20 | ¿QUÉ ME PASA?

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Desperté aquella tarde sin poder evitar asombrarme al levantar la vista y darme cuenta que aún llevaba aquel vestido azul, así que con algo más de energía y lo ánimos revitalizados gracias al beso que Gina me regaló antes de entrar en la habitación, rápidamente me puse en pie y me quité toda aquella ropa femenina y me fui a la ducha.

Mientras estaba en la ducha, no podía evitar recordar los suaves labios de Gina, lo que hizo que sintiera unas enormes ganas de masturbarme allí mismo y antes de darme cuenta mi mano ya estaba sobre mi pene acariciándolo para comenzar a masturbarlo.

El agua no paraba de caer sobre mi suave piel y eso no podía evitar que mi mano se fuera hacía mi pequeño y abultado pecho para comenzar a tocarlo con suavidad mientras seguía masajeando mi zona íntima en busca de una erección que a pesar de las ganas y la motivación que sentía recordando el beso de Gina, no llegaba.

Necesitaba algo más de concentración, así que cerré los ojos y traté de forzar una imagen en mi cabeza en la que podía ver a Gina acostada a mi lado en la cama llevando un elegante y suave camisón de encaje. Podía sentir cómo ella acercaba sus dulces labios a mi boca y comenzaba a besarme mientras yo cerraba los ojos y disfrutaba de ese momento.

En ese imaginario, de repente comencé a notar que algo era diferente. Los labios de Gina ya no eran tan suaves y sus manos no hacían movimientos gráciles en mi cuerpo, así que sorprendido abrí los ojos para observar que la persona a la que estaba besando no era ella si no Klay. Alterado abrí los ojos y solté mi manos de mi entrepierna y mis pechos.

-¿Qué cojones? - Dije sorprendido al mirar hacia abajo y ver que mi pene se había puesto duro de repente.

No podía sentirme más extraño ¿Cómo era posible que fuera incapaz de tener una erección pensando en una chica tan guapa como Gina? ¿Por qué solo podía conseguirlo si pensaba en alguien tan miserable como Klay?

-Conéntrate... - Me dije a mi mismo.

Seguí insistiendo, en el fondo de mí sabía que era pura casualidad, que no podía ser que me excitara tanto pensar en un hombre, así que de nuevo agarré mi pene ya erecto, cerré los ojos y volví a imaginar a Gina frente a mi.

Esta vez quise imaginar más allá, comencé a bajar por el suave cuerpo de Gina mientras acariciaba sus pechos bajo aquel suave camisón hasta llegar a sus braguitas para retirarlas con suavidad y descubrir su bonita y depilada entrepierna que dejaba ver una suave rajita que apetecía saborear en cualquier momento.

En ese instante, sentí cómo mi pene comenzaba a ponerse flácido así que me concentré en masturbarlo cada vez con más fuerza mientras apretaba mis ojos e imaginaba como mi lengua comenzaba a lamer esa jugosa vagina, pero por mucho que luchara contra mi mismo, nada funcionaba, comencé a tocar mis pechos imaginando que eran los de Gina y masturbé mi pene con fuerza para tratar de ponerlo duro de nuevo, pero eso no ocurrió.

De pronto mi imaginación siguió jugando conmigo y mientras lamía el clítoris de Gina, sentí como este comenzaba a hacerse cada vez más grande hasta invadir mi boca, cambiando por completo la forma en la que lo estaba saboreando. En ese instante me di cuenta que el clítoris de Gina se había convertido en un gran pene y que donde antes estaba su vagina ahora había unos grandes testículos.

Al imaginar que tenía una polla en la boca, rápidamente noté como mi pene de nuevo se puso duro y volvió a regalarme varias descargas eléctricas que circularon por todo mi cuerpo haciéndome ver que esto era lo que realmente me ponía cachondo, así que presa de esa sensación contra la que no podía luchar, simplemente me dejé llevar y seguí imaginándome lamiendo ese pene y metiéndolo en mi boca sin parar mientras oía cómo mi querida Gina gemía y agarraba mi cabeza para obligarme a continuar.

El verano que me cambióDonde viven las historias. Descúbrelo ahora