2-Kashu no o bento

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2-Kashu no o bento (El bento del cantante)

**Renji**

El despertador me hace abrir los ojos de golpe al mismo tiempo que mi mano se mueve por inercia para golpear el maldito trasto y que deje de sonar. Me froto los ojos gruñendo, notando como mi trenza se mueve hacia un lado igual que mi cabeza mientras hago estiramientos oyendo crujir algunos huesos. Uf...odio madrugar, de verdad...

Enrollo el futon viendo que salen algunas pelusas de debajo lo cual me hace resoplar antes de recogerlas. En realidad, no me gusta ser tan descuidado hasta llegar a ser guarro, no quiero que el casero venga a joderme porque no tengo el pequeño cuarto limpio y menos si Kuchiki vuelve a insistir en subir y....

No puedo evitar menear la cabeza al recordar ese momento. No tuvo ningún reparo en subir a mi casa y no dijo nada al verla, pero vamos, seguro que pensó de todo y nada bueno. Porque ese hombre no hablará, pero pensar, le debe salir hasta humo de las orejas de tanto meditar...

-Ah...que locura...- me río conmigo mismo al pensar en ese hombre al que ahora he hecho partícipe de mi grupo de amigos, a los cuales no les va a hacer ni puta gracia cuando se enteren...pero tenía que hacerlo, me dio tanta pena...realmente si enviudó no hace mucho, se sentirá solo y con su problema de socializar por lo que dijo, no le beneficia estar encerrado sin comunicarse con nadie...

-Padre- cojo el teléfono cuando lo oigo sonar y una profunda voz al otro lado de la línea me hace estremecer como siempre por su intensidad.

-Hola petirrojo ¿Cómo estás? – sonrío cuando me dice ese mote con el que siempre se dirige a mí en tono cariñoso, aunque no sea un hombre precisamente que, de muchas muestras de cariño, ni siquiera desde que nos vimos por primera vez y digo esto porque conocí a mi padre a raíz de un accidente que tuve cuando era adolescente. Aunque no lo recuerdo bien, al parecer viví toda mi infancia en un orfanato porque mi madre me abandonó al darme a luz y mi padre no tuvo constancia de mi existencia hasta ese momento prácticamente. Ni siquiera fui a vivir con él a su casa, eso sí, me cambió de instituto y me dejó en el internado de éste, recibiendo sus visitas de forma puntual y ocasional. Tengo hermanos mayores...pero cada uno hace su vida lejos de mi padre y no los conozco.

O no quieren conocerme porque soy un desliz con "tara". Si yo tuviera un hermano como yo...no sé si querría tenerme cerca. Estoy acostumbrado a vivir solo.

- ¿Tienes mucho trabajo hoy? - sigo hablando con mi padre mientras me visto y cojo el periódico donde he rodeado varios artículos de entrevistas.

-Un poco movido, como siempre. Voy a hacer varias pruebas, a ver si tengo suerte-

-Vivir del fútbol no es fácil ¿verdad hijo? me alegro que te busques la vida, pero no te sobre esfuerces-

-Estoy perfectamente, no tienes que preocuparte. Te dejo, padre-

-Renji, sabes que, si necesitas lo que sea, puedes llamarme. No esperes a que siempre te llame yo, hijo. Soy tu padre, tenme más confianza-

Confianza ¿eh? Eso es algo que hay que ganarse y mi padre no brilla precisamente por ser la persona más confiable del mundo. No quiero estar en deuda con él, a mi edad puedo valerme por mí mismo como siempre he hecho y mis amigos, son la verdadera familia que siempre ha estado a mi lado desde la adolescencia, aunque no tengamos lazos de sangre, los valoro más que al padre que simplemente me engendró sin pensarlo o a esos hermanos que pueden estar toda la vida sin conocerme. No los necesito.

Sonrío a mis colegas cuando el entrenador da por finalizado el entrenamiento de la tarde que tanta falta me hacía tras otro día estresante buscando algún trabajo más estable de los que tengo y abro los ojos sorprendido al ver a Kuchiki Byakuya sentado en las gradas, vestido tan elegantemente como la noche anterior, tan fino y correcto incluso en su postura sentada en los incómodos bancos de piedra, que los de su alrededor cuchichean, sobre todo las mujeres que no dejan de mirarlo y reír emocionadas. Mierda. Si es que es como un imán para ellas con su apariencia y porte caballeroso.

OTOKO NO KIOKUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora