¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Ganar una copa era algo que siempre había querido, y hacerlo con el club de sus amores era un plus. Daba vueltas por la cancha dando entrevistas, dado que había sido una pieza clave dentro de cada partido.
Buscó a Luna con la mirada, pero no estaba por ningún lado, y eso que él la había invitado.
Jabes todavía no le ponía una etiqueta a su relación, sentía que era muy pronto, que todavía no sabía qué quería. Era todo muy reciente y sus sentimientos eran demasiado confusos.
Miro su celular, alejándose de la gente, y ahí estaba, un mensaje de ella. Entonces, sintió unos brazos rodearlo por detrás y reconoció su perfume al instante.
Jabes se dio la vuelta y la abrazó, dándole un beso en la mejilla como agradecimiento.
Ella estaba con dos de sus amigas, a quien el jugador conocía por el grupo en común. Rápidamente, se pusieron a hablar del partido, de cómo él había jugado, de cómo veían al equipo y su posible futuro como jugador de primera.
— Me pone muy feliz por vos, en serio, sabemos que estás trabajando duro —le dijo una de las amigas de Luna.
— Gracias, de verdad —contestó él, sintiéndose incómodo entre tantos halagos— Esta noche se festeja, ¿quieren venir?
— Solo si le presentas a Langoni a Luna —bromeó otra de las chicas.
Jabes se rio, aunque la verdad es que se puso algo celoso. Luna, por su lado, no dijo nada.
La fiesta sería en un salón que Boca Juniors había alquilado, no era demasiado ostentoso, pero contaba con un patio perfecto para salir a respirar el aire fresco veraniego.
Jabes se había puesto su mejor ropa, nada de trajes, pero lo suficientemente elegante como para romper mil corazones. Y aunque él se hacía el desinteresado, esperaba que fuera el de Luna.
Su grupo de amigos, al cual también ella pertenecía, cayó a la fiesta cerca de las doce, ya un poco entonados para festejar la copa.
Luna estaba vestida para matar, con unas botas largas y un vestido negro descubierto, que exponía toda su espalda. A Jabes se le antojaron las ganas de besarla.
Ella se acercó hasta él, sonriendo, y le dio un abrazo, que el jugador correspondió de la misma manera.
— Pensé que no ibas a venir —le dijo él.
— ¡Obvio que iba a venir, si estás vos! —contestó Luna.
Su tono de voz era alegre, un poco producto del alcohol, otro poco porque realmente disfrutaba de ver a Jabes.