Izuku Midoriya siempre había sido un chico tranquilo, reservado y, sobre todo... Raro Desde que descubrieron que no poseía un don, fue marginado y objeto constante de burlas. Esto lo llevó a desarrollar una personalidad retraída, alejada de los demás, teniendo como única amiga a su madre. Ella, al igual que él, era una persona calmada, lo que muchos tachaban de "ingenua" o "tonta de buen corazón". Pero Izuku... Izuku era diferente. A pesar de su timidez y tranquilidad, también tenía algo peculiar, algo que lo hacía... raro.
Pasaba la mayor parte del tiempo hablando consigo mismo, murmurando sus pensamientos en voz baja. No solo era el único sin un don; tampoco destacaba en nada en particular. Era increíblemente promedio, hasta la médula. Bueno, salvo en una cosa: la música. Izuku no era un genio, ni lo suficientemente bueno como para recibir la atención especial del profesor, pero poseía cierta habilidad musical que lo mantenía en pie. Era lo único en lo que destacaba, y a lo que se aferraba con todas sus fuerzas. Su mayor sueño era tocar algún día frente a todos sin que nadie le lanzara algo, como solía suceder cuando el profesor daba oportunidad de presentarse frente al grupo.
El salón de música de su secundaria se había convertido en su refugio. Aunque el profesor no lo soportaba del todo, admitía que Izuku tenía un poco más de habilidad que el promedio. Pero no lo suficiente para tolerar cómo desafinaba con su trompeta o sus intentos fallidos de tocar melodías simples en el piano. Cada vez que el profesor llegaba al límite de su paciencia, lo echaba del aula. Así que era común ver, o más bien escuchar, a Izuku practicando detrás de la escuela, intentando mejorar.
Ese día no era la excepción. Izuku estaba sentado con la espalda apoyada en la pared del edificio. Era tarde, y con su madre trabajando hasta altas horas, él solía quedarse ahí, tocando su trompeta. Hasta que, como de costumbre, llegó su bully personal. Molestar a Izuku era prácticamente una tradición para todos, incluso para los estudiantes de cursos inferiores. Hasta los otros "ñoños" se metían con él. Pero ninguno lo hacía con tanta malicia como Katsuki Bakugou, su antiguo amigo.
—¡Hey, inútil! —gritó Bakugou, con ira en su voz—. Lastimas mis oídos. No sé quién fue el idiota que te dijo que sabías tocar la trompeta.
El tono burlón de Bakugou era inconfundible. Pero Izuku no se inmutó. Siguió tocando, con la cabeza inclinada hacia abajo, lo suficiente para que la campana de la trompeta casi rozara el suelo. Esa indiferencia desató aún más la ira de Bakugou.
—¡Mírame cuando te estoy hablando, basura humana! —bramó, furioso.
Pero Izuku, absorto en sus notas, lo ignoró deliberadamente.
La paciencia de Bakugou se agotó. Sin más, lo tomó del saco y lo lanzó al suelo con fuerza. Izuku cayó de espaldas, golpeando su cabeza contra el pavimento. El dolor se expandió por su cuerpo, mientras miraba al cielo con una sensación de irrealidad. Era como si las reglas no existieran para Bakugou, o peor, como si simplemente no se aplicaran a él.
El terror lo invadió al mirar su trompeta: la campana estaba abollada, la tubería que conectaba con ella doblada de manera grotesca, y los pistones solo eran un montón de resortes esparcidos. Su trompeta, su único refugio, estaba completamente destruida.
—¿Por qué...? —susurró Izuku, con los ojos fijos en los restos del instrumento.
—Porque eres un error —respondió Bakugou, con frialdad. No había rabia en sus palabras, ni la habitual explosividad en su tono. Solo indiferencia.
Con esa misma calma, Bakugou recogió lo que quedaba de la trompeta y la hizo estallar en sus manos. Los trozos de metal quemado cayeron al suelo. Sin decir nada más, lanzó los restos a los pies de Izuku, aún humeantes por la explosión.
—Sigue tus sueños, imbécil —espetó Bakugou antes de marcharse, dejando a Izuku solo, con los fragmentos de lo que una vez fue su única esperanza.
ESTÁS LEYENDO
La naturaleza del poder.
Fiksi PenggemarHace mucho tiempo atrás, antes de que la humanidad evolucionara, y dieran origen a los quirk's . Existía un poder dentro de todos los seres vivos. El chakra. El poder que todos tienen, sin excepciones, sea el hombre más grande o el hombre más pequeñ...