Capítulo 9

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Amelia.

De vuelta en casa, el ambiente se siente más tranquilo, pero también hay algo diferente.

Desde que volvimos hace dos días solo me he centrado en la boda y sus preparativos. No quiero pensar en el acosador, ni en los anónimos, ni en Nicholas que se esfuerza en pasar tiempo conmigo para descubrir quién es.

Me siento en el borde de mi cama, quitándome los zapatos lentamente mientras trato de sacudir el día. Mi cuerpo está agotado, pero mi mente sigue girando, repasando lo que pasé hace unos días, cada risa y cada pequeño momento con los niños, al final Nicholas no fue tan imbécil. Sonrío para mí misma, aunque hay una sensación de inquietud que no logro identificar.

De repente, siento una especie de tensión en la habitación, como si el aire se hubiera vuelto más denso. Me quedo inmóvil, parpadeando, y tengo la extraña sensación de que alguien me está observando. Mi corazón da un pequeño vuelco y, sin pensarlo, me levanto y camino hacia la puerta. Abro con cuidado, asomándome al pasillo.

Ahí, apoyado contra la pared, está Jesse. Mi prometido.

—¡Jess! —digo, sorprendida y alegre al mismo tiempo—. Dios...¿Qué haces aquí?

Él sonríe, su postura relajada,avanza un par de pasos hacia mí, y su presencia, aunque familiar, me descoloca un poco. Hay algo extraño en la forma en que me mira, al fin y al cabo no lo he visto en meses.

—Tu padre me necesitaba —responde, con un tono tranquilo, aunque sus ojos se desvían ligeramente hacia el fondo del pasillo, como si buscara algo más.

Frunzo el ceño, un poco confundida.

—¿Necesitaba? —repito—. ¿Para qué?

Antes de que pueda aclarar nada, escucho la voz grave de mi padre detrás de él.

—Necesito un buen abogado para uno de mis negocios y mi yerno va a ayudarme con eso. —La respuesta de mi padre es directa, como siempre, pero hay una especie de satisfacción en su tono que me hace pensar que hay más detrás de esa "ayuda" de la que me está contando.

La inquietud que sentía se disipa por un momento. Me alegro genuinamente de ver a Jesse, de que esté aquí, y sin pensarlo dos veces, me acerco y lo beso en los labios, como un reflejo natural de nuestra cercanía. Sin embargo, el beso es breve, interrumpido por una voz firme que proviene de mi madre, que aparece de repente en el umbral de la puerta.

—Amelia, no seas indiscreta —dice con ese tono moderado que usa cuando quiere recordarme cómo debe comportarse una mujer en esta casa.

Me separo de Jesse, mordiéndome el labio para no responder a su reproche con alguna broma sarcástica. Su mirada severa me dice que no está de humor para ninguna de mis bromas hoy.

Jesse, por su parte, esboza una leve sonrisa, pero permanece en silencio.

Me echo hacia atrás, dejando escapar una pequeña risa nerviosa, aunque la reprimenda de mi madre sigue retumbando en mi cabeza.

—Perdón, mamá —murmuro, aunque con un toque de ironía en mi voz.

Ella me lanza una mirada que claramente dice "No es gracioso", pero no se molesta en seguir con el tema. En cambio, se gira hacia mi padre, que ahora se encuentra más cerca de nosotros.

—Tu padre y Jesse estarán ocupados toda la tarde con asuntos del negocio, así que no te preocupes si no los ves durante un rato — sonríe.

Asiento, aunque la situación todavía me parece un poco extraña. Mi padre y Jesse hablando de negocios no es nada fuera de lo común, pero hay algo en cómo ambos actúan que no encaja. Tal vez soy yo, tal vez es la incomodidad que quedó flotando después de lo que pasó con Nicholas en mi habitación, o tal vez son solo mis propios nervios.

 Appearances ; Nicholas Alexander ChavezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora