Capítulo 3

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Amelia.

Entramos en casa y apenas cruzo el umbral, siento cómo la rabia me sube por la garganta. Me quito el abrigo con un movimiento brusco y se lo entrego al criado sin siquiera mirarlo.

—¡Fue un absoluto desastre! —exclamo, volviendo a ver a mis padres, que cierran la puerta con calma, como si no hubieran presenciado la vergüenza que acabamos de vivir—. No sé cómo piensan que podemos seguir adelante con esto después de que este mononeuronal actuara así delante de todo el mundo.

Mi madre se aclara la garganta.

¿Va a defenderle?

—Amelia, cariño, debes ser un poco más paciente, Nicholas es... un chico extremadamente sincero, ya lo sabes, no podemos ser tan duros con él — Dice esta,

No puedo evitar resoplar. Siempre con lo mismo. Siempre esa excusa de "tiene problemas", como si eso le diera carta blanca para hacer lo que le dé la gana. Mi padre, sin embargo, no parece dispuesto a justificarlo y se cruza de brazos con expresión dura.

—No —dice—. Amelia tiene razón, no podemos seguir tolerando este comportamiento, si Nicholas quiere formar parte de esta familia, tiene que aprender a comportarse.

Y ahí está Abigail, apoyada en el marco de la puerta, riéndose como si todo fuera una broma.

—¡Oh, vamos! —dice entre risas—. ¿La cara de la tía Margaret cuando Nicholas empezó a hablar de política de izquierdas? ¡Y cuando mencionó la libertad sexual delante de todos esos conservadores cristianos! ¿Y el reverendo Jenkins? Estoy segura de que se le atragantó el vino cuando Nicholas habló de sus experiencias con la cocaína.

La miro, incrédula. No puedo creer que esté disfrutando de esto.

—No sé cómo puedes reírte ¡Fue una completa humillación! — chillo, de una manera más aguda de lo que esperaba.

—Amelia, no exageres, ayer durante la cena ya demostró cómo era—dice Abigail, aún con una sonrisa burlona—. Es solo Nicholas siendo Nicholas.

—¡Efectivamente! —le espeto, sintiendo cómo el calor sube a mis mejillas—. Nicholas siendo Nicholas es justo el problema, no puedes presentarte en sociedad, frente a lo más importante de la ciudad, y ponerte a hablar de libertad sexual como si estuviéramos en una taberna cualquiera ¡Es una falta de respeto para todos!

Nicholas aparece en ese momento por el umbral de la puerta, con su chaqueta mal abotonada y un aire de despreocupación que me saca de quicio. Lo veo sonreír con esa mezcla de arrogancia e inocencia que me da ganas de gritar.

—No sé de qué tanto te quejas —dice, acomodándose el cabello con una mano—. Solo estaba dando mi opinión, no veo qué tiene de malo.

—¡Claro que no lo ves! —le respondo con furia, dando un paso hacia él—. Porque no tienes el más mínimo sentido común, Nicholas ¡Eres incapaz de diferenciar que decir en sociedad y que decir con tus amigos!

Él se encoge de hombros, como si lo que digo no importara en absoluto.

—No entiendo por qué habría que comportarse de cierta manera solo porque esa gente no pueden manejar una conversación normal, es problema de ellos, no mío — dice encogiéndose de hombros.

Quiero. Pegarle. Un puñetazo.

—¿Una conversación normal? —repito, casi riendo por lo absurdo de la situación—. Lo que haces no es mantener conversaciones normales, Nicholas, lo que haces es reírte de todo el mundo — exclamo, finalmente perdiendo los papeles por completo —  ¿No te das cuenta de que esto no es solo sobre ti?

 Appearances ; Nicholas Alexander ChavezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora