𝐕𝐈.

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Las próximas semanas habían sido más tranquilas de lo esperado. Dak no se metía en problemas, era lo que menos quería.

Como prometieron, le enseñaron a reconocer letras y números. Ahora podría leer mejor el reloj, aunque no fuese perfectamente aún.

También descubrió uno de sus poderes, el cual era el control del fuego. Lo supo cuando encendió una vela con sólo mirarla e imaginando una llama apareciendo, sucedió.

No lo usaba demasiado ni lo practicaba, pues le daba pavor causar un incendio de forma accidental.

Uno de esos días Eka dio sus primeros pasitos, y Dak casi rompió en llanto al ver a su hermanito crecer tan rápido, sin darse cuenta que él mismo también lo hacía.

Estaba seguro de que sus padres estarían muy orgullosos de ellos.

Siguió pasando el tiempo. Pasaron a un nuevo año, 2004. Algunos niños se iban al ser adoptados. Quiso pensar que en cualquier momento sus padres les encontrarían y se irían de vuelta al castillo.
Por marzo vino una niña rubia nueva que no les hizo mucho caso.

En mayo Eka cumplió el año y Dak los cinco.
Sus cumpleaños eran muy cercanos: El más pequeño cumplía el día nueve, y el mayor el día cinco.

Vino un niño nuevo y todo, unos días después. Un poco más mayor que él. Iba completamente tapado y sujetando una sombrilla.

Entonces recordó que su madre le explicó que habían vampiros muy sensibles al sol, que se quemaban nada más los rayos alcanzaban sus pieles.

Le supo mal por él, definitivamente los de rangos más bajos también eran muy fuertes por tener que vivir con ello.

Esa misma noche, en el tiempo libre nocturno en el cual estaba en el jardín junto a más niños, a lo lejos vio al nuevo y a una de las mayores.

Al niño se le veía algo asustado, y la otra se le acercaba como si fuese a hacerle algo.

Dak no estaba seguro, pero algo dentro de él le decía que algo no estaba bien. Cogió a Eka en sus brazos a pesar de que ya supiese caminar y fue en aquella dirección.

- ¡Los de tu rango son unos fracasados! ¡No sirven para nada!

Se quedó alucinado. ¿De dónde habría aprendido a decir eso? ¿Había gente tan mala en el mundo?

Sólo había un lugar donde pudiese haber escuchado palabras parecidas: Su hogar, dicho por sus padres.

La chica, que parecía de unos nueve años, empujó al nuevo haciéndole caer al suelo.

- ¡Mejor vete de aquí antes de que nos des una mala imagen!

El niño empezó a llorar y Dak corrió hacia ellos, empujando a la chica con fuerza y mandándola unos cuantos metros lejos de ellos. Bajó al bebé, el cual pasito a pasito caminó hacia el desconocido, con curiosidad sobre su llanto.

La rubia se levantó del suelo, soltando un grito de frustración.

La ignoró, analizando primero al niño. Su ropa tenía un 3, entonces pudo asumir que era su rango. Hizo un puchero, pues su ropa y la de su hermano tenía un 2, pero ellos no eran del segundo rango.

Abrió la boca para hablar, sin embargo fue interrumpido por un empujón que también lo mandó unos cuantos metros lejos en los que se arrastró por el suelo al haber estado agachado.

- ¡¿Cómo te atreves a empujarme a mí siendo del segundo rango?! - Se la veía absurdamente cabreada, apretando sus puños y todo.

Dak se levantó del suelo tosiendo un poco y limpiándose la tierra de la ropa.

- No tienes derecho a meterte con él por ser como es.

Hablaba suave pero firmemente, sabía que no era culpa de la niña el actuar de esa forma. Ningún niño podía tener tanta maldad en el corazón.

- ¡Tengo todo el derecho del mundo! ¡Mira!

Estiró la tela de su camiseta, donde estaba el número cosido. Bajó los ojos a esa zona y, efectivamente, el número que ella tenía era un 1.

- No eres especial por un número, todos nosotros somos iguales y tú ta-

Mientras él hablaba, ella se acercaba dándole pisotones al suelo. No le dejó terminar cuando levantó la mano, dispuesta a pegarle.

Sin esfuerzo la tomó de la muñeca, aunque al hacerlo se escuchó un crujido y ella pegó un chillido. Rápidamente la soltó y dio unos pasos hacia atrás, asustado. No quería repetir lo que había pasado con Plir.

Isolde y Vera aparecieron corriendo al haber escuchado el grito. Los habían dejado sin supervisión tan sólo unos minutos.

- ¿¿Qué ha pasado, Cianne??- Preguntó la primera mencionada.

- ¡Ojos rosas! ¡Ha sido el de los ojos rosas! ¡Me ha roto la mano!

Negó rápidamente con la cabeza mientras ella le señalaba, sí lo había hecho, pero no estaba contando la historia completa. Encima sus ojos harían más creíble la versión de la niña, pues sólo se ponían rosas al usar sus poderes. Su color natural de sus iris era hazel.

- Yo no he...

- ¡Dak! ¿Te parece normal hacerle eso a tu compañera?

Eka caminó como pudo hacia su hermano, llorando por los gritos. Éste lo alzó en sus brazos y lo meció, como siempre.

- Señora, ella ha...

- ¡Nada de excusas! Estás castigado, mañana pasarás el tiempo libre y la hora de las actividades en tu habitación. Vera, llévalo a la habitación.

Ella asintió y tomó la mano de Dak, quien mientras caminaba con ella miraba hacía atrás, a la rubia que aparentemente se llamaba "Cianne", viéndola sonreír victoriosa.
Detrás de ella, el nuevo se levantaba con un rastro de culpa en la cara.

Verath. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora