Capítulo 13

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Nicholas.

El aire huele a sal y a brisa fresca mientras preparo mis cosas para irme a pescar con el abuelo Calloway. No he dormido mucho esta noche, la conversación con Amelia sigue rondando en mi cabeza como un molesto eco. Sus palabras, su mirada, todo quedó grabado en mi mente con una intensidad que me resulta difícil de ignorar. Y esa maldita pregunta que me lanzó justo antes de que todo se interrumpiera.

"¿Y ahora quieres hacerlo?"

El problema es que no he podido responder. Porque la respuesta es un caos en sí misma.

Encima ahora tengo que soportar durante dos horas al gilipollas de Jesse.

Bajo las escaleras con el equipo de pesca al hombro, escuchando el crujido de la madera bajo mis pies. No puedo evitar repasar cada detalle de la caminata de esta mañana. Amelia apenas me ha dirigido la mirada. No sé si fue por lo que pasó anoche, por lo que escuchó o porque simplemente prefiere pretender que todo fue un error. Pero lo que más me ha dejado pensando es cómo ha sido con el imbécil de su novio. Cortante. Distante. Eso me inquieta. Porque si ella está así, si está tan al límite, entonces soy el que está ganando en este juego.

Cuando llego al vestíbulo, me encuentro al abuelo Calloway esperándome con su sombrero de paja y su expresión calmada. Me sonríe, y por un momento, me dejo llevar por la idea de que un par de horas en el agua tal vez me ayuden a aclarar la mente.

— Listo, muchacho — dice el abuelo, señalando la caña de pescar que sostiene—. No prometo peces, pero sí buena conversación, Jesse nos espera fuera.

Asiento y me obligo a sonreírle. Salimos juntos por la puerta trasera de la mansión, caminando por el sendero de grava que lleva hacia el pequeño embarcadero. Intento concentrarme en eso, en la normalidad del momento, pero no puedo sacarme a Amelia de la cabeza.

Mientras camino, siento el peso de algo crujir bajo mi bota. Al principio, pienso que es solo una rama, pero algo en la textura me hace detenerme. Miro hacia abajo y veo un papel doblado a la mitad, que ha caído o ha sido dejado a propósito en el camino.

Frunzo el ceño y me agacho para recogerlo. La nota está escrita con una caligrafía pulcra, pero hay algo perturbador en el mensaje que contiene. Lo leo en silencio, cada palabra clavándose como una astilla.

"Vaya, parece que hay una nueva flor en este jardín, una rosa roja manchada de sangre. ¿Tú también quieres jugar? Bienvenido al juego.

Atte: Tulipán Negro."

El frío se me sube por la espalda, cortándome la respiración. Aprieto la nota en mi puño y miro a mi alrededor, buscando algo, cualquier señal de quién pudo haber dejado esto. Pero no hay nada. Solo los árboles y el camino que serpentea hacia el embarcadero.

El abuelo se detiene y me observa con una expresión de curiosidad.

—¿Todo bien, hijo? —pregunta, notando mi repentina rigidez.

—Sí, todo bien —miento, forzando mi voz a sonar despreocupada mientras guardo la nota en mi bolsillo—. Sigamos.

Joder, no puedo dejarla sola...

Ese maniaco está aquí,

A medida que avanzamos hacia el embarcadero, noto la figura de Jesse esperándonos junto al bote. Está hablando con uno de los trabajadores del lugar, pero al verme, su expresión se vuelve fría. Supongo que para él, yo no soy más que una presencia molesta que jamás debió haber aparecido.

Bueno, en eso estamos de acuerdo.

—¡Hey, Nicholas! —me saluda con una energía casi contagiosa—. Pensé que llegarías tarde.

 Appearances ; Nicholas Alexander ChavezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora