Una nueva Misión le espera a Ayanokouji pero esta vez, una que le ayude a escapar para siempre de su padre, un llama de un conocido de su padre que le debe un favor hace que lo contacten para que salga al mundo exterior con la condición de enseñar a...
Antes de empezar el ultimo arco....debo decir que sorprendio que esta historia tenga apoyo y personas se tomen el tiempo de leerla y dejar buenos comentarios, segundo puede que el adelanto que di en el acto 4, para este acto 5 sea cambiando XD, se me ocurrio muchas cosas de ese momento del reecuentro.
Mientras los pasos resonaban sobre el suelo cubierto de hojas secas, una silueta ascendía lentamente por un sendero solitario, rodeado de árboles altos que parecían formar un túnel natural. El ambiente estaba cargado de quietud, la clase de silencio que solo los lugares apartados y vacíos podían ofrecer. La figura que subía por el sendero no era otra que Ayanokouji, su andar tranquilo y calculado, con los ojos fijos al frente.
Delante de él, a unos metros de distancia, una mujer se encontraba de espaldas, claramente inmersa en sus propios pensamientos, hablando en voz baja como si intentara darse ánimos a sí misma. Ayanokouji continuó su avance hasta detenerse a unos cuatro metros de ella, observándola en silencio. Parecía tan atrapada en su mundo que ni siquiera había notado su presencia.
(Sigue pensando... ¿es tonta?) —pensó Kiyotaka con su habitual frialdad, evaluando la situación.
Decidió romper el silencio con una simple palabra.
—Disculpa...
Al escuchar esa voz, la mujer que antes estaba sumida en sus pensamientos giró bruscamente, visiblemente temblorosa por la sorpresa. Su rostro, pálido y nervioso, se esforzaba por mantener la compostura.
—¡Soy Shirogane Azumi, un gusto conocerte, mi niñ... digo, Ayanok... Kiyotak...! —se apresuró a decir, pero la prisa y el nerviosismo la traicionaron, mordiéndose la lengua en el proceso.
Ayanokouji la observó en silencio, su expresión imperturbable, aunque un pensamiento fugaz cruzó su mente.
(Si es una tonta...) —pensó chibimente, casi con una pizca de ironía oculta detrás de su habitual indiferencia.
El contraste entre la actitud nerviosa y desbordante de su madre biológica y su propia calma distante hacía que el encuentro fuera aún más incómodo.
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Mientras tanto, ambos se encontraban sentados en una de las pocas bancas del lugar apartado. El silencio y la cercanía no eran problema para Ayanokouji, pero claramente no era lo mismo para Azumi, quien estaba visiblemente nerviosa, sobrepensando cada palabra que podría decir.
(¿Qué hago? ¿Qué hago? ¿Qué hago? ¿Qué le digo? ¿Hola, soy tu madre? Me presenté de la peor manera, ¡qué impresión tendrá de mí! Aunque ahora que lo miro... ha crecido tanto, la última vez que lo vi era tan pequeño... lloraba, pero solo pude escucharlo un momento. ¡No lo he visto por 17 años! ¿Qué le gustará? ¿Tendrá novia...? No lo creo... pero si está soltero significa que... tal vez tengo una oportunidad. Vamos, Azumi, dile algo, es tu hijo... ¡Habla!) —pensaba Azumi, tratando de buscar las palabras correctas.
