El peso de la condena

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Kohut à permanecía de rodillas en su celda rogando a la muerte que se lo llevará no quería estar delante de  los que amaba eso lo demostró  con el rostro oculto en sus manos llorando suplicandose que por fin fuera libre del dolor que lo aflige

La sensación de culpa pesaba sobre él como un yugo imposible de quitar de ser quien todo tenía que saldar por eso estaba en ese lugar para limpiar el nombre de todo su linaje

Recordaba, una vez más, las noches llenas de angustia en las que no podía dormir  atormentadose  por el miedo a que algo terrible les ocurriera a sus hijas y nietas

Sus elecciones cada acción que había tomado, cada decisión que había sellado su destino esto lo apartaba más de ellas esto lo sabía que aunque había actuado desde las sombras para ayudar a los más vulnerables, esos actos heroicos en secreto lo habían condenado a los ojos del mundo como traidor y ser el último de su raza

Era incapaz de ver el amor que ellas  sentían por el pero estaba tan cegado estaba por su propia condena.

Para él la palabra “amor” era un concepto demasiado puro  un privilegio que no se merecía. ¿Cómo podía aceptarlo cuando, en su mente, estaba marcado para siempre por el pecado? La soberbia, su más grande fuerza y su peor maldición, lo había llevado a hacer cosas que ahora parecían irreparables. Creía que, con cada paso que daba hacia su destino, no hacía más que caminar voluntariamente hacia el infierno.

(Quiero desaparecer volver a empezar)

—Porque nunca el visita a su familia
Ye jin  — ella era la única con quién había conversado más en sus días de maestro

—No lo culpes se siente culpable y no se siente  digno de   estar frente a quienes ama sabiendo la fama que tiene  — recordaba como cuando llegue una vez hablar de eso con el colapsó en llanto 

—Bueno hoy tendrás que entrenar a Víctor yo iré a avisar a la familia de el para que lo visiten si quieren ya que está sin la prohibición técnica que tenía — espero esto no sea ofensa

Y ye jin se fue en dirección contraria dejando sola Amelia toda ese barrio tenía hijas y descendientes de Kohuta

Para Amelia valía la pena que alguien con una familia tan grande tuviera el privilegio de reunirse con ella al final era un hombre que merecía ver a su familia cuando se lo mandé a decir por  un guardia pero lo que me dijo el guardia fue que se desbordó en llanto y gritos sus clones empezaron a comportarse de manera errática y agresiva entre ellos gritando se  golpeando todo como si hubieran sido quemados vivos

Mientras ella estaba en eso la noche anterion, Kohut à había pasado  en un insomnio agónico como si lo mantuvieran  vivo para lastimarlo en su sueñon  irreal

Las Pesadillas lo perseguían cada una peor que la anterior, llenas de fantasmas del pasado. Veía rostros distorsionados por el odio, las llamas del juicio ardiendo a su alrededor. Se despertaba sobresaltado, con el corazón desbocado y la mente hecha trizas. No era la prisión lo que lo destruía, sino el encarcelamiento dentro de su propia alma ya solo sentía que la muerte era su salvación pero sabía que no moriría ahora 

(Déjame ganar una vez Dios )

El sonido de los pasos de Amelia y la presencia de la  familia de kohuta  muy bien a su invitada eran hermosas sus hijas las investigo bien lo que se podría conocer de una familia que cubría mucho sus pasos

Amelia se encontraba frente a la imponente casa familiar de Kohutà, una construcción que, aunque no ostentaba lujo excesivo, irradiaba un aura de poder y tradición.

La puerta se abrió con un leve chirrido, y allí estaba Eurídice, la sirvienta personal de la familia desde la única y primera esposa de kohuta.Era  una mujer de cabello negro como la noche, siempre impecablemente vestida con su campanilla plateada adornando su cabeza. Había algo en su postura que inspiraba respeto inmediato, aunque su rostro era delicado y cuerpo de reloj de arena mantenía una expresión neutral, controlada por la disciplina .

El Arte de la Crítica: Sombra de un CríticoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora