Los sapos, Gamakiri, Gamakichi y Gamatatsu

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—Izuku estaba recostado en su cama, completamente derrotado. Su madre había ido a la casa de los Bakugou para reclamar por su trompeta calcinada, y eso no era bueno. Solo significaba que el acoso de Katsuki se intensificaría, como había ocurrido antes. Y si eso no fuera suficiente, el pergamino gigante que "robó" del museo ahora llevaba su nombre. Técnicamente, no lo robó; simplemente estuvo en el lugar equivocado en el momento equivocado. Ahora, ese pergamino lleva su nombre grabado con su propia sangre.

—¿Qué haré? ¿Qué haré? —se repetía una y otra vez, inmerso en una situación delicada. El pergamino y su bully lo tenían atrapado. Sin embargo, esos pensamientos fueron interrumpidos por un fuerte sonido acompañado de una estela de humo del tamaño de un gato.

—Hace tiempo que no estaba en el mundo humano —comentó una criatura, sintiendo el ambiente de la habitación de Izuku—. Hay mucha humedad, se siente raro. —Tras decir esto, fijó su mirada en Izuku—. ¿Tú eres Izuku Midoriya?

—La criatura era una rana de aspecto extraño, vestida como un pequeño samurái. Llevaba un kimono azul atado con un obi blanco. La rana era de un color naranja con tonos rojizos en las patas traseras y alrededor de los ojos, su cuerpo estaba cubierto de protuberancias que parecían verrugas.

—¡Una rana que habla! —gritó Izuku, sorprendido.

—¡Soy un sapo, imbécil! —respondió el animal con calma—. Y eso no cambia el hecho de que me estés hablando.

—Es que es raro... que un animal me hable —comentó Izuku, desconcertado.

—Tenía que pasar, Izuku Midoriya. Firmaste el contrato de invocación de mi pueblo, ahora eres nuestro invocador, mocoso —explicó el sapo parlanchín.

—¿Su invocador? ¡¿Qué significa eso?! —preguntó Izuku, ya bastante conmocionado.

—Al firmar el contrato con nuestro pueblo, te convertiste en nuestro invocador. Eso significa que, cuando lo desees, puedes llamarnos desde cualquier lugar para luchar a tu lado, aconsejarte o ayudarte en lo que necesites. Nuestro destino ahora está ligado al tuyo. También has heredado una fuerza olvidada por este mundo: el chakra —contestó el sapo con calma.

—¿Chakra? ¿Eso no es alguna mierda budista? —replicó Izuku.

—¿Mierda budista? ¡No, idiota! El chakra no es una tontería espiritual o mística. Es la energía vital que fluye por tu cuerpo. Es la fuerza que combina lo físico y lo espiritual para realizar técnicas que podrían volar ciudades, si sabes cómo usarla. En los viejos tiempos, antes de que esos estúpidos dones aparecieran, el chakra era lo que los verdaderos guerreros controlaban para luchar, curar y hasta cambiar el mundo —explicó el sapo, visiblemente exasperado.

—Si es tan poderosa, ¿por qué parece algo místico? Explícame eso —preguntó Izuku, de manera casi natural.

—No voy a responder una pregunta tan estúpida —dijo el sapo, tajante.

—Oh... —fue lo único que Izuku pudo decir.

—Solo te lo mostraré —dijo el sapo, subiendo al hombro de Izuku. Y, tal como había llegado con la estela de humo, se llevó a Izuku del mismo modo.

Monte Myōboku

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La naturaleza del poder.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora