Aprendiendo.

34 4 0
                                    

Pasaban las semanas en el monte, e Izuku cambió su rutina. En lugar de quedarse en su escuela practicando con la trompeta, que no tardó en ser reemplazada por Bakugou, iba al Monte Myōboku a entrenar con Gamatatsu. Su maestro solía invocarlo una hora después de que Izuku saliera de la escuela, y pasaba toda la tarde allí, hasta que su madre llegaba del trabajo para poder cenar con ella y luego dormir. Los fines de semana, entrenaba de sol a sol.

Como el día de hoy, un bonito sábado.

—Muy bien, Izuku, muy bien —decía Gamatatsu con una amable sonrisa.

Izuku lanzaba puñetazos y patadas a un árbol. Según palabras del propio Gamatatsu y Gamakiri, quien a veces se unían a su entrenamiento, Izuku tenía cierta facilidad con el taijutsu. Gamatatsu le enseñó una versión simplificada de la "Kata de los Sapos", sin la necesidad del senjutsu. Este estilo de taijutsu que Gamatatsu ideó para Izuku se basaba en imitar los movimientos de los sapos en combate.

—Maestro —decía Izuku mientras jadeaba—. ¿Por qué no me ha enseñado otra cosa además de pelear? —preguntó, limpiándose el sudor de la frente y los ojos.

—Verás, Izuku... no tienes talento para el ninjutsu —dijo Gamatatsu despreocupadamente, provocando que tanto Izuku como Gamakiri cayeran de espaldas.

—Maestro, no sea cruel, por favor —contestó Izuku, triste.

—¡Oh! ¡Lo siento, jaja! —se rió tontamente, rascándose la cabeza—. ¡Pero no te deprimas! Simplemente te tomará más tiempo. Las mejores sopas se cocinan a fuego lento, sin dejar de revolver... Hmm... sopa... —de repente su estómago rugió—. Me dio hambre, ven, Izuku. Tómate un descanso y vamos a comer.

No era raro que Gamatatsu usara la comida como analogía para enseñar a Izuku.

—Vaya usted, maestro. Acabo de comer un plato de bichos.

Al principio fue difícil para Izuku comer insectos, pero con el tiempo se acostumbró. No los comía crudos, solía prepararlos de distintas formas para que fuera más fácil. Una de las cosas que Izuku aprendió de Gamatatsu, además del taijutsu, fue a cocinar, más que nada caldo o parrilladas.

—¡Okey, no te sobreesfuerces, querido alumno! —dijo Gamatatsu con calma, levantándose para ir en búsqueda de su sagrado alimento, con una expresión feliz en su cara.

—Es curioso, Izuku —decía Gamakiri mientras veía a su tío alejarse.

—¿Por qué lo dices? —preguntó Izuku, sentándose para tomar un pequeño descanso.

—Mi tío te está entrenando en taijutsu, y no es especialmente bueno en eso. Claro, es mejor que muchos sapos, pero mi papá es un experto en taijutsu y kenjutsu, usando muy poco el ninjutsu, genjutsu y senjutsu. Pero mi tío le da mil vueltas a mi papá en el ninjutsu, genjutsu y en las artes sabias —dijo Gamakiri, observando.

—Bueno, solo sé que Gamatatsu me está enseñando muy bien a pelear —comentó Izuku.

—Ya lo sé, pero hubiera sido más lógico que mi padre te entrenara en taijutsu, en lugar de andar buscando a otro invocador para enseñarle ninjutsu y senjutsu, que es algo que no suele usar mucho. Pero no voy a cuestionar a mi padre —dijo Gamakiri, poniéndose de pie—. Nos vemos, gaki.

—Adiós, Gamakiri —se despidió Izuku, quedándose solo—. Creo que debería preguntarle a Gamatatsu si me puede enseñar a usar ninjutsu. Debería aprovechar que es muy bueno en eso —decía Izuku, frotándose el mentón con la mano.

—¡Oh! Mi sobrino ya se fue... —dijo Gamatatsu entre bocados, con un trozo de comida todavía en la boca.

—Maestro, enséñeme a usar ninjutsu. No importa cuánto tiempo tome, pero quiero dominarlo —dijo Izuku, con un semblante serio.

La naturaleza del poder.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora