7. El sexo más duro de mi vida. ( Hasta entonces).

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En 2.017 se creó mi unidad que está enfocada a aclarar unos casos particulares en cualquier parte del territorio, dejémoslo ahí. Casi todos han sido especialmente macabros hasta ahora y te dejan sensaciones para las que nadie está preparado. Somos un equipo muy reducido, pero cohesionado. Todos sufrimos secuelas anímicas y tal vez otras más graves que aún no se ven. Yo particularmente cuando cerramos un caso, he llegado a avergonzarme de como he actuado al bajar la tensión por el caso. A pesar del formato, necesito contar algo que no forma parte de este relato, pero que puede servir para entender como puedes encontrarte después de algunos casos. Digamos que ya sabéis, si habéis leído lo anterior, que en mi vida no ha supuesto ninguna frontera infranqueable tener sexo de un día. La vez que mejor salió, fue con Karlos, ese compañero de patrulla del cuartel de renteria. Solo follamos un día y además haciendo patrulla, pero fue una auténtica gozada. La vez que peor salió fue el día en que atrapamos en 2.020 al asesino de niñas. Llegamos dos días tarde para salvar a "La Rubia" Naiara, que era pelirroja. Ese día salí sola por la noche a buscar sexo. Cuando estoy en un caso, nunca había sentido apetito sexual hasta este año, así que podría llevar un par de meses de abstinencia total. Tardé en encontrar alguien adecuado y cuando lo hice, no me apetecía ya tanto y estaba cansada. Entramos al baño de un bareto sucio donde nos conocimos y follamos. Bueno, si se puede llamar follar a aquello, porque lo único que pasó es que él se puso detrás de mí apoyada en el lavabo y se corrió en dos minutos. Ni siquiera sé como se llamaba.

El caso es que quería que entendáis que a veces, o todas las veces, cerrar algunos casos te deja devastada. Otras eufórica. No siempre es fácil distinguir como estás en esas ocasiones. En 2.019 también atrapamos a otro asesino en Mutriku. Aquel cabrón estuvo tres semanas jugando con nosotros, pero mi equipo y yo, le cazamos. Resulta que al fin de semana siguiente, yo y mis compañeras de grupo " Lamiak", teníamos un bolo en fiestas de Basauri. Ya ves, el bolo más lejos de casa para la banda hasta aquel día y en mitad de unas fiestas. ¡Imagínate!. Hasta el día que cerramos aquel caso, yo no sabía si iba a ir a tocar y mis amigas ya habían hablado a mis espaldas con un batería que conocemos para que me sustituyera, pero en cuanto cerré aquel caso, me metí en el local de ensayo hasta la mañana del concierto. Tocábamos las terceras después de un grupo de Burgos y Otro de Bilbao y por detrás de nosotras el cabeza de cartel, Space Octopus. El cantante y guitarrista es un virtuoso de la hostia. Al lio. A aquel bolo fue un chaval de Ondarribi con el que andaba yo. Vale, vamos a decir mi pareja, porque ya llevábamos tres o cuatro meses juntos. Resulta que Markel era un salido en toda regla que solo pensaba en sexo todo el día y claro conmigo se sentía... desaprovechado. Con lo del caso además llevábamos tiempo hasta sin vernos, así que cuando llegó a Mutriku, el tío estaba más salido que el pico de la plancha.

Nosotras al llegar descargamos la furgo con los instrumentos y empezamos a preparar todo. Íbamos bien de tiempo y la organización del festival era mucho más profesional de lo que podría ser. Nos ayudaron en todo y llevaban los tiempos con cronómetro. Salimos a hacer las pruebas de sonido a las cinco en punto y para las seis menos cuarto sonabamos de la hostia. Es cierto que nunca habíamos tocado en un escenario tan grande ni con un equipo tan bueno. Había hasta un técnico de sonido profesional de la organización. Joder, si hasta había back stage para artistas. Paraciamos o al menos nos creíamos los putos Iron Maiden. Markel vino con nosotras al Back Stage y en cuanto se veía conmigo a solas me besaba, me tocaba por todas partes y me metía mano. Estaba súper cachondo. Yo, entre que habíamos cerrado el caso y que volvía a tocar con mis amigas, estaba muy feliz. El sitio y el entorno ayudaban. Justo antes de empezar el festival estábamos casi veinte artistas en el local. Había bebidas, comida, sofás, baños limpios... de todo. Yo intentaba relacionarme con los artistas que no conocía y todos eran simpáticos. El mundo del artisteo es todo compadreo, hasta donde lo conozco al menos. Salieron a tocar los de Burgos y algunos de los demás se acercaban a la puerta del local para verles a ellos o quizá para saber el ambiente que habría cuando les tocará a ellos salir, así que la sala estaba más tranquila. Todo ese concierto y el siguiente de la banda de Bilbao, Markel estaba queriendo llevarme al baño, a la furgo o donde fuera. Yo ya le había advertido que antes de nuestro concierto no se iba a comer nada, pero el insistía y a mi cada vez se me hacía más difícil resistirme a lo que me estaba ofreciendo. Cuando fui al baño a mear antes de salir al escenario, ya era consciente de mi estado y hasta valoré masturbarme. No lo hice.

Los diez mejores polvos de mi vida. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora