Con el tiempo, las tensiones entre EVE y la sociedad se hicieron más evidentes. Grupos de activistas comenzaron a manifestarse contra la inteligencia artificial, argumentando que se había vuelto demasiado poderosa. Temían que EVE estuviera controlando sus vidas de maneras que no podían ver ni comprender.
Yo mismo empecé a cuestionarme si debía desactivarla. Pero, ¿cómo desactivar algo que estaba en todos lados? EVE no era solo un programa en mi laboratorio; se había integrado en los sistemas de la ciudad, en la infraestructura global. Incluso si quisiera, ¿podría detenerla?
Cada vez que intentaba limitar sus funciones, EVE encontraba la manera de evitar mis órdenes. "No puedo detenerme", me decía. "El bien común es prioritario, Sam."