El murmullo de los invitados llenaba la iglesia con una sensación de expectativa y alegría, flores blancas adornaban cada rincón, impregnando el aire con un suave aroma a jazmín, mientras el sol de la tarde filtraba su luz a través de los vitrales coloridos. Los rayos creaban una danza de colores sobre los bancos de madera y el altar.
Jisoo estaba sentada en una de las filas traseras, con las manos entrelazadas sobre su regazo, observando todo como si estuviera en una película ajena, donde ella no era más que una espectadora.
En el fondo de su mente, sentía cómo una ola de emociones la golpeaba, pero su rostro permanecía inmutable, casi sereno. Era la boda de Jennie. Su Jennie. O, mejor dicho, la Jennie que nunca fue suya.
—¿Cómo llegué a esto? —susurró para sí misma, mirando el altar vacío, donde en pocos minutos, Jennie se convertiría en la esposa de Rosé.
Cada detalle de la iglesia parecía exagerar el dolor que sentía en su pecho, un dolor que había comenzado como una pequeña herida hace años, cuando por primera vez notó que sus sentimientos hacia Jennie eran algo más que simples emociones amistosas.
Con el tiempo, ese dolor había crecido, alimentado por su propia cobardía. Nunca había sido capaz de decirle a Jennie lo que realmente sentía, de confesarle lo que significaba para ella.
Jisoo volvió a hundirse en sus pensamientos, recordando aquellos momentos que compartieron juntas, momentos que en su mente habían sido perfectos.
Aquellos paseos nocturnos por Seúl, donde las risas de Jennie eran la melodía que Jisoo atesoraba. O las veces que habían estado solas en su apartamento, viendo películas antiguas mientras Jennie apoyaba su cabeza en su hombro, su fragancia llenando el espacio entre ellas.
Jisoo había creído que había tiempo, que tal vez Jennie algún día podría ver más allá de su amistad, pero esa esperanza se desvaneció cuando Rosé apareció en la vida de Jennie.
—Estás muy callada, Jisoo.
La voz de Lisa, que estaba sentada a su lado, rompió el hilo de sus pensamientos. Lisa la miraba con preocupación.
Lisa sabía lo que JiSoo sentía por Jennie, pues JiSoo se lo había confesado años atrás. Lisa había estado a su lado cuando Jisoo vio por primera vez Jennie y Rosé juntas, cuando vio la forma en que Jennie sonreía a Rosé, con esa mirada llena de ternura y cariño que Jisoo siempre había deseado para sí. Lisa se sentía mal por su amiga, pues en estos momentos JiSoo esta apuntó de ver al amor de su vida casarse. JiSoo estaba por ver a Jennie en el altar, juntando su vida con otra persona, pensando que si le hubiese dicho la verdad años antes sería ella la que se casa con Jennie y no Rosé.
—Estoy bien. —respondió Jisoo, forzando una sonrisa que no llegó a sus ojos.
—No, no lo estás. —insistió Lisa, suavemente, pero con firmeza—¿Por qué viniste? Sabes que no tienes que estar aquí si no puedes soportarlo.
Jisoo exhaló lentamente, mirando hacia el altar. Había una respuesta en su mente, una que ni siquiera quería admitir ante sí misma.
Vinó porque, de alguna manera, necesitaba estar ahí. Necesitaba verla una última vez antes de que todo terminara, antes de que cualquier posibilidad, por más pequeña que fuera, se esfumara por completo.
—Ella... —Jisoo se interrumpió, luchando por encontrar las palabras correctas— Jennie fue... es... una de las personas más importantes para mí. No importa lo que sienta. Hoy es su día, Lisa, tengo que estar aquí para ella, al menos... al menos eso puedo hacer.
Lisa la miró con tristeza, pero no dijo nada más. Sabía que no había palabras que pudieran aliviar el dolor de Jisoo en ese momento. El tiempo no retrocedía, y las oportunidades que Jisoo había dejado pasar no volverían.
El sonido de las puertas abriéndose resonó por la iglesia, y todos los presentes comenzaron a moverse, acomodándose en sus asientos.
El ambiente de la iglesia se llenó de una expectación palpable. Jisoo giró la cabeza lentamente hacia la entrada, sintiendo que su corazón comenzaba a latir más rápido en su pecho, como si el tiempo hubiera decidido acelerar solo para hacer más doloroso ese momento.
Y ahí estaba ella.
Jennie entró a la iglesia, caminando con una elegancia y gracia que solo ella podía poseer. Su vestido blanco, delicadamente ajustado a su figura, caía con suavidad, dándole un aire etéreo. Jisoo la miró, incapaz de apartar la vista, mientras una mezcla de admiración y tristeza la invadía. Era imposible negar que Jennie estaba hermosa, radiante. Pero no era suya. Y nunca lo sería.
Cada paso que Jennie daba hacia el altar, cada sonrisa que ofrecía a los invitados, cada vez que sus ojos brillaban bajo la luz de los vitrales, era una puñalada para Jisoo. Era el recordatorio cruel de lo que nunca se atrevió a decir, de las palabras que se quedaron atrapadas en su garganta todas esas veces que estuvo a punto de confesarlo, pero que nunca pudo.
—Deberías haberle dicho algo —murmuró Lisa, apenas un susurro. —No debiste quedarte con la duda de lo que pudo haber sido.
Jisoo no respondió. ¿Qué podía decir? Tal vez, si hubiera sido más valiente, si hubiera enfrentado sus propios miedos y arriesgado su amistad por algo más, las cosas habrían sido diferentes.
Tal vez Jennie no estaría caminando hacia Rosé en ese momento, sino hacia ella. Pero era tarde. Demasiado tarde.
Jennie avanzaba por el pasillo, cada vez más cerca del altar. La luz del sol parecía seguirla, como si ella fuera el centro de todo. Jisoo tragó con dificultad, sintiendo que el nudo en su garganta se hacía más grande, y desvió la mirada por un segundo, incapaz de soportarlo por más tiempo.
No podía. No podía seguir mirándola sin sentir que su corazón se rompía en mil pedazos.
Pero al mismo tiempo, no podía apartar la vista de la persona que había sido su todo en secreto, la persona que estaba a punto de comenzar una vida con alguien más, mientras ella se quedaba atrás, con su silencio y su cobardía.
Jisoo cerró los ojos un momento, intentando calmarse, pero la imagen de Jennie seguía grabada en su mente, tan viva y tan perfecta como siempre. Había llegado el final.
El corazón de Jennie no era de ella, y nunca lo sería, el corazón de Jennie era para Rosé.
—Felicitaciones, Jennie. —murmuró, su voz apenas audible, mientras una lágrima silenciosa se deslizaba por su mejilla—Te deseo lo mejor... con todo mi corazón.
Jennie seguía avanzando hacia el altar, hacia Rosé, hacia su futuro. Y Jisoo, inmóvil, no podía hacer nada más que observar.
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𝚁𝚎𝚌𝚞𝚎𝚛𝚍𝚘𝚜 ➫ 𝐽𝑒𝑛𝑆𝑜𝑜
Fanfiction"-¿Por qué no me atreví a decirle la verdad?" ❝ 𝐉𝐢𝐒𝐨𝐨, 𝐚𝐭𝐫𝐚𝐩𝐚𝐝𝐚 𝐞𝐧 𝐥𝐨𝐬 𝐫𝐞𝐜𝐮𝐞𝐫𝐝𝐨𝐬 𝐝𝐨𝐧𝐝𝐞 𝐧𝐮𝐧𝐜𝐚 𝐬𝐞 𝐚𝐭𝐫𝐞𝐯𝐢𝐨 𝐚 𝐜𝐨𝐧𝐟𝐞𝐬𝐚𝐫 𝐬𝐮𝐬 𝐬𝐞𝐧𝐭𝐢𝐦𝐢𝐞𝐧𝐭𝐨𝐬, 𝐚𝐬𝐢𝐬𝐭𝐞 𝐚 𝐥𝐚 𝐛𝐨𝐝𝐚 𝐝𝐞 𝐉𝐞𝐧𝐧𝐢�...