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Los días posteriores a la boda de Jennie y Rosé pasaron en un abrir y cerrar de ojos. Para los demás, todo parecía perfecto. Las fotos llenaban las redes sociales, mostrando sonrisas, abrazos y promesas de amor eterno. La pareja parecía la imagen misma de la felicidad, y nadie podría dudar que estaban destinadas a estar juntas.

Pero, para Jisoo, cada imagen que veía, cada momento que compartía con ellas, era un recordatorio doloroso de lo que había perdido.

O más bien, de lo que nunca tuvo el valor de luchar.

Las risas y bromas que solía compartir con Jennie ahora se sentían vacías, como si un abismo invisible las separara, algo que ninguna de las dos se atrevía a mencionar.

Al principio, Jisoo intentó seguir adelante como siempre, se dijo a sí misma que nada había cambiado, que seguiría siendo la mejor amiga de Jennie, que estar al lado de ella y Rosé no era diferente a antes. Pero, con cada reunión, cada visita, el peso de sus propios sentimientos la aplastaba un poco más.

—¡Jisoo! —la voz alegre de Rosé rompió el silencio mientras ella y Jennie la recibían en su nuevo hogar—Me alegra tanto que hayas venido. Estábamos a punto de abrir el vino para celebrar.

Jisoo sonrió, pero notó que sus labios temblaban ligeramente.

Todo era perfecto.

Demasiado perfecto.

Jennie y Rosé se movían en sincronía, riendo y compartiendo gestos que solían ser solo entre Jennie y ella. Ahora, esas pequeñas acciones pertenecían a alguien más, y Jisoo sabía que no podía permitirse interferir.

El vino corrió, y con él las conversaciones fluidas sobre la vida, el trabajo y los planes futuros de la pareja. Pero, mientras Rosé iba a buscar algo en la cocina, Jennie se acercó a Jisoo, sus ojos oscuros llenos de algo indescifrable.

—¿Estás bien? —preguntó Jennie suavemente.

Era una pregunta simple, pero para Jisoo, significaba más de lo que Jennie podía imaginar. Quería decirle que no, que no estaba bien, que seguía dolida, que cada segundo que pasaba con ellas era como una pequeña herida en su alma.

Pero las palabras nunca salieron de su boca.

—Sí, todo bien. —respondió con una sonrisa que apenas logró sostener—Estoy muy feliz por ustedes.

Jennie la miró por un segundo más, como si intentara descifrar algo en sus ojos. Pero luego, Rosé regresó y la atmósfera volvió a ser ligera y despreocupada.

Después de un rato, Jisoo decidió que era hora de irse. La despedida fue cálida, como siempre, pero mientras caminaba hacia su coche, sintió que cada paso se hacía más pesado.

Sabía que tenía que distanciarse.

No podía seguir siendo parte de la vida de Jennie de la misma manera sin perderse a sí misma en el proceso.

Los días pasaron y se convirtieron en semanas, y Jisoo lentamente comenzó a alejarse. Respondía menos a los mensajes de Jennie, inventaba excusas para no asistir a las reuniones, y poco a poco se fue construyendo una barrera entre ellas que ninguna de las dos se atrevía a cruzar.

Lisa fue la primera en notar el cambio.

—¿Qué te pasa? —preguntó un día, mientras ambas estaban en la sala de Jisoo, viendo una película que apenas prestaban atención.

Jisoo intentó desviar la conversación, pero Lisa era persistente.

—Es Jennie, ¿verdad? —continuó Lisa, mirándola con una mezcla de preocupación y comprensión—Sé que algo pasó entre ustedes antes de la boda. Y no, no me refiero a ese beso del que me contaste hace tiempo, se que se besaron hace poco—Jisoo la vio sorprendida, ¿Cómo? Lisa, viendo la expresión de Jisoo, decidió hablar antes —Lo noté. Siempre hay una tensión en el aire cuando están juntas. Además tú no eres para nada discreta.

Jisoo suspiró, sabiendo que no podía seguir ocultándolo.

—La amo, Lisa. —dijo finalmente, sus palabras saliendo en un susurro casi roto—Siempre la he amado. Y sé que es algo que nunca debí sentir, ella está enamorada de Rosé, y ahora están casadas. Pero no puedo dejar de sentirlo. Y es peor ahora, porque sé que he perdido cualquier oportunidad de decir algo.

Lisa la miró en silencio, dejando que las palabras de Jisoo resonaran en el aire.

—Jisoo, lo que sientes es válido. —dijo finalmente, acercándose a ella para abrazarla—Pero no puedes seguir haciéndote esto, no puedes seguir aferrándote a algo que ya no es posible. Jennie ha hecho su elección, y sé que duele, pero tú también tienes que elegir cómo seguir adelante.

Jisoo asintió lentamente, aunque el peso en su pecho seguía ahí, firme e inamovible.

—Lo sé, Lisa. Pero a veces me pregunto… ¿qué habría pasado si hubiera dicho algo antes? Si hubiera sido más valiente, si no me hubiera quedado callada la primera vez que me besó. Quizás las cosas habrían sido diferentes.

Lisa la miró con ternura, pero también con firmeza.

—No lo sabremos, Jisoo. Pero lo único que puedes hacer ahora es seguir adelante. Y aunque es difícil, tienes que permitirte dejar ir lo que no puede ser.

Las palabras de Lisa eran sabias, pero Jisoo aún se encontraba atrapada en los "¿qué pasaría si?"

Sabía que tenía que soltar a Jennie, pero el vacío que sentía cada vez que lo intentaba hacía que el proceso fuera más doloroso de lo que jamás hubiera imaginado.

Los meses continuaron pasando, y aunque Jennie seguía siendo una presencia en su vida, Jisoo empezó a enfocarse más en sí misma. Pasó más tiempo con Lisa, se dedicó a su trabajo y, poco a poco, intentó llenar el vacío que Jennie había dejado. Pero, en las noches más silenciosas, cuando estaba sola, la sombra de lo que pudo haber sido la acechaba.

Había tantas cosas que nunca dijo. Tantas veces que quiso hablar, pero se detuvo, pensando que no era el momento o que Jennie nunca lo vería de la misma manera.

ʕ•ᴥ•ʔ

Un año después de la boda, mientras caminaba sola por la playa, el sol comenzaba a ponerse en el horizonte. El sonido de las olas le daba una sensación de paz que hacía tiempo no experimentaba. Se detuvo, mirando cómo el cielo se teñía de colores cálidos, y por un momento, permitió que sus pensamientos volvieran a aquel beso, a esas palabras no dichas, a los sentimientos que nunca expresó.

Sus ojos se llenaron de lágrimas, pero esta vez no eran de tristeza.

Eran de aceptación.

Porque finalmente, después de todo, había llegado a comprender que la vida se componía de decisiones. Algunas tomadas con valentía, otras dejadas al azar. Y aunque ella nunca había dicho todo lo que sentía, había aprendido algo valioso.

Se limpió las lágrimas y, con una sonrisa triste, murmuró al viento:

—Y si no me hubiera quedado con un tal vez…







































—Y si no me hubiera quedado con un tal vez…

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 𝚁𝚎𝚌𝚞𝚎𝚛𝚍𝚘𝚜 ➫ 𝐽𝑒𝑛𝑆𝑜𝑜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora