Un trueno hace que mis ojos se abran de golpe. Asimilo los alrededores desconocidos mientras me llena la confusión. Ruedo de lado, buscando a Venecia, y la veo en el moisés al lado de mi cama. Asomándome sigilosamente, la veo durmiendo pacíficamente. Miro por la ventana y recuerdo los acontecimientos de la noche anterior mientras observo caer la lluvia. Todo regresa. Bible, viniendo a mi rescate, llevándome a su castillo como un caballero de brillante armadura que viene a salvar a la damisela en apuros. No hubo promesas entre nosotros, ni de amor o lujuria, pero aun así, había algo allí. Una pisca de atracción, un invisible tirón acercándonos y por ahora era suficiente. No me encuentro listo para nada más y probablemente él no se encuentra dispuesto a darlo, pero sigue siendo más de lo que jamás hubiera esperado en mi situación. Entonces, ¿por qué mi estado de ánimo no refleja los pensamientos optimistas de mi cabeza? Por qué siento como si las gotas de lluvia que caen inestables frente a mi ventana, oscuras y sombrías, fueran desagradables. Es porque vivo una mentira, porque para Bible soy “Jake” y Build es solo un chico que dejé atrás en Bangkok. Alguien que dejé atrás al momento en que un diminuto puño rodeó mis dedos; es ahí cuando dejé de existir. El único problema es que extraño a quien solía ser, perdí mi identidad y quiero compartirlo con Bible, quiero que conozca al verdadera yo. Quiero ser capaz de decirle tanto de mi historia como pueda, llenar los vacíos de mi pasado y esperar que continúe dispuesto a quedarse. Aunque sea solo como un amigo… creo que puedo vivir con eso.
La decisión está tomada. Ser honesto con Bible es mi única opción real. No puedo sentirme bien al aceptar su generosidad y hospitalidad de otra manera. Si Venecia coopera con su horario normal, tengo alrededor de una hora antes de que se despierte para comer. Salgo del dormitorio y bajo las escaleras en busca de Bible. Las mariposas en mi estómago alzan vuelo, alertándome de cuán nervioso me encuentro por venir a aclarar mi pasado y nada menos con un policía. Me doy una charla de apoyo mental, recordándome que tengo dieciocho años y nadie me puede obligar a volver a casa. Me digo que no necesito su aprobación ni aceptación; he llegado hasta aquí por mi cuenta, estoy seguro de que puedo seguir adelante.
Cuando llego a la cocina, veo a Bible sentado junto a una mesa pequeña de estilo cafetería, bebiendo una taza de café. Me ve, nuestras miradas se cruzan y mi nerviosismo empeora. Mis sentidos se agudizan. Noto que hay algo mal.
Parece frío, casi carente de emoción. Tal vez ahora que ha tenido la oportunidad de consultarlo con la almohada, de pensar sobre lo que realmente significa tenernos aquí, ha cambiado de opinión con respecto a ello. Haciendo de tripas corazón, me decido a dar el primer paso. Entro más a la cocina y le doy una sonrisa tímida.
—Buenos días —digo en voz baja.
Cierra los ojos y se frota el puente de su nariz con el pulgar y el dedo índice. Suelta un suspiro y me vuelve a mirar. —Buenos días, Jake… lo siento, quiero decir, Build.
Al instante en que dice mi verdadero nombre, se me revuelve el estómago. Me siento mareado, como si pudiera desmayarme por el impacto de escuchar ese nombre viniendo de sus labios. Mi corazón comienza a chocar en mi pecho, imitando el sonido de las gotas de lluvia cayendo contra las tejas que cubren el techo.
—Ese es tu nombre, ¿no? ¿Build? —Mete la mano en su bolsillo trasero y saca algo que parece… un pasaporte—. Build Puttha de Bangkok —dice, arrojándolo sobre la mesa. Dispara dagas en mi dirección—. Encontré tu certificado de nacimiento y tu licencia.
La conmoción y el miedo empiezan a disiparse y mi sangre comienza a hervir. El enfado me domina; el hecho de que revisó mis pertenencias me hace sentir violada. —¡Cómo te atreves a hurgar en mis cosas, Bible! ¡No tenías ningún derecho!
Un músculo salta en su cuello y sé que su nivel de ira coincide con el mío, pero me importa una mierda. Me encuentro listo para la batalla, mi temperamento saca lo mejor de mí. —Eres un extraño quedándose en mi casa. Tengo todo el derecho.
—¡Me encuentro aquí porque lo querías tú! —grito, mi voz elevándose con cada palabra—. ¡Insististe, yo no pedí que vinieras a mi rescate! Tú lo quisiste.
Toma varias respiraciones profundas. Parece caminar por una línea muy fina entre el control y la locura total, pero me niego a dar marcha atrás. —Quiero que te sientes y me digas que carajo ocurre.
—¿O qué? —escupo, mi voz llena de desafío.
—Build, que Dios me ayude. NO me pruebes —dice secamente, agotándosele la paciencia.
—Anoche dijiste que no era un criminal, pero ahora me tratas como uno.
—No. No te trato como a un criminal, te trato como un mentiroso. Hay una diferencia.
—¡Hijo de puta! —grito y al mismo tiempo me lanzo por mi pasaporte en la mesa. Lo coge antes y con la mano libre, me agarra la muñeca—. Suéltame y dame mis cosas. Me voy.
—No vas a ninguna parte hasta que sepa lo que pasa aquí. ¿Esa niña de arriba siquiera es tuya?
—¡Qué! ¿Estás loco? —chillo, tirando de mi brazo—. No puedo creer que me estés preguntando eso. Por supuesto que es mía.
—Entonces por qué, ¿por qué mientes sobre quién eres y de dónde diablos hiciste todo ese dinero? Entiendo que no me conoces tan bien pero nunca te he dado una razón para no confiar en mí.
Sus ojos me queman, el hielo que crujía en ellos antes se ha ido y ahora reflejan su preocupación.
Mi enojo de hace unos momentos empieza a desintegrarse y es reemplazado con mis remordimientos por haberle mentido. —No quería mentirte. Al principio no tenía opción, pero después de anoche… me sentí culpable. Sabía que no podía quedarme aquí sin ser honesto contigo. Venía aquí para contarte, lo juro.
No dice nada, solo me mira, probablemente midiendo mis palabras. El silencio es profundo, consumidor, no debería preocuparme, pero su perdón me importa. —Dime ahora —dice finalmente.
—Quedé embarazado en mi último año de secundaria. Tenía diecisiete años.
—Lo miro en busca de algo, pero no sé qué exactamente. Consuelo, comprensión, tal vez.
—Continúa. —Su voz es suave, tranquila pero suplicante, instándome a seguir con mi historia.
—Cuando lo supe, me aterroricé —digo, tomando asiento frente a él—. No sabía lo que iba a hacer, pero tenía que decirles a mis padres. Sabía que no podía llevar a cabo un aborto y no había manera de que pudiera escondérselos.
Asiente, el simple gesto me dice que me entiende. Sus ojos nunca dejan los míos, persuadiéndome a continuar.
—Se encontraban enojados cuando les dije, humillados. No podían creer que les hubiera hecho esto, que fuera tan imprudente. Se encontraban preocupados por lo que pensarían sus amigos, por lo que diría la comunidad.
—Debe haber sido difícil para ti.
—Lo fue. Me sentí devastado. Pensar que cómo se vería ante sus amigos era más importante que su hijo y lo que atravesaba era algo difícil de entender. Es decir, sé que me metí en esta situación, pero, aun así soy su hijo, ¿no? Me dijeron que guardara silencio, me hicieron prometer que no le diría a nadie en la escuela, ni siquiera a mi mejor amigo.
—¿Qué hay sobre el padre?
Esa es la pregunta que no quiero contestar, la que me manda en espiral a la depresión cada vez que pienso en ello, cada vez que lo recuerdo. Respondo la pregunta tan calmada como puedo. —Lo sabía, él… no quería tener nada que ver con eso, Bible. Tenía toda la vida por delante y no quería ser atado con un bebé y simplemente pensé que yo me metí en este lío. ¿Por qué arrastrarlo también? ¿Porqué quitarle su brillante futuro debido a mi metida de pata?
Sus ojos se amplían. Parece enojado otra vez y supongo que la ira es mejor que la indiferencia. —No funciona de esa manera, Build.
—¿Por qué no? —lo desafío—. Estoy de acuerdo con eso. Mis padres trataron de que les dijera quién era. Me humillaron, me amenazaron, hicieron todo lo que pudieron pensar, pero nunca lo dije. Y tú tampoco puedes obligarme, Bible. No voy a hacerlo. Es mi elección, mía, y elegí darle su libertad.
—Build…
—¡No!
Se agarra la cara y la frota, obviamente frustrado con mi terquedad. —Bien.
¿Qué pasó luego? —pregunta después de mirarme finalmente.
—Me hicieron permanecer en silencio y ocultar mi embarazo hasta que me gradué. Después de eso, me tuvieron prisionero en la casa. Rara vez me dejaban salir a menos que fuera para ir a las citas con el médico y ellos me acompañaban todo el tiempo.
—¿Qué hay de tus amigos? ¿No se preguntaron por qué desapareciste?
—Mi mejor amigo, Tong, se fue justo después de la graduación. Su familia lo envió a Europa para el verano como regalo de graduación. El resto de mis amigos llamaron y me pidieron salir, seguro, pero era bastante fácil rechazarlos. Después de un tiempo, dejaron de llamar. —Agarro la cuchara para el azúcar que se encuentra sobre la mesa y empiezo a girarla entre mis dedos, usándola como conducto para canalizar todo el nerviosismo de mi cuerpo—. Cuando tenía siete meses de embarazo, mis padres me sentaron y dijeron que habían decidido que la adopción era la mejor opción. Que era demasiado joven e irresponsable para cuidar a un niño y no se encontraban dispuestos a asumir la responsabilidad de un niño después de haberme criado o de explicarle a la gente cómo su único hijo terminó embarazado de un niño bastardo.
—Build —dice en voz baja, inclinándose sobre la mesa para limpiar una lágrima perdida que ni siquiera noté que corría por mi mejilla.
No pensé que contarle mi historia a Bible sería tan difícil y tan doloroso, pero casi puedo sentir las mismas emociones que sentí cuando pasaba por todo. Supongo que en realidad sigo pasándolo. Todos los días con Venecia es una nueva lucha, una dificultad para la que no me hallaba preparado.
—Está bien —digo, bajando la cabeza para mirar mis manos, todavía jugueteando con la cuchara—. Les dije que quería quedarme con mi bebé, que había pasado siete meses vinculándome con la vida que crecía dentro de mí y que no estaba dispuesto a entregarla a extraños.
—¿Cómo lo tomaron?
—Se enfurecieron. Nunca los vi tan enojados y me asustó. Me dijeron que no tenía elección. Esta era su decisión y era la definitiva, y si siquiera pensaba en desafiarlos o avergonzarlos, ya no podría vivir allí. No pagarían para que fuera a la universidad, me quitarían el teléfono y el auto, y me dejarían para valerme por mí mismo. No sabía qué más hacer, Bible. No conocía mis opciones ni mis derechos. Era menor de edad y eran mis padres, así que acepté.
—Eso es comprensible.
Asiento y me limpio las lágrimas. —Pasé los próximos dos meses preparándome mentalmente para regalar a mi bebé. No me permití pensar en ella, hablarle. Apenas miraba mi estómago. Sabía que desconectarme emocional y mentalmente de ella era la única manera de que fuera capaz de llegar hasta el final sin enloquecer. Mis padres se encargaron de todo, encontraron a los padres adoptivos y arreglaron que recogerían a Venecia del hospital después de que naciera. Ni siquiera me dejaron conocerlos.
—¿Qué hiciste?
—Cuando entré en labor de parto y fui llevado al hospital, no permití que mis padres entraran conmigo a la habitación. Era el único lugar donde tenía algo que decir. Lo hice todo solo, y ellos esperaron afuera con los padres adoptivos. Después de que nació Venecia, pedí sostenerla. Legalmente no me podían negar eso, todavía tenía derechos, ¿sabes? Así que la enfermera me la entregó de mala gana. La miré y lo supe, Bible, supe que moriría antes de dejar que alguien la alejara de mí. Que moriría si alguien me la quitaba.
—¿Cómo lograste escapar, Build?
—La enfermera —digo, mirándolo de nuevo—. La que me dejó sostener a Venecia. Después de que todos se habían ido por la noche, me la trajo. Fue muy amable, y me encontré confiando en ella, contándole mi historia, diciéndole que no quería entregarla. No dijo nada, simplemente se sentó y escuchó —digo a través de las lágrimas. Pienso en la enfermera y sonrío—. La mañana de mi alta y en la que Venecia se iría con los padres adoptivos, entró en mi habitación. Lo arregló todo: cómo escaparía, cómo sacaría el dinero que había ahorrado. Mi dinero. Era mi única oportunidad de escapar, así que lo hice. Me sentí mal por los padres adoptivos… de verdad, pero legalmente no hice nada malo. Soy su padre. Todavía no había firmado los papeles e incluso si lo hubiera hecho, aún tenía tiempo para cambiar
de opinión. Mi mayor problema era que solo tenía diecisiete años y si mis padres me encontraban, podían obligarme a volver a casa y si eso ocurría, no había forma de saber qué pasaría con Venecia. No podía confiar en que me dejarían quedármela. Tienes que entender que hice lo único que podía pensar para quedarme con mi hija —lloro—. Quería decírtelo esa noche, cuando te conocí en el hospital, pero no podía correr el riesgo. No cuando me encontraba tan cerca de cumplir los dieciocho, de ser legal. Sabía que era la única manera de que nadie pudiera obligarme a nada.
—Y lo hiciste. De acuerdo con esto —dice, levantando mi pasaporte—, tu décimo octavo cumpleaños fue ayer.
Dejo escapar una risita. —Sí, lo hice. Soy libre para ser yo. Soy libre para ser el padre de Venecia y nadie puede cambiar eso. Nadie puede quitármela, ni tú, ni ellos, ni nadie.
—Nunca hubiera hecho algo para alejarla de ti. No soy tu enemigo —dice a la defensiva.
—No, pero eres policía. Es tu deber hacer lo correcto.
—A veces, lo legal no es lo correcto. No soy un robot, Build. Te habría ayudado.
—Pero no tenía manera de saberlo, así que tuve que ser cuidadoso.
—¿Lo sabe Us?
Exhalo lentamente. Lo último que quiero, es delatar a Us, pero aprendo muy rápido a no subestimar a Bible. Va a averiguar la verdad con el tiempo y he terminado de vivir una mentira. —El quería decírtelo. Hice que lo prometiera.
Sacude la cabeza y rueda los ojos. —Joder…
—Tuve que decirle. No había manera de que pudiera estar en los registros dándole un nombre falso. Me habría descubierto. Me arriesgué y le dije la verdad. Era una apuesta al azar, pero decidió ayudarme. Le prometí que si alguna vez era necesario, te lo diría yo mismo después de cumplir los dieciocho.
—Dios, Build, no sé qué hacer con todo esto.
—Simplemente ponte en mi lugar. Piensa en lo que tú habrías hecho. No soy mentiroso por naturaleza, pero hice lo que tenía que hacer. Dar a Venecia no era una opción para mí.
El sonido del llanto de Venecia pone un fin indefinido a nuestra conversación. Me alegro por ello, aliviado de poder tomar siquiera un pequeño descanso de esta confesión aplastante. Estoy cansado de tener que revivirlo.
—Ve a cuidarla. Voy a ir a la tienda de comestibles. Te traeré algo para desayunar.
—¿No vas a echarme? —pregunto, sin ocultar la sorpresa en mi voz.
—No. No te voy a echar. ¿Te gustan los huevos? Asiento. —Sí. Los huevos están bien.
Se levanta, agarra las llaves de la mesa de la cocina, y se dirige a la puerta principal.
—Bible —lo llamo. Se gira, pero no dice nada, solo se queda ahí, inmóvil, esperando que yo hable—. Gracias —digo rápidamente y subo las escaleras para cuidar de Venecia.
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Te Protegere (biblebuild) (ADAPTADO) (Por Becha)(FINALIZADO)
FanfictionElla es mía. Ese fue el primer pensamiento que vino a mi mente cuando tomé a mi bebé en brazos a los diecisiete. No me importaba que mis padres ya hubieran prometido dársela a una familia adinerada. Que me estuvieran forzando a entregarla. Ella era...