Según me contaron, dormí un día entero. Nadie quería despertarme, pero yo estaba muy segura de que de vez en cuando querían tirarme un balde de agua por la cabeza. Anya me contó que, mientras dormía, seguía gritando, como si alguien me estuviese matando, como si me faltara el aire y no pudiera respirar..., como si me estuviera muriendo.
Pero, cuando salí del despacho de nuestra líder, todos se acercaron a saludarme. Las piernas ya no me dolían, los brazos estaban dormidos pero habían dejado de arder, la cabeza tampoco me dolía. Estaba bien, excepto por los raspones de los brazos y las rodillas, pero estaba en buenas condiciones. Todo estaba en orden, menos mi muñeca. Había mejorado sí, pero aún la herida estaba grave. No podía mover la mano derecha, ni hacer ningún trabajo forzoso y pesado con ella, porque me lastimaría peor. Anya estaba muy segura -y las dos enfermeras que aún teníamos con nosotros en el refugio también- de que en dos o tres días, quizás en una semana, ya podría volver a utilizar la mano. Pero, siempre con moderación. No debía cargar objetos pesados, tampoco podía salir a recorrer, porque si recibíamos un ataque sorpresa de los infectados -que no tenían nada planeado, pero de vez en cuando aparecía una estampida de ellos- no podría defenderme, no con la mano lastimada. En fin, por suerte, ya puedo dejar de estar acostada.
—¿Dónde está Mathias? —Pregunto, tratando de no sonar tan desesperada y ansiosa; pero la verdad era que necesitaba verlo, quería saber cómo se encontraba, si se había lastimado.
—Está en la torre, desde ayer —comentan por ahí.
Una de mis cejas se arquea, ¿en la torre? ¿Un día entero? Algo le estaba sucediendo a éste chico. ¿Cómo iba a hacer para pasar desapercibida de la multitud de habitantes que querían ver cómo me sentía? Dios, estaba bien y me sentiría mejor si me dejaran ir a ver cómo estaba Mathias. No quería que notaran que estaba preocupada por él, no quería que se dieran cuenta de que cada vez que hablaban de él, me ponía nerviosa. Esto nunca me había pasado antes, bueno, no sé si me pasó alguna vez cuando niña. Quizás sí, pero sentir ésta clase de sentimientos para con alguien que apenas conozco, es extraño. Aunque no lo conozco apenas, es un decir; sé muy poco sobre su vida personal, pero me basta con saber que está sobreviviendo igual que yo, igual que todos nosotros.
Jack fue el primero en abrirse paso entre la multitud, para poder abrazarme, con mucha fuerza. Creo que pude escuchar como cientos de "¡crash!" resonaban a la vez, por todo mi cuerpo. Estaba muy débil y mi hermano estaba muy fuerte.
Lo abracé lo más fuerte que pude, mientras sonreía ligeramente. Aún abrazados, susurré en su oído unas palabras:
—Necesito ir a verlo.
Él rápidamente se separó de mí, para poder observar mi rostro, con ambas cejas arqueadas; estaba algo decaída, también un poco triste y muy pálida. Aunque, a mi parecer, ¡no tenía nada de malo! Estaba algo decaída porque no-me-dejaban-ir. Dios, estaba muy nerviosa, quería ir a buscar a Mathias, al alemán; estaba muy segura de que Jack no reaccionaría bien ante esas palabras porque, después de todo, seguía siendo mi hermano sobre protector y odioso que no me dejaba ver a ningún chico. Ese pensamiento sobre él, me hizo dibujar una pequeña sonrisa.
Primero, me observa con el rostro frío y sin ninguna expresión; estaba muy segura de que la situación le disgustaba y de que, ahora, empezaría a detestar a Mathias. Pero, luego suelta un suspiro y musita, en voz baja, sólo para que yo lo pueda oír:
—Está en la torre Sur —luego deposita un beso en mi mejilla izquierda, cariñosamente y comienza a caminar hacia quién sabe dónde, pero antes de desaparecer completamente del lugar, agrega—: dile que tienes que estar desayunando en media hora o perderá la mano.
No pude evitar que una pequeña risa divertirá escapara por entre mis labios al escucharlo pronunciar estas palabras, de vez en cuando era muy odioso y muy protector, pero era mi hermano y lo amaba. Cualquier chica, en mi posición, en estos momentos estaría detestando que su hermano sea así con él, pero no pasa eso conmigo. Observando la situación en la que nos encontramos, adoro que Jack se comporte de esa forma. Porque, a pesar de protegerme, sabe darme mi espacio y eso es algo que valoro mucho.
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«Comenzar de nuevo».
Ciencia Ficción«Llegamos..., al fin. El lugar del que tanto estuvimos hablando; nuestro hogar.» "Es increíble cómo de un día a otro tu vida puede cambiar. Esta historia, relatada por Isabella Summers, nos adentra a un nuevo mundo donde la oscuridad atrapó a la luz...