.
—Relájate, Build. Lo compré en una tienda de segunda mano por prácticamente nada. Puedes llevártela cuando te vayas. Está creciendo, no va a caber para siempre en un moisés.
Tiene razón pero no me gusta la idea de aceptar la caridad, sobre todo de él. Necesito desesperadamente que me vea tan capaz como alguien que puede cuidar de sí mismo. —Muy bien, pero te voy a pagar por ello.
Deja de hacer lo que está haciendo y me mira. —Es un obsequio.
—No necesito tu regalo —lo desafío.
—Ahh, pero no es un regalo para ti, sino para Venecia —declara con una mirada de suficiencia en su rostro.
—¿Siempre eres tan controlador?
—Sí —confirma y continúa trabajando en la cuna de nuevo—. ¿Siempre eres tan irritante?
—Sí... ¿Al menos puedo ayudarte?
—Eso sería genial. ¿Por qué no sostienes esa pieza de allí por mí? Se conecta a la barandilla.
Me muevo rápidamente, tomando la pieza que necesita y me arrodillo en el suelo junto a él. —Así que ahora que sabes mi historia, ¿qué hay de la tuya?
—¿Qué hay de mí?
—¿Cuál es tu historia? —pruebo, tratando de conseguir que se abra un poco para mí. Tal vez entonces el hecho de que he confesado mi pasado no va a parecer gran cosa.
—No hay historia, solo soy un tipo promedio.
—No sé nada de eso. Creo que todos tenemos una historia, Bible. Puedo jurar que lo escucho gemir. —Yo no.
—Está bien. ¿Tienes novia? —pregunto con indiferencia, sin querer dejar que su respuesta me importe de una u otra manera. No debería importarme, nada bueno puede resultar del hecho de que desarrolle sentimientos fuertes por Bible; el enamoramiento que me he admitido a mí ya es bastante malo.
Me mira a los ojos y sonríe. —No, no tengo novia.
—y ¿novio? — suelto disimuladamente.
Sonríe sin mirarme — tampoco.
Puedo sentir el rubor alcanzando hasta mis mejillas. Por qué su reacción me avergüenza, no tengo ni idea. Cambio el tema tan pronto como puedo. —¿Qué hay de tu familia?
—¿Qué pasa con ellos?
—Esto es como hablarle a la pared. ¿Dónde están, viven cerca?
—Sí —dice con una sonrisa—. Están cerca. Mis padres viven en la misma casa donde crecí, a un par de pueblos de distancia. Mi hermano vive a quince minutos de distancia y mi otro hermano, en la ciudad de Bangkok.
—¿Son cercanos?
—Sí. Mucho.
—¿Qué piensan de que te convirtieras en policía?
—No era lo que querían para mí, pero... están orgullosos de todos modos.
—Debe ser aterrador para ellos, ¿eh?
—Imagino que a veces les da miedo, pero saben que tengo mucho cuidado y no tomo riesgos innecesarios.
—Bien.
—¿Alguna otra pregunta, detective?
—Jaja. Eres un cómico habitual.
Por primera vez en el día, siento un poco de esa química, esa atracción que perdura entre Bible y yo.
Él se pasa el resto del día haciendo diversas cosas en la casa y hago mi mejor esfuerzo para no molestarlo. Todavía no estoy segura de cómo actuar con él o cómo vagar libremente alrededor de su casa sin sentirme incómodo. La mayoría del tiempo estoy en mi habitación; leyendo un libro con Venecia a mi lado, hasta que viene para decirme que la cena está lista.
Me encuentro con él en la planta baja, y está en la cocina sirviendo un plato de pasta.
Miro hacia el comedor y veo que ya puso la mesa. —Espero que no te importe la pasta —dice, entregándome un plato.
—Se ve muy bien. No puedo recordar la última vez que tuve una comida casera. —En cuanto sale de mi boca, lamento decirlo. No me gusta ver esa mirada en sus ojos; es lástima y lo último que quiero es que Bible se apiade de mí.
—¿No estuviste comiendo bien? —El tono de su voz me afecta. Resuena a través de mí, cubriéndome con un sentimiento de tristeza. Es como si hubiera transferido sus emociones a mí, pero no las comprendo. La tristeza me confunde,
¿por qué iba a estar triste por mí? Un chico al que apenas conoce.
—No, sí lo he hecho. Es que no me gusta mucho cocinar solo para mí —le digo, tomando asiento en la mesa. Se sienta frente a mí—. Somos Venecia y yo, y ella obviamente, no puede comer lo que preparo. No tiene sentido hacer mucha comida, así que acabo haciendo una gran cantidad de sopa, sándwiches y comidas recalentadas.
Asiente despacio y suspira. —Quiero que te sientas libre de tomar y hacer lo que quieras mientras estás aquí.
Mientras estás aquí...
Por alguna razón, esas palabras son como un peso sobre mi pecho. Cuando me escapé, quería mi libertad, ser independiente, criar a Venecia por mi cuenta. Sin embargo, la idea de dejar esta casa crea ese tipo de reacción involuntaria en mí. He estado aquí un día y ya se siente más como el hogar que nunca he conocido, pero sé que es temporal y cuanto más tiempo permanezca aquí, más difícil será seguir adelante y eso no es bueno para ninguno de nosotros.
—Eso me recuerda —digo—, llamó Vee, mi casera. Dice que mi apartamento debe estar listo para regresar el día quince.
—Bien.
—Te das cuenta de que faltan casi dos semanas ¿no? —consulto. Alojarse aquí por unos días es una cosa pero dos semanas es mucho tiempo. No quiero que piense que me estoy aprovechando de él.
Coge el teléfono y abre el calendario. —Ese viernes tengo un turno a última hora —dice, tomando el tenedor y apuñalando un pedazo de pasta—. Te llevaré a tu apartamento y podemos asegurarnos juntos de que esté aceptable.
Dejo escapar una risita y ruedo los ojos. —¿Aceptable? ¿En serio, Bible?
—Sí. En serio, Build. Quiero asegurarme de que se hizo todo lo que hablé con ella. No vas a volver allí hasta que yo sepa que estarás a salvo.
—No puedes evitar actuar como un policía todo el tiempo, ¿verdad? — bromeo, después de masticar mi bocado de comida.
—Me tomo mi trabajo en serio, Build, pero somos amigos ¿recuerdas? Y como tu amigo, no voy a dejar que te mudes a un lugar que no está en regla. Tienes que pensar en Venecia y, cuando se trata de su seguridad, no deberías tomar las cosas tan a la ligera.
Su declaración me espabila, y sé que tiene razón. Nuestra seguridad es lo más importante, pero si no regreso a mi vida tan pronto como sea posible, puede que nunca quiera salir de esta casa.
Pasamos el resto de la cena hablando como amigos de verdad. Le pregunto sobre ser policía, y le hablo de mi trabajo en la guardería. Me habla de su amor por los coches y de sus equipos deportivos favoritos y me encuentro absorbiendo todo. Disfruto de la normalidad de esto, de sentarse y tener una comida con alguien que no es completamente egocéntrico ni está absorto en su propio universo, alguien que se preocupa de verdad por lo que un le dice. Me hago una promesa silenciosa para darle este tipo de normalidad a Venecia, para hacerle saber que ella importa, sus gustos y disgustos, miedos y sueños, quiero que sepa que me puede decir todo y siempre la voy a escuchar. Voy a darle lo que nunca tuve, las cosas que no pueden comprar el dinero y el estatus.
—Estuvo genial, Bible —elogio, después de que me he terminado toda mi comida—. Gracias.
—De nada.
—Voy a lavar los platos.
—No, no pasa nada. Voy a echarlos en la lavaplatos después. —Me mira con un toque de brillo en sus ojos—. Quédate aquí, ¿de acuerdo? No te muevas.
—Está... bien.
Me sonríe. Lo hace ver infantil y me encanta, porque tiene una tendencia a ser demasiado serio. Espero que pueda llegar a ver más de este lado de él. Se va y regresa un minuto después con un pequeño pastel de chocolate; con una sola vela encendida en el centro.
Mi ritmo cardíaco se acelera y mis ojos comienzan a sentir un hormigueo y queman.
—Feliz cumpleaños, Build. —Me sonríe—. Sé que fue ayer, pero creo que todo el mundo merece celebrar su cumpleaños, aunque sea un poco tarde.
Agacho la cabeza y trato de proteger mi sonrisa y mis ojos llorosos de él. — Gracias —le digo en un susurro mientras pone el pastel en la mesa—. Esto es muy dulce de tu parte. —Alejo de un golpe una lágrima que cae, avergonzado por mi reacción a su consideración.
—Oye —dice suavemente, levantando mi barbilla para que se encuentren nuestras miradas—. ¿Qué pasa?
—Nada. —Me alejo de su agarre con un movimiento de cabeza—. Es solo que... no puedo recordar la última vez que me dieron una tarta de cumpleaños. — Me observa, descansando en cuclillas y me da esa mirada que se está volviendo demasiado familiar, la que me dice que siente lástima por mí.
Lo odio, odio que me mire de esa manera y que me importe. No debería importarme lo que piensa o siente por mí, pero por desgracia me importa. —No tengas lástima de mí, Bible. Por favor.
—Yo no lo tengo.
—Veo cómo me miras.
—No es lástima, Build. ¿Me siento mal por algunas de las cosas que has pasado? Sí. Por supuesto, pero sobre todo estoy impresionado de tu capacidad de recuperación. Eres un chico muy fuerte.
—Me gustaría pensar que sí.
—Lo eres. Reconozco la fuerza cuando la veo. Ahora pide un deseo y sopla la vela así podemos comer esta cosa.
Pide un deseo... un deseo... ¿Qué desearía si pudiera tener algo que quisiera? La respuesta a esa pregunta me asusta tanto como me gustaría negarlo, lo único que quiero ahora es más de Bible Sumettikul. Soplo la vela, dejando que el pensamiento permanezca en mi mente.
—¿Qué deseaste?
—No puedo decirte.
—Claro... tengo algo más para ti —dice, caminando hacia un gabinete cercano y sacando algo de un cajón—. Elegí esto hoy temprano. No te asustes, ¿de acuerdo? No era tan caro. —Se sienta y me entrega una caja envuelta en papel azul con una cinta blanca en la parte superior.
Lo miro con incredulidad. Quiero decir algo, pero no puedo, y después de un momento, desato con cuidado la cinta y abro el papel de regalo, con cuidado de no romperlo. Dentro de la caja hay una pequeña cámara digital negra. Levanto la vista hacia él, aturdido por el simple hecho de que me dio algo por mi cumpleaños, por no mencionar que es una cámara. Es sin duda el regalo más afectuoso que alguien me ha dado y porque viene de él, sé que la atesoraré siempre.
—Venecia crece cada vez más y pensé que te gustaría capturarlo en cámara.
Puedo escuchar la emoción en su voz, el placer que siente al darme algo que sabe que necesito. Tiene razón, he pensado en ello varias veces en las últimas semanas. Cuánto he querido documentar su crecimiento en fotos. Cómo he querido capturar momentos con ella, pero no he sido capaz de hacerlo. —Mierda, Bible... no sé qué decir.
—No tienes que decir nada. Solo tienes que usarla.
—Voy a... voy a utilizarla. Gracias. Esto fue muy amable de tu parte.
—Puedo ser un buen tipo. —Se encoge de hombros y ríe.
—Lo sé. Siento que estoy acumulando deudas contigo y me temo que nunca vaya ser capaz de pagarlas.
—No quiero que me pagues. Solo quiero que Venecia y tú sean felices, eso es todo.
No estoy seguro de cómo aceptar sus palabras de bondad, sus deseos para Nosotros, pero voy aprendiendo rápidamente que Bible Sumettikul no se parece en nada a lo que estoy acostumbrado. De hecho, es todo lo contrario.
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Te Protegere (biblebuild) (ADAPTADO) (Por Becha)(FINALIZADO)
Fiksi PenggemarElla es mía. Ese fue el primer pensamiento que vino a mi mente cuando tomé a mi bebé en brazos a los diecisiete. No me importaba que mis padres ya hubieran prometido dársela a una familia adinerada. Que me estuvieran forzando a entregarla. Ella era...