❝𝒫𝑜𝓇𝓆𝓊𝑒 𝒶𝓃𝒹𝑜 𝓇𝑒𝒸𝑜𝓅𝒶𝑜, 𝒸𝒽𝑒𝓉𝑜 𝓂𝒶𝓁, 𝓂𝒶𝓁𝑒𝒹𝓊𝒸𝒶𝑜❞
ᴘᴇɪᴘᴘᴇʀ
Mariana no se podía ni creer en donde estaba, tampoco el estado en el que se encontraba. Su cadera se movía frenética, subiendo y bajando, apoyada contra el cuerpo de alguien, que ni siquiera reconocía producto del alcohol.
Unos brazos marcados y tatuados la envolvieron, llevando una de sus manos libres a su cuello, agarrándola levemente para apoyarse del todo contra ella.
La situación era candente por donde la miraras, pero nadie les prestaba demasiada atención. Así eran las fiestas de los jugadores del Benfica, exclusivas y discretas.
Había sido arrastrada por la novia de uno de los defensores, no sabía cuál porque no se había aprendido el nombre, pero estaba agradecida de estar ebria en un lugar así.
— Nos vamos ya de acá mi amor —le dijo el hombre al oído.
— ¿A dónde vamos? —contestó Mariana, dándose la vuelta.
Al principio le costó enfocar la mirada, luego se dio cuenta de que el hombre en cuestión era nada más ni nada menos que el jugador de su selección, Nicolás Otamendi.
El futbolista la recorrió de arriba a abajo, llevando sus manos a la parte baja de su espalda, con una sonrisa coqueta en la cara. Mariana no tuvo que pensar en nada más, mientras le agarraba la mano y él la arrastraba afuera del lugar.
Se subieron al auto de él, quien contaba con un chofer privado para estas ocasiones. Mariana se preguntó a cuántas se habría llevado en este mismo lugar.
Nicolás pasó uno de sus brazos por encima del hombro de Mariana y la obligó a acercarse hasta él, haciendo que una de sus piernas quedará encima del regazo del jugador.
— Nunca te había visto por acá —dijo él, sacando conversación.
— Nunca vine por acá —contestó ella, sonriendo.
— Después de estar conmigo, vas a volver seguido , igual no te aguantas nada seguro —murmuró Nicolás, coqueto.
— ¿Ah, sí? —dijo ella, también coqueta— Vamos a ver quién aguanta más.
— Ni se te ocurra, mami, yo aguanto cualquier round.
Entonces el jugador le dio un beso que la sacó de sus ejes, sintiéndose un poco avergonzada por el chofer que los miraba por el espejo retrovisor.
El intercambio de besos empezó a ser cada vez más apasionado, las manos tatuadas de Nicolás recorriendo las piernas expuestas de Mariana, acercándose hasta su intimidad, pero sin hacerlo del todo.
Finalmente, llegaron a un hotel caro, quizás era donde Nicolás traía a sus chicas, pero a Mariana no le importo. No iba a perderse esta oportunidad, ni loca.
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𝚂 𝚑 𝚘 𝚝 𝚜 | ᶠᵒᵒᵗᵇᵃˡˡ ᵖˡᵃʸᵉʳˢ ᵉᵈⁱᵗⁱᵒⁿ
Hayran KurguEn donde los jugadores de fútbol que tanto nos gustan, no son tan imposibles.