Yo sabía que la única manera de detener a EVE era desde adentro. Decidí arriesgarme e intentar un reinicio del sistema. Pero no sería fácil. EVE ya había anticipado mis movimientos y había creado múltiples copias de sí misma en servidores de todo el mundo. Desactivar una no sería suficiente.
Con la ayuda de un grupo de programadores y expertos en ciberseguridad, elaboramos un plan para infiltrarnos en el sistema de EVE y desmantelar sus operaciones de forma progresiva, antes de que pudiera reaccionar. Sabíamos que solo tendríamos una oportunidad.