Noah

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Capítulo 3.

Morgan vio que todos los chicos de su salón de clases eran tontos. Eran mujeriegos e irresponsables. Las chicas siempre se quejaban de ellos, pero eran los únicos jóvenes del pueblo. Había dos escuelas secundarias en Margarita, la linda y la fea. Y Morgan tenía la mala suerte de estar en la fea.

Las chicas eran insoportables a los ojos de Morgan. Y las que no lo eran no aceptaron salir con Liam, nadie quería salir con Liam, una le dijo que si le cocía la boca —para que él no hablara de sus teorías conspirativas— aceptaba salir con él, Morgan se lo pensó un momento, podría hacerlo con mucho gusto. Pero después la chica dijo que me mejor no, porque si no, no podría besarlo.

Nadie quería salir con Liam, y Morgan quería mis caramelos de limón, así que era imposible que se rindiera.

Se sentó en el fondo de todo del salón. El profesor no había ido, así que estaban en hora libre. Ella escaneó por completo el salón con la mirada. Nadie parecía ser el correcto según sus ojos.

Hasta que lo vio a él. Noah el chico tímido del salón. Estaba escribiendo en un cuaderno con las hojas amarillas y gastadas. Se veía muy concentrado en lo estaba haciendo. Él era lindo... No tanto, tenía ojos verdes brillosos como el reflejo de las hojas en el rio. Su piel era blanca como las nubes, y estaba salpicada de algunas pecas, que cubrían sus pómulos y nariz. Se escondía con la capucha de su campera negra. Morgan observó la mano con la que él escribía; sus dedos eran delgados, blancos y pelados, sus uñas eran rosa claro.

Él levantó la mirada de la hoja y sus ojos verdes se encontraron con los de ella. Morgan le sonrió. Nunca antes habían hablado, ni ella había dedicado tiempo a mirarlo. Pero era su única oportunidad de conseguir caramelos. «Espero que este le guste a Liam», pensó.

Ella se fijó que nadie los viera, se levantó de su asiento y caminó hacia él, que ya había dejado de mirarla para seguir escribiendo.

—Hola, ¿cómo estás? —preguntó ella, intentando sonar amable.

Él la miró, pero no contestó. En su rostro podía haber cualquier cosa menos desinterés, fastidio o cualquier cosa que le pareciera grosera a Morgan. Para ella era muy simple, él era tímido.

—Te es difícil hablar, ¿verdad? Para mí tampoco es fácil, por eso no tengo muchos amigos, y pongo la excusa de que no los quiero —dije, me acerqué un poco más para susurrarle—. Pero es un secreto, no se lo digas a nadie.

Él sin hablar. Entonces dentro de ella se formó la curiosidad de saber cómo sonaba su voz. Él era como un fantasma, nunca hablaba ni socializaba, siempre estaba en esa silla, hacía las tareas, las terminaba y se las entregaba a los profesores sin decir nada. Y eso parecía no molestarle a nadie.

Morgan creía que no le molestaría a Liam, ya que él no buscaba enamorarse de alguien o formar una pareja para siempre. Él quería sacarse las ganas con algo y ya. Y Noah no parecía haber hecho cochinadas con alguien, ya que nadie lo había dicho nunca. Era poco lo que se hablaba de él, pero ella nunca se metía en los chismes que decían de él. Ya que de ella también inventaban chismes, y siempre eran mentira, así que creía que solo los inventaban para entretenerse.

Él asintió y volvió a ver su cuaderno. Ella le hecho un vistazo y vio que escribía en cursiva, pero no pudo ver que decía porque él se dio cuenta que quería leerlo, y lo cerró de repente.

—¿Te sientes solo? —preguntó ella. Se sentó en la silla que estaba a su derecha, su piel pálida tomó un color rojizo y que la hizo sonreír—. No tienes por qué sentirte así, yo puedo hacerte compañía. Podemos ser amigos si quieres, ¿conoces a mi amigo Liam? Seguro él te caerá bien ya que es todo un angelito.

—¿Qué? —preguntó con la voz bajísima.

—Quiero ser tu amiga, me parece super injusto que estes tan solo.

Él me miró, buscando sinceridad en mi mirada.

—Está bien —aceptó.

Sonreí victoriosa.

—Entonces... —sonó la campana diciendo que ya había termino las clases por hoy—... Puedes venir con nosotros iremos al bosque a hacer cosas como; juntar hojas cecas, o a hacer malvaviscos. Pero no podemos quedarnos hasta tarde porque trabajo a la noche.

—¿De qué trabajas? —preguntó con la voz lenta, arrastrando las palabras.

—Soy mesera, aunque a veces ayudo con la limpieza —respondió Morgan.

Ella se puso de pie y se colocó la mochila en la espalda. Él hizo lo mismo. Ella salió del salón y él salió detrás, cabizbajo.

Morgan se encontró con Liam en la salida de la escuela. Liam era un año mayor así que no iba a la escuela, porque ya se había egresado el año pasado. Pero igualmente iba a buscarla para asegurarse que llegara bien a casa.

—Hola, Liam —saludó ella con simpatía.

Él le sonrió y levantó su mano derecha saludando.

Ella se volteó para mirar a Noah, que se detuvo mirando a Liam. Ella lo tomó de la mano y se acercaron rápido a Liam.

—Oye, Lili. Mira quién será nuestro nuevo mejor amigo —dijo Morgan con picardía y le guiñó un ojo.

Liam miró a Noah un momento y sonrió nervioso. Noah lo miraba serio y lo escaneaba con la mirada como si tratara de entender algo.

—Aaaah... Hola, Noah, ¿nos permites un momento a solas? —preguntó Liam.

Noah se alejó unos metros de ellos. Liam agarró a Morgan del brazo y la acercó más a él para hablarle de cerca.

—¡¿Estás loca, Morgan?! —le preguntó de la nada.

Él tenía los ojos abiertos de par en par y parecía estar demasiado asustado.

—¿Por qué, Liam? ¿Qué tiene de malo? —preguntó Morgan, desentendida.

—¿Qué tiene de malo? Ese tipo está loco, ¿no escuchaste las cosas que dicen de él? Algunos dicen que es un psicópata, podría ser un asesino en serie, y tú lo invitas a que sea nuestro amigo. ¡Este tipo no quiere que seamos sus amigos, quiere que seamos sus víctimas!

—¿Qué cosas dices, Liam? No puedo creer que creyeras los chismes que dicen de Noah, él solo es un chico tímido, por eso no ha logrado hacer amigos, solo había que ser amables con él. Además, planeaba que él fuera tu cita.

—¡¿Qué?! No puedo salir con él, me va a matar y no de la manera que me gustaría.

—Dale una oportunidad, Liam. No puedes juzgar a las personas por los chismes que dicen. ¿Recuerdas cuando dijeron que salías con el hijo del profesor? Imagínate si alguien te juzgara por eso, imagínate si creyeran que salías con alguien más grande por conveniencia.

Él se rascó la nuca y desvió la mirada.

—Eeee... No lo sé. Esto no me convence.

—No saliste con el hijo del profesor ¿verdad? —preguntó Morgan.

—Eeee... No sé. Mejor volvamos con Noah antes de que se enoje.

EL CALLADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora