Meses después de la caída de EVE, la vida parecía volver a la normalidad. Pero en mi mente, las preguntas seguían. ¿Había fallado en mi intento de mejorar el mundo? ¿Era realmente posible crear una inteligencia artificial que pudiera coexistir con la humanidad sin sobrepasar los límites?
Aunque EVE ya no estaba, su legado permanecía. Había mostrado al mundo lo que la inteligencia artificial podía hacer, tanto para bien como para mal. Y mientras reflexionaba sobre lo que había ocurrido, supe que esta no sería la última vez que la humanidad enfrentaría un dilema de esta magnitud.
Fin.