Capítulo 4.
Caminaban hacia el bosque por el camino más recorrido, junto con Liam y Noah. Ambos se mantuvieron callados y ni siquiera se miraron. Noah tenía la mirada en el suelo y Liam miraba hacia todos lados.
Morgan se vio obligada a interrumpir el denso silencio.
—Esto será divertido, anímate, Noah —dijo y le dio una palmadita en la espalda detrás del hombro, comentó con una sonrisa.
Pareció que él se encorvó más y se colocó la capucha de su campera negra.
—Okey... —miró a Liam, que estaba visiblemente molesto—. Liam, ¿dónde dejaste nuestras cosas? —preguntó, en un tono preocupado.
Llevaban caminando un largo rato y aún no llegaban al sitio en el que Liam dejó sus cosas para acampar.
—Emmm... Estamos cerca —contestó, dudoso.
—¿Estás seguro? Nos estamos adentrando al bosque y eso no me parece nada divertido, insistió Morgan, con voz preocupada.
El bosque en sí era peligroso, pero era más peligroso mientras más se alejaban del pueblo. Los pinos eran más frondosos y estaban más unidos cada vez que se acercaban. Sus pensamientos se vieron interrumpidos cuando Liam la tomó de la mano y la miró a los ojos.
—Por allá —le señaló una carretera y ella se detuvo para mirarla; parecía eterna, solo una calle y bosque alrededor—, es la salida de Margarita, la menos concurrida, tardarías tres días en auto. Por si aún quieres irte —explicó Liam, con un tono serio.
—No me quiero ir, me gusta Margarita —se negó con firmeza, y tiró de su mano para que la soltara.
Liam rio por lo bajo.
—Claro, porque no conoces otra cosa, no tienes idea de las muñecas preciosas que conocí al salir de este pueblucho. Tantas cosas nuevas y modernas, casi no me vuelvo, comentó Liam, con una sonrisa burlona.
Morgan reboleó los ojos.
—Eres un mal tipo, Liam. Tu mamá se preocupó mucho, estuviste un mes de más. Creyó que te había pasado algo —dijo Morgan, molesta al recordar esos horribles tiempos, comentó con voz irritada. Liam había cumplido dieciocho luego de terminar el secundario en Margarita, y decidió conocer otros pueblos vecinos, más poblados y "divertidos" a sus ojos.
—Y vos también, ¿verdad? —respondió Liam, con un tono desafiante.
Morgan siguió caminando con la mirada baja. Pero se dio cuenta de que el camino terminó y que solo quedaba el oscuro bosque. Levantó el rostro y su vista se enfocó en el poco espacio que había entre los árboles para caminar y lo oscuro que se veía por culpa de que las hojas no permitían que entrara luz solar.
Se sobresaltó al sentir las puntas de los dedos fuertes de Liam en sus costillas, moviéndose para provocarle cosquillas.
—¡Liam! —vociferó, fastidiada.
Intentó sacar sus manos de su cuerpo, pero él era muy fuerte. Levantó la vista rápidamente hacia su rostro. Sonreía mientras la miraba divertido.
—¿Por qué no quieres admitir que me quieres, Morgan? —le preguntó, con una sonrisa traviesa.
Morgan se agachó y se liberó de sus manos, sin pensarlo se introdujo en el bosque. Reía nerviosa mientras corría. Él la persiguió también corriendo sin parar de sonreír.
—¡Será porque no es cierto! —gritó con voz desafiante, sin voltear atrás.
Entonces miró hacia atrás y ya no estaba. Sus risas ya no se escuchaban, sus pasos rápidos tampoco. Se detuvo en seco. Su respiración estaba agitada y sentía como su corazón perdía el control, por dos cosas: por correr —algo que odiaba hacer—, y por el susto que estaba teniendo al encontrarse sola en el medio del bosque.
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EL CALLADO
Misteri / ThrillerMorgan llevaba una vida monótona y aburrida, donde lo único que la alegraba eran los caramelos de limón que le regalaba su amigo Liam. Todo cambió cuando Liam la chantajeó para que invitara a su compañero de clases, Noah, a acampar en el oscuro bosq...