Parte 6: Verdades

217 15 18
                                    

And I don't know what I'm crying for

I don't think I could love you more

It might not be long, but baby, I

I'll love you 'til the day that I die

'Til the day that I die

'Til the light leaves my eyes

'Til the day that I die

Birds of a feather (Billie Eilish)


ÉL

Su piel estaba llena de pecas, no muy marcadas, era como una pincelada de pintitas doradas en su piel que no me permitían contarlas, aunque quisiera, y le dan esa apariencia dorada en su piel extremadamente blanca. Su columna se marcó en su espalda en un arco perfecto, estirándose y contrayendo mientras la tomaba por detrás, de rodillas sobre la cama con ella inclinada sobre la almohada y el culo en alto.

La vista de su trasero era perfecta desde esta posición y no podría estar más agradecido de ver mi pene entrando y saliendo de sus labios vaginales hinchados y enrojecidos. En serio era perfecta, y mi pene parecía estar adaptándose a la presión de estar en su interior, conociendo los puntos que la hacían gritar y estremecerse, mientras memorizaba el sonido de nuestros cuerpos chocando en un ritmo que iba de menos a más.

Perdí la cuenta de cuántas veces la follé, simplemente no podíamos parar. Nos la habíamos pasado en esas desde que ella se sintió lista al fin para permitirme demostrarle lo mucho que me gustaba. Mis manos estaban marcadas en varias partes de su cuerpo por la presión ejercida al follarla, me hizo darme cuenta de que tiene la piel demasiado delicada, se marcaba al mínimo contacto.

Apreté su nalga y me incliné hacia adelante, fui dejando besos húmedos en su espalda y la cubrí por completo con mi cuerpo mientras la penetraba más profundo. Me quitó la mano de su clítoris porque estaba demasiado sensible y no quería que terminara demasiado pronto, los dos nos esforzábamos por durar lo más que nos fuera posible, era como una competencia que me negaba a perder. Mis manos fueron directo a su pecho, acariciando su pezón y la cicatriz que ahora ella me dejaba tocar y lamer sin problema. Bajé las manos por sus costillas y volví a tomarla de la cadera para golpear más fuerte en su interior.

Mis dientes rozaron contra su cuello y sabía que no debía hacerlo, pero moría de ganas, no sé por qué, simplemente me tentaba besar en exceso esa zona de su cuerpo. Pude sentir sus paredes vaginales apretando mi pene de una forma exquisita, hacía que me costara un montón postergar mi propio orgasmo. La levanté contra mi pecho y sujeté su cuello para que mire su reflejo en el vidrio de la puerta.

—Abre los ojos —le dije al oído sin dejar de penetrarla—. Mira lo bien que luces en mis brazos. Eres perfecta.

Se quejó y se mordió el labio para contener un grito al sentir mi pene golpeando profundo dentro de ella. Toqué su clítoris y pese a sus protestas lo froté en círculos rápidos. Sus gritos resonaron en toda la casa. Mordí su hombro mientras eyaculé en su interior una vez más. Ella se dejó caer en mis brazos. La sostuve mientras me movía un poco más en lo que duraba nuestra liberación, solo entonces nos dejamos caer sobre la cama y salí de ella.

Tomó mi brazo y me hizo envolverla. No necesitaba pedírmelo, porque yo tampoco quería que hubiese distancia entre nosotros, me gustaba esta cercanía a la que ella me ha acostumbrado con tanta facilidad. Desde el primer día demostró que no tiene problemas en invadir el espacio personal del otro y que es alguien que le gusta sentir la piel del otro para establecer un vínculo, fue en parte esa conexión la que me atrapó.

QuédateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora