9. Playa nudista de Sopelana. (o ¿ Por que no aquí?.)

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La última historia que os he contado es la única vez, al menos hasta ahora, que soy consciente de haber estado follando y que alguien me estaba viendo. Aquel camionero que se sentó en el depósito de su camión para verme follando con Andoni en el área de servicio, fue espectador de un momento sexual intenso y creo que saber que él estaba mirándome, verle allí observando, me excitó mucho e hizo que ese polvo fuera más gratificante, pero no ha sido esta la única vez que alguien más me ha podido ver, claro que no. Cuando una situación es capad de sobrepasar tu voluntad de mantener cierto pudor, se convierte en una ocasión magnífica para sacar el lado más obsceno de cada uno. Hace unos pocos años, una de esas ocasiones me llevó también a tener sexo en la calle y quizá por eso y por la incertidumbre de si alguien estaría viéndome, el resultado fue intenso y excitante.

Y pensándolo bien eran mis ansias lo que provocaron el desenlace aquella vez. No sé si conocéis la playa de " La Salvaje" en Sopelana. Yo había ido con mi amiga Olatz y puse una foto en una Red social al llegar. Allí tampoco es que haya muy buena cobertura, así que me desentendi del teléfono después de poner la foto, pero al de un par de horas vi que un amigo había reaccionado y me había enviado un mensaje privado preguntando si aún estaba allí, porque había reconocido la playa a pesar de que la foto era del paisaje y él estaba cerca. Empezamos a hablar por mensajes, tampoco demasiado. Él preguntó a ver si se podía acercar para pasar un rato charlando en la playa y quizá tomar algo después. Mi amiga Olatz tenía que volver a Pasaia después, así que se iba a marchar pronto y la verdad es que a esa hora, poco antes del atardecer, se estaba genial en la playa, así que me venía bien que se acercara ese amigo y que después me llevara a casa de Virginia, porque yo dormiría allí ese día. Tardó muy poco en llegar y estuvimos charlando los tres una media hora antes de que Olatz se fuera. Cuando nos quedamos solos yo, me quité el tanga. Vale que él se quedó sorprendido, pero tampoco es algo inconcebible. La playa es nudista y ese chico y yo tuvimos diez años antes una aventura. Vale, fue una de esas parejas mías que me duraban seis meses, cuando yo tenía 20 años. El caso es que estábamos sentados los dos uno enfrente del otro, con las piernas recogidas y cuando me quedé en pelotas el empezó a mostrarse nervioso.

Yo-. Perdona si te sientes incómodo. Delante de Olatz no me suele gustar hacer nudismo. Ya sabes que ella es lesbiana y yo no quiero provocar en ella nada.

Alain-. Joder, Ane. ¿ Y a mi no me quieres provocar nada tampoco?.

Yo-. A ti esto te da igual, supongo. Ya conoces de sobra mi coño jajaja Pero si prefieres me tapo otra vez...

Alain-. Por mi así, estas de puta madre.

Yo-. Si vas a estar más cómodo desnudate si quieres. Somos adultos, ¿ no?.

Vi claramente la duda en sus ojos. Lo tuvo que pensar bastante, pero se deshizo del bañador. Creo que estaba haciendo un gran esfuerzo en no pensar, en no mirar, en no mostrar excitación. Para mí eso empezaba a ser aburrido y mientras hablábamos de trabajo y cosas de esas yo inspeccionaba el apurado de mis piernas acariciando con las yemas de los dedos la piel, las inglés.. Antes de que mi inspección llegara a mis labios, Alain ya no podía ocultar nada y quiso tumbarse boca abajo.

Yo-. ¿Que haces?.

Alain-. Nada ¿por?.

Yo-. Ahora que tu visita empezaba a ser interesante, ¿ lo escondes?.

Alain-. Ane, que me estás poniendo perraco... No me jodas.

Yo-. ¿ Joderte?. Que va. Solo es que me estaba gustando saber que aún te pongo como me sigues poniendo tu a mi. Mira...

Sentada delante de su mirada llevé la mano a mi coño y con dos dedos abrí los labios para que él no perdiera detalle, metiéndome por fin, el dedo corazón para que se viera empapado como estaba al salir. Lamí ese dedo. Cerca de nosotros había más gente, por supuesto. Los que mejor perspectiva tenían, un grupo de tres chicas y dos chicos a unos diez metros, que enseguida empezaron a estar muy pendientes de Alain y de mí. Le obligué a sentarse como yo delante de mí. Su polla era el centro de las miradas de esas chicas y de la mía. Los chicos y Alain me miraban más a mi, no sé porqué. Empecé a recordarle a Alain cada vez que él y yo habíamos follado cuando estábamos liados. Alain trataba de aparentar normalidad errando por completo y a mi verle tan cachondo y expuesto me estaba poniendo mucho peor que él. Quise dilatarlo hasta que se hiciera de noche, pero íbamos más rápido que aquel precioso ocaso de agosto. Yo estaba hablando sobre una vez que él y yo tuvimos sexo en los baños de un bar de Donosti y el siguió la historia.

Los diez mejores polvos de mi vida. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora