EPILOGO

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Cuelgo el teléfono de la conferencia en que he estado atrapado la última hora y media. Me encanta mi trabajo, pero las llamadas telefónicas como esas no son el motivo por el qué decidí venir a trabajar a la empresa de mi padre. Son muy pocos los días como hoy, pero no puedo esperar a largarme de esta oficina. Guardo mis papeles y los meto en el portafolio mientras que, simultáneamente, apago la computadora. Todavía no son las cinco en punto pero estoy tan harto.

Llego al elevador y presiono el botón hacia el cuarto piso. Alzo la mirada para ver los números de cada piso encenderse mientras desciendo.

Después de varias paradas en muchos pisos, las puertas finalmente se abren en el cuarto y me deslizo entre los cuerpos que hay dentro del elevador. Voy hacia las brillantes puertas dobles de colores y pongo el código de cuatro dígitos en el muro. Las puertas se desbloquean y soy transportado a un mundo completamente diferente. Esto es, por mucho, la mejor parte de mi día.

Me recibe una joven con ojos cafés y cabello a juego. —Hola, señor Sumettikul. Ella lo está esperando.

Sonrío y asiento, y camino lentamente por el pasillo, luego entro a la última habitación de la izquierda. Y, como si fuera lo debido, ella me ve antes que yo a ella.

—¡Papa!

—¡Venecia! —grito, agachándome lo suficiente para levantarla cuando corre a mis brazos. Envuelve los bracitos alrededor de mi cuello mientras le doy besos por toda la cara—. Te extrañé, cacahuate. ¿Cómo estuvo tu día?

—La señorita Lori intentó hacerme tomar la siesta otra vez, papi.

—¿En serio? —pregunto, exagerando mi tono para ella. Saco su lonchera y abrigo de los cajones que se alinean en la pared, y mientras la cargo fuera de la habitación, le sonrío a la profesora de Venecia.

—Así que, ¿qué pasó? ¿Tomaste la siesta? —Le sonrío y presiono el botón del elevador otra vez.

Suspira. —¿Aún puedo ver a Yoyo Bears esta noche?

Retrocedo con ganas de reír y entro al elevador. —Sí puedes, si tomaste la siesta.

—Papa… —lloriquea.

—Entonces, ¿tomaste la siesta?

—No me gusta dormir en el suelo, papa.

—No es el suelo, Venecia. Tienes una manta y una bolsa de dormir. Es muy cómodo, al menos deberías intentarlo. Cuando tomes la siesta, lograrás quedarte despierta hasta tarde para ver Yoyo Bears.

—Está bien —dice, descansando la cabeza en mi hombro.

Esta pequeña tiene el poder de transformar un día de mierda con solo un destello de sonrisa. Ni siquiera puedo recordar cómo era mi vida sin ella. Salgo rápidamente del edificio y salto al asiento trasero de un coche en espera.

Dejo a Venecia en el asiento elevado y la acomodo. Detesto que me lleven, pero vivir en la ciudad de Bangkok y manejar al trabajo es casi imposible. Los días que Venecia tiene maternal, opto por utilizar el auto de la compañía, de otra forma, uso otros tipos de transporte. Andar en esta ciudad con un niño, requiere una planificación cuidadosa, pero vale la pena por la vida que vivimos.

Build, Venecia y yo, nos mudamos a Bangkok  después de que Venecia fuera secuestrada por ese hijo de puta, Aroon. Cuando la recuperamos, me di cuenta que mi razón para convertirme en oficial de policía había sido satisfactoria. Sí, quería luchar contra el crimen y hacer más segura la ciudad, pero creo que en realidad solo quería ayudar a personas en problemas de la manera en que no pude ayudar a mi hermana, Anong, y cada vez que lo hacía, me sentía un poco menos fracasado. Nunca entendí cuán profunda era la culpa que cargaba en lo que concernía a su muerte, pero luego conocí a Build. El asustado pero valiente Build, con un bebé recién nacido y nadie que lo ayudara. Entró a mi vida y la puso sobre su eje; su presencia me dejó desorientado y me lanzó en territorio desconocido.

Te Protegere (biblebuild) (ADAPTADO) (Por Becha)(FINALIZADO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora