Una Larga Noche de Miradas

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Capítulo 6.

Entonces Scott rió con tono de sorpresa.

—Cómo no me dijeron que tenían a una chica escondida —dijo, ansioso.

Morgan se arrastró hacia atrás cuando vio la silueta de Scott aproximándose.

—¡No la toques! —gritó Liam.

Morgan ya no pudo aguantar sus llantos. Pero paró de sollozar cuando vio a Scott frente a la tienda bajando el cierre para abrirla. Entonces miró los ojos oscuros y malévolos de Scott y la luz de las llamas ardiendo detrás de él iluminaron el interior de la tienda.

—¡Scott! ¡Te mataré si la tocas! ¡Te arrepentirás! ¡Si la tocas te asesinaré! ¡¡Scott!! —suplicó Liam.

—No me interrumpan, me divertiré por un rato —anunció Scott.

Las manos temblorosas de Morgan recorrieron el suelo buscando algo —sin apartar la vista de Scott— para defenderse, pero solo agarro las mochilas que no tenían nada. Pero ya era tarde él se encontraba dentro con ella y estaba cerrando el cierre de la tienda. Se volteó y se sentó como indio, mirándola con una sonrisa.

—¿Cómo te llamas? —le preguntó a Morgan, sonando amable.

Ella no contestó, estaba muda del miedo.

—No acostumbro a preguntarles el nombre a las chicas, pero tú. Eres muy bonita.

Se acercó gateando a ella. Y la tomó del cuello tumbándola sobre el suelo y colocándose sobre ella. Ella empezó a respirar por la boca, descontrolada, estaba demasiado asustada.

—Contéstame —ordenó él.

Ella volvió a llorar y cerró fuerte los ojos.

—Mmmm...Morgan —titubeó, asustada.

—Morgan —susurró él mientras acercaba su boca detrás de la oreja de la chica.

Entonces besó despacio su cuello, luego empezó a clavarle los colmillos y Morgan empezó a gritar, y lo tomó de los hombros para alejarlo de ella. Pero él era más fuerte y no soltaría su cuello.

—¡Scott! ¡Ven por mí! ¡Déjala! —le rogó Liam mientras lloraba a gritos.

Pero este no le importó. Se fue por los labios de la chica, pero esta los metió con fuerza dentro de su boca, y recibió un golpe en la cara por negarse.

Morgan soltó al chico para taparse la cara con ambas manos, no quería que la besara. Su primer beso no debía ser así, no debía ser forzado y desagradable.

—¡Scott! —gritó uno de los chicos.

Este ya había empezado a golpearla, pero ella no sacaba las manos de su rostro, entonces él intentó quitarle la campera que tenía puesta, pero tenía varios botones arriba del cierre.

—¡Scott! —insistió.

—¡¿Qué?! —preguntó él, molestó por la interrupción.

—¡Hay un venado! ¡Vamos por él! —gritó uno.

—¡Ustedes vayan! ¡Luego los alcanzo!

—¡Pero no podremos cazarlo sin ti! ¡Se está escapando!

—Carajo —se quejó Scott.

Entonces se alejó de Morgan, pero se quedó mirándola. Entonces levantó la mano y Morgan se hizo una bolita para protegerse del golpe, pero este golpeó el suelo varias veces. Así que saleó furioso de la tienda y el cuarteto fueron detrás del venado, corriendo lo más rápido que podían, y a la vez alejándose de la espantosa escena que causaron.

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