𝐕𝐈𝐈𝐈.

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Era la hora de desayunar y estaban todos en la mesa de la sala principal. En las bandejas había tostadas con mermelada de cereza negra, frutas en rodajas y un batido de frutos rojos.

Dak estaba sentado en su sitio designado y su hermano estaba justo a su lado en una trona. El menor nunca había querido comer otra cosa que no fuese leche o sangre, pero hoy habían probado con darle un batido. Para la sorpresa de todos, le había gustado y se lo estaba bebiendo felizmente.

Selene se acercó y tocó el hombro del mayor.

- Necesito hablar contigo un momento.

Dejó la tostada en la bandeja antes de mirarla a los ojos. Iba a sujetar a Eka para llevárselo, pero ella lo detuvo.

- Puedes dejarle aquí, Isolde lo vigilará por ti.

- Pero él siempre viene conmigo...

- En algún momento debe aprender a que habrán momentos donde tú no estés. Nuestra conversación no durará mucho.

Con un suspiro bajó de la silla y siguió a la mujer hasta afuera de la sala. Cerró la puerta al salir.

- A ver... ¿Qué pasó anoche? Quiero escuchar tu versión.

El niño jugó con sus dedos, no quería que no le creyera.

- Cianne empujó al nuevo y yo fui a defenderle.

- ¿Rompiéndole la muñeca? Dak, eso no está para nada bien.

- No lo hice por eso... Ella iba a pegarme.

Selene se cruzó de brazos, de momento nada tenía sentido.

- ¿Y por qué te pegaría a ti?

- Porque la empujé para apartarla de él, ella dijo cosas de nuestros rangos y que tenía derecho a meterse con los demás por ser de uno más alto... Le dije que eso no era así y se enfadó y se acercó a mí y cuando hizo así con la mano - Levantó la mano, imitando a Cianne. - la sostuve y escuché un crujido...

La mujer se quedó en silencio unos largos segundos, no se lo podía creer. Sobó sus sienes y tomó un suspiro pesado.

- Bien, si eso es verdad entonces ahora le preguntaré a ellos dos - Refiriéndose a Cianne y al nuevo. - Termina de desayunar ahora.

Abrió la puerta una vez más y volvió a su sitio, corriendo pues a lo lejos estaba escuchando a su hermano llorar. Isolde lo tenía sujeto y trataba de tranquilizarlo meciéndolo, pero Eka seguía tratando de alcanzar a su mayor casi a gritos por no verle por ningún lado.

- ¡Suéltalo! - Al acercarse ambos se subió a la silla para tratar de quitarle al bebé.

Isolde bufó y le entregó al niño, entonces se fue susurrando "Maldito crío" por lo bajo.
La había escuchado claramente, pero prefirió no hacerle caso.

 La había escuchado claramente, pero prefirió no hacerle caso

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Eran las seis de la tarde, hora del tiempo libre.

Iba a ir a su habitación cuando alguien llamó su nombre. Era Vera.

- Hola Dak, mira... Selene ha hablado con los niños y con nosotras, y ha decidido que te levantemos el castigo. Nos disculpamos por haber malentendido la situación, ahora Cianne está siendo castigada apropiadamente.

¿A qué se refería con eso último? No lo había entendido del todo pero decidió no darle muchas vueltas. Agradeció con una sonrisa y una reverencia.

- ¡Muchas gracias!

Eka aplaudía y balbuceaba. Le dejó en el suelo para que aprendiese a seguirle y no tener que llevarlo en brazos todo el rato. Pilló un cuento y salió al patio, por supuesto que el menor a su ritmo seguía sus pasos.

Fue a sentarse bajo un árbol cercano, y Eka al llegar a su lado se tiró de culo al suelo. Dak empezó a leer y él, a pesar de no entender, lo escuchaba mientras jugaba con el césped.

Una figura llamó su atención haciéndole levantar la mirada del libro. Era el nuevo, con su sombrilla y su ropa que le cubría de pies a cuello.

- Oh, ¡hola! Siéntate...- Palmeó a su lado y el chico acató la orden.

-...Quería agradecerte... Por lo de ayer...- Hablaba en voz baja y algo lento, se veía que era muy tímido.

- No hay nada que agradecer, no me gustó nada cómo te trató.

No se creía un héroe ni nada parecido, pero si veía una injusticia siempre haría lo posible por detenerla.

-...Estoy muy agradecido... ¿Podemos ser amigos...?

- ¡Claro que sí! ¿Cómo te llamas?

- Zaniel... ¿Y tú...?

- Dak, y él es Eka.

Estrecharon sus manos, por fin había hecho un amigo allí dentro. Nadie solía pasar tiempo con él por tener a un bebé siempre a su lado.

O quizá también hubiesen otras razones.

Verath. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora